Los influencers son un fenomenal atajo para llegar al bolsillo del cliente y vaciarlo en último término. Según un reciente estudio llevado a cabo en Alemania por la Asociación Federal de Economía Digital (BVDW), uno de cada cinco consumidores confiesa haber comprado en alguna ocasión un producto tras verlo previamente promocionado por un influencer. Entre los adultos jóvenes, casi el 50% admite comprar utilizando las recomendaciones de los influencers a modo de faro.
Que los influencers hagan publicidad (más o menos descarada) para las marcas es algo que sólo supone una molestia para el 22% de los 1.051 consumidores consultados en su informe por BVDW.
El 40% de los consumidores asegura que la publicidad no constituye un incordio en tanto que sea etiquetada como tal (y no juegue, por lo tanto, al despiste).
Cuando más jóvenes son los consumidores, menos problemas emergen en general a colación de la publicidad que se cuelga del brazo de los influencers. El 56% de los jóvenes de entre 16 y 24 años afirma, por ejemplo, que la publicidad no supone en absoluto un incordio siempre y cuando esté caracterizada como tal. Entre los consumidores con edades comprendidas entre los 35 y los 44 años este porcentaje desciende, en cambio, hasta el 31%.
La publicidad de los influencers molesta al 22% de los consumidores de todas las edades, pero sólo para el 14% de las personas de entre 16 y 24 años constituye de verdad un problema.
A más del 70% de los consumidores no les desagrada que los influencers a cambio de dinero o de contraprestaciones de algún tipo recomienden productos a sus seguidores.
El 19% de los consumidores confiesa que los influencers han sido ya en algún momento su particular puerta de entrada a la compra de productos muy concretos. Entre las mujeres esta proporción es del 22%, mientras que entre los hombres el porcentaje cae ligeramente hasta el 17%.
La capacidad de seducción de los influencers es particularmente acusada entre los jóvenes de entre 16 y 24 años. El 43% compra sin ningún tipo de prurito productos promovidos por influencers. Entre las personas de entre 35 y 44 años el porcentaje se desploma hasta el 22%. Y apenas el 5% de los consumidores de entre 55 y 64 años se rasca el bolsillo para hincar el diente a productos cuyas bondades venden los prescriptores.
