En Brasil, el uso de tarjetas de crédito se ha convertido en una práctica común y arraigada en la cultura de los consumidores. En los últimos años, el país ha experimentado un aumento significativo en el uso de estas tarjetas, impulsado en gran medida por la llegada de nuevas entidades financieras y bancos digitales al mercado. Actualmente, el número de tarjetas de crédito en circulación en Brasil supera los 190,8 millones, superando la cantidad de trabajadores en edad activa, que es de 107,4 millones. Sorprendentemente, alrededor de 16 millones de brasileños llevan más de tres tarjetas en sus billeteras, lo que se traduce en una mayor deuda a medida que aumenta el número de tarjetas en posesión. Aquellos con cinco tarjetas enfrentan un promedio de R$ 12,854 en cuotas pendientes, mientras que quienes tienen solo una tarjeta tienen una deuda promedio de R$ 2,768.
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El uso de tarjetas de crédito ha evolucionado en Brasil desde la época de la hiperinflación, donde las compras a plazos eran comunes, y esta práctica se ha vuelto aún más prominente en la actualidad. La mayoría de las compras en el país, un 73%, se realizan sin intereses, ya sea en pagos al contado o en cuotas sin costos adicionales. Sin embargo, esta comodidad ha llevado a un problema creciente: si los consumidores no pueden pagar sus cuotas, sus deudas pasan al crédito revolving, que es la forma más costosa de crédito en el mercado.
El gobierno busca alternativas para reducir las tasas de interés en el crédito rotativo, que actualmente se sitúan en un 445% anual. Parte de la discusión incluye la posibilidad de limitar la modalidad de cuotas sin interés, ya que algunos argumentan que esta práctica lleva a los bancos a cargar tasas más altas en el crédito revolving. Aunque se buscan soluciones para este problema, algunos creen que el mercado no puede prescindir de las cuotas sin interés, pero que es necesario establecer un equilibrio en los plazos ofrecidos.
En resumen, el uso de tarjetas de crédito en Brasil ha experimentado un rápido crecimiento, impulsado por la llegada de nuevas tecnologías financieras y bancos digitales. Aunque las cuotas sin interés son una parte fundamental de la cultura de compras del país, se están debatiendo cambios para abordar las tasas de interés en el crédito rotativo y garantizar un equilibrio en la financiación a plazos.
Con información de Revista Pegn
