En medio de la agitación de un mercado callejero en São Paulo, Brasil, donde se venden refrescantes cocos, la elección de método de pago para los clientes se reduce a tres opciones: efectivo, tarjeta o Pix. Este último, Pix, es una herramienta de transferencia instantánea de dinero que ha revolucionado las transacciones diarias en Brasil desde su lanzamiento hace casi tres años.
El servicio, respaldado por el Estado, se ha convertido en una parte integral de la vida cotidiana de los brasileños, permitiendo transferencias de dinero en cuestión de segundos con solo escanear un código QR. En un país donde la tecnología financiera, o «fintech», ha llevado los servicios bancarios a millones de personas por primera vez, Pix ha sido una de las innovaciones más impactantes.
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Para utilizar Pix, los usuarios necesitan tener una cuenta bancaria o una billetera digital, y la mayoría accede a través de sus teléfonos inteligentes. La aplicación es gratuita para los particulares y ha sido adoptada por aproximadamente dos tercios de la población brasileña desde su lanzamiento en 2020.
Pix ha alcanzado una cuota significativa en el mercado de pagos en Brasil, representando el 29% de las transferencias en 2022, según datos del Banco Central do Brasil. Este servicio no solo ha contribuido a reducir el uso de efectivo y los costos asociados en un país vasto como Brasil, sino que también ha ampliado el acceso a los servicios financieros para consumidores anteriormente desatendidos.
Sin embargo, Pix no está exenta de desafíos, como la preocupación por la seguridad y la competencia con otros métodos de pago tradicionales. A pesar de esto, su rápido crecimiento y adopción han tenido un impacto significativo en la forma en que los brasileños realizan transacciones financieras y acceden a servicios financieros básicos.
Con información de Michael Pooler de DFsud
