Entre la promesa verde y la praxis del ESG
En un escenario marcado por la creciente presión de los accionistas y las exigencias de la norma 461 de la Comisión para el Mercado Financiero, las empresas chilenas se encuentran ante un doble desafío: la transparencia y la implementación efectiva de iniciativas medioambientales, sociales y de gobierno corporativo.
“Verde”, “sostenible”, “inclusivo”.. son términos que cada vez se repiten en la comunicación corporativa, ganando espacio incluso en anuncios televisivos y etiquetas de productos. Sin embargo, ¿qué tan verídicas son estas declaraciones? ¿Cómo se puede evaluar su valor e impacto? Y lo que es más importante, ¿cuántos de estos proyectos realmente perduran a largo plazo?
Desde diciembre de 2022, las sociedades anónimas abiertas en Chile tienen que transparentar sus procesos, prácticas y políticas de medio ambiente, sociedad y gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés), en virtud de la Norma de Carácter General 461 (NCG 461) de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF).
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En respuesta a esta nueva regulación, la consultora Governant llevó a cabo el “Estudio Screening ESG-NCG 461”, analizando los informes de sostenibilidad de las empresas. La conclusión fue que, en promedio, las empresas alcanzaron un nivel de cumplimiento del 74% de los requisitos establecidos por la CMF.
No obstante, el estudio también sometió a prueba los informes en relación con las buenas prácticas internacionales, revelando que el puntaje promedio de los informes alcanzó apenas el 51% en calidad.
Marcela Bravo, gerente general de Acción Empresa, una organización compuesta por más de 120 compañías que apoya la integración y ejecución de estrategias de sostenibilidad empresarial, señala: “La transparencia permite a una empresa detallar cómo desarrolla su estrategia de ESG, su compromiso con el medio ambiente, el seguimiento a lo largo del tiempo y cómo tiene previsto alcanzar esas metas a largo plazo”.
De hecho, según el estudio de su organización “Avances y desafíos de las empresas que reportan en Chile con respecto a la Agenda 2030”, aunque el 85% de las empresas menciona los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, solo el 38% los ha incorporado realmente en su estrategia, y únicamente el 10 % incluye metas asociadas.
Bajo presión
A pesar de que la norma 461 es reciente, las empresas chilenas han venido emitiendo informes de sostenibilidad de manera voluntaria durante varios años. Según el estudio de Acción Empresa, entre 2015 y 2021, la cantidad de informes en esta materia ha aumentado de 88 a 151.
Bravo destaca que las firmas más avanzadas en cuanto a la presentación de informes son las multinacionales y las compañías nacionales con fuertes conexiones internacionales, como las exportadoras, mineras o forestales, ya que están sujetas a estándares más exigentes en términos de ESG.
De acuerdo con el estudio de Governant, los sectores industriales que obtuvieron los mejores puntajes en calidad fueron los de Servicios de utilidad pública (68 %), Productos de primera necesidad (54%) y Materiales (54%). En contraste, los sectores peor evaluados fueron Consumo discrecional (45%), Finanzas (44%) e Industrial (39%).
Más allá de la proximidad a los mercados más avanzados en términos de estándares ESG, otra de las razones del continuo avance de los esfuerzos de sostenibilidad y su comunicación es el aumento del estándar de los stakeholders (partes interesadas). Estos grupos, que incluyen a consumidores, colaboradores y accionistas, buscan apoyar no solo a empresas con buenos productos, sino también con prácticas sostenibles.
“Hoy, los inversionistas utilizan estos reportes para identificar los riesgos y oportunidades de estas empresas, así como su rentabilidad futura”, explica Bravo. Agrega que las empresas con estrategias ESG fueron más resilientes y lucrativas durante la pandemia en comparación con aquellas sin estas estrategias.
Según la ejecutiva, las compañías más avanzadas en temas ESG en Chile se encuentran, actualmente, en una segunda etapa de la implementación de acciones sostenibles. Además de la transformación de procesos internos, están comenzando a exigir y respaldar a sus proveedores con mayores estándares de sostenibilidad, contribuyendo así al impulso de las pequeñas y medianas empresas en esta dirección.
Retos e inevitabilidad
El ESG y el éxito empresarial están estrechamente vinculados, y los ejecutivos chilenos son conscientes de esta conexión. Según el estudio “ESG y gestión de la reputación” de Azerta y Acción Empresa, el 93 % de los encuestados considera que una buena reputación se construye no solo con un buen desempeño económico, sino también en lo ambiental, social y corporativo.
A pesar de esta conciencia, el mismo estudio revela que las empresas se autoevalúan con un promedio de 5,9 sobre 10 en cuanto al desarrollo y la adopción de prácticas ESG en Chile.
La contradicción no solo se manifiesta en la implementación, sino también en aquellas empresas que afirman tener programas y estrategias de ESG, pero cuyas afirmaciones resultan exageradas o directamente falsas, llevando a prácticas de greenwashing. Por ejemplo, a principios de este año, Starbucks anunció una inversión de 50 millones de dólares para reducir a la mitad su huella de agua y residuos, pero también enfrentó fallos judiciales en su contra por prácticas laborales injustas.
“En muchas empresas, los cambios han ocurrido de abajo para arriba. En este caso, los procesos son más lentos, la convicción no es tan fuerte y puede que estén bien en algún aspecto, pero con caídas enormes en otras”, explica Marcela Bravo.
También existen desafíos para implementar acciones de ESG, como los incentivos a corto plazo o la falta de entendimiento del involucramiento de una organización a la triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y una creciente desigualdad.
