Colombia: Tiendas de barrio no desaparecerán

El pasado 12 de febrero apareció una columna de Laura Castro en Ecos del Combeima que hacía la siguiente pregunta: ¿Sobrevivirán las tiendas y minimercados de barrios?

En esta columna se destacaba el hecho de que tres reconocidas marcas Ara, Justo & Bueno, y D1, contaban con 60 puntos ubicados estratégicamente en Ibagué, y con proyección de 90 en un futuro cercano. Además planteaba lo siguiente: “Suficiente con analizar las cifras que entrega la cámara de comercio, donde el decrecimiento en nuevas matrículas de “tiendas, supermercados y minimercados de barrio”, fue del 24,4%, con 537 nuevas empresas de este tipo para el 2017 y 406 para el 2018, eso ya está mostrando, al mediano y corto plazo, el oscuro futuro de estos negocios”.


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Claramente planteaba un futuro no muy halagador para los tenderos de la ciudad.

De igual manera mencionaba varios indicadores económicos sobre cifras de cancelaciones de negocios en general, pero no se evidenciaba que fuera de tiendas particularmente.

Como la columna planteaba una pregunta, entonces me atrevo a esgrimir una respuesta, pero no sin antes, hacer unas apreciaciones al respecto.

Mi respuesta está respaldada en una investigación que realizaron los miembros del grupo denominado GIPE de la Universidad del Tolima (Grupo de Investigación en Pensamiento Estratégico e Innovación Empresarial del que hago parte), mismo que está adscrito a COLCIENCIAS como se puede evidenciar en el GrupLAC .

La investigación se denominó “La tienda ibaguereña como canal tradicional de distribución” y uno de sus objetivos fue centro de un artículo y ponencia a nivel internacional, el cual se llamó “La Tienda Ibaguereña como canal tradicional de distribución: Relaciones Comerciales y Sociales establecidas por el Tendero de Ibagué, Colombia con sus compradores y proveedores”, del cual extractaré un pequeño aparte:

Desde que inició el ingreso de los almacenes de cadena en el país, de manera muy ligera se decía que las tiendas desaparecerían y que serían negocios del pasado, que al ser grandes almacenes que comercializan gran cantidad de productos, se convertirían en tiendas de descuento, mucho más competitivas que las tiendas de barrio y por ello los tenderos tenían los días contados. Las circunstancias vividas en la economía nacional a partir de los procesos de apertura que se experimentan desde el momento en el que el modelo proteccionista fue sustituido por las fuerzas del libre mercado, han convertido el sector del comercio al detal en un escenario en el que se debaten fuerzas provenientes del exterior con la tradición y las costumbres de una economía basada en lo ancestral. De esta manera se han enfrentado las estrategias de marketing emanadas de las multinacionales de las grandes superficies presentes en Colombia, con la forma tradicional de expender los productos al detal.

Es claro que frente a las estrategias de marketing de las grandes multinacionales apoyadas en cuantiosos capitales, frente a las tradiciones y las costumbres de una economía basada en lo ancestral, dio para afirmar que las tiendas tenían sus días contados, incluso el Gurú mundial del comercio Henry Salem en una visita que hiciera a nuestro país en el año 1.992, vaticinó que: para el caso de Colombia los tenderos desaparecerían para el año 2.002. Vaticinio muy similar que hace la columnista LAURA CASTRO cuando indica que… Si la innovación, la creatividad y la prueba de avanzada como ciudad de la economía naranja, llegan con fuerza y seriedad, las cosas comenzaran a cambiar para Ibagué, de lo contrario la mortandad de las tiendas de barrio en el mediano plazo, será inevitable. Es decir, otra persona más se suma a la versión de la desaparición de las tiendas y por ende los tenderos de la ciudad.

Pero afortunadamente nada más distante a la realidad, la existencia de las tiendas no se basa en los indicadores que normalmente se analizan en las dinámicas de los negocios como se hace habitualmente, contrario a esto, las mismas subsisten por relaciones totalmente diferentes a las variables económicas más utilizadas como marco analítico.

Es por ello que tomo una parte del estudio que realizara el ibaguereño PhD Dagoberto Páramo Morales que permite entender de mejor manera la situación de las tiendas en Colombia:

En Colombia la participación de los supermercados ha sido mucho menor de la esperada alcanzando tan solo el 38% en el 2000 (Hernández, 2000), con una tendencia poco clara más recientemente. A diferencia de México, Chile y Puerto Rico, los únicos países en los que las ventas de los supermercados superan a las de las tiendas (Portafolio, 2006), en Colombia la tendencia parece mantenerse y reafirmarse a favor de las tiendas tradicionales (Londoño y Navas, 2005).

La tienda de barrio vista como la base del consumo masivo de la ciudad, revoluciona las estrategias de distribución y logística tanto para productores como para los distribuidores, que se deben adaptar permanentemente a las necesidades, gustos y preferencias del consumidor. Hugo Rubio, gerente de TIENDA ACTIVA, afirma que esta situación se presenta por el bajo poder adquisitivo de la población colombiana en general, afirmando que entre el 70 y 80% de la población merca para un día y que por lo tanto los montos de las transacciones no son interesantes para las grandes superficies. En un país donde la pobreza es cada vez mayor, la gente se rebusca para el almuerzo y luego se rebusca para la comida.

Pese a lo contundente de la afirmación anterior, no se puede sesgar el análisis que se haga del poder de la tienda de barrio sólo a las variables socioeconómicas, porque aunque Colombia es un país altamente desarrollado en materia comercial y que la mayor parte de los estudios en materia de comercio minorista apuntan a que la clave del comercio detallista es la amplia variedad de productos, surtido profundo, servicio, comodidad, atención al cliente, garantía, promociones, ofertas y una experiencia de compras agradables, características encontradas en los grandes formatos, la tienda tradicional de barrio sobrevive porque en ella se conserva la cultura y el arraigo de la ciudad, con las costumbres y la calidez de la gente, especialmente de las familias de la ciudad. (Páramo, García y Arias, 2007).

En otras palabras, la razón de la existencia de las tiendas se encuentra en razones humanas y no llanamente económicas, ejemplos tales como la amistad, la familiaridad, la charla que se da entre tenderos y consumidores, en donde estos últimos incluso dejan las llaves de su casa para que el tendero les haga el favor de entregarla a una persona en particular, o incluso cuando recibe las encomiendas de las personas cuando por motivos de trabajo estos no se encuentran en casa son elementos culturales arraigados en nuestra población que no se evaporan por el simple hecho de que llegan poderosas empresas a la ciudad. Otro aspecto es la venta al menudeo, la tienda vende unidades de muchos artículos que en las “nuevas tiendas” no lo hacen, ejemplos como media pastilla de chocolate, un pocillo de arroz o una onza de aceite de cocina es común en las tiendas, algo que la competencia con todo su capital y su marketing de avanzada no podrá lograr. Como el espacio es corto, ampliaré el tema en otra ocasión, no sin antes afirmar tajantemente que: “Las tiendas no desaparecerán y permanecerán afortunadamente por largo tiempo en nuestros barrios”.

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