La Fundación Milenio emite una alarmante advertencia sobre la disminución del interés de los inversionistas extranjeros en Bolivia, al tiempo que destaca un creciente fenómeno de empresarios bolivianos trasladando sus inversiones hacia países vecinos como Paraguay. Henry Oporto, director de Milenio, lamenta que el país esté desaprovechando oportunidades en el mercado global para expandir sus exportaciones y diversificar su base productiva.
Bolivia se enfrenta a una realidad desafiante, con proyectos clave, como la producción de litio, entre otros, paralizados debido a la falta de capital, tecnología adecuada y eficiencia empresarial. Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) revelan que en 2022, Bolivia experimentó una entrada neta negativa de Inversión Extranjera Directa (IED) por 26 millones de dólares, y entre 2018 y 2020, la desinversión neta de IED alcanzó los -1.012 millones de dólares.
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La preocupación radica en que países más pequeños, como Paraguay, están atrayendo inversiones que huyen de Bolivia debido a las condiciones y garantías más favorables que ofrecen. De hecho, el Fondo Monetario Internacional prevé que Paraguay sea el país con el mayor crecimiento en Sudamérica durante el período 2020-2024, atribuyendo su éxito a un ambiente de negocios propicio, incentivos y acuerdos comerciales sólidos.
En contraste, Bolivia enfrenta un escenario de crecimiento económico estancado, con pronósticos gubernamentales que difieren significativamente de las evaluaciones de organismos internacionales. La inversión privada nacional y extranjera se presenta como una vía para impulsar el crecimiento, pero factores como la tradición de bloqueos de carreteras que interrumpen la cadena productiva han contribuido a que el país sea cada vez menos atractivo para los inversionistas. Este escenario plantea desafíos significativos para la economía boliviana y resalta la urgencia de abordar los obstáculos que han desalentado la inversión en el país.
Con información de Correo del Sur
