El panorama de la aviación en Bolivia se encuentra en un estado de incertidumbre tras el cese definitivo de operaciones de Amaszonas, la que hasta ahora era la primera aerolínea privada en el país. La compañía, propiedad de un empresario brasileño, enfrentaba dificultades financieras agravadas por un expediente de la Aviación Civil boliviana que paralizó cuatro de sus aviones y canceló su matriculación debido a una deuda de alrededor de 17 millones de dólares por el alquiler de estas aeronaves. A pesar de que un tribunal boliviano ordenó restablecer la matrícula de los aviones, Aviación Civil se negó, forzando a Amaszonas a cesar sus operaciones.
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Este desenlace marca un hito en la turbulenta relación entre la aerolínea privada y el Gobierno boliviano, que ha sido acusado de actuar de manera ilegal. Tanto el empresario propietario como el director general de Amaszonas han anunciado su intención de demandar al Gobierno ante tribunales internacionales por sus acciones.
Este caso se suma a una serie de desafíos financieros que han afectado a aerolíneas latinoamericanas en los últimos años, agravados por la pandemia y la falta de apoyo gubernamental. Empresas como Latam y Avianca, los dos grupos más grandes de la región, han enfrentado dificultades financieras, aunque han continuado operando mientras reestructuran sus finanzas.
La controversia en torno a la retirada de la matrícula de los aviones de Amaszonas y la negativa del Gobierno a acatar una orden judicial para permitir que la aerolínea continúe volando arroja dudas sobre el futuro de la aviación en Bolivia y ha suscitado acusaciones de favorecimiento hacia la aerolínea estatal, Boliviana de Aviación. Amaszonas, que ofrecía una variedad de rutas locales y regionales, cierra un capítulo en la industria de la aviación boliviana con un destino incierto.
Con información de Reportur
