La sequía afectó con fuerza al sector ganadero

carne
La sequía que castigó las zonas ganaderas le asestó un durísimo golpe a la producción ganadera y agravó el problema de escasez de hacienda que ya se registraba. Esto llevó a un escenario de poca oferta y altos precios en gran parte de la cadena productiva, que sólo se ven contenidos por una demanda que cada vez es más propensa a evitar el consumo de carne y buscar en las harinas una opción para llevar a la mesa.

El límite de precios -hoy más que nunca- lo ponen los consumidores, que ya ven cómo se resiente su poder de compra frente a un producto que por diversos motivos podría convertirse en una excepción en la mesa de los argentinos, a pesar de ser catalogado como un “bien cultural” por varios funcionarios del Ministerio de Agricultura.


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En el otro extremo de la cadena, el productor ganadero también tiene condicionantes. El clima le pegó de lleno a gran parte de los rodeos y la oferta de carne será -una vez más- acotada, lejos de los planes del Gobierno en los que se vislumbraba un escenario de crecimiento.

El propio ministro de Agricultura, Julián Domínguez, reconoció que el país “va a tener menos oferta de carne” debido al impacto de la sequía y los incendios en gran parte del noreste. Es que las provincias que más se vieron afectadas por el fuego contemplan cerca del 35% de las vacas de cría.

María Julia Aiassa, analista ganadera del Rosgan, aseguró en diálogo con Ámbito que el daño en la actividad pecuaria por cuestiones climáticas es irreversible, porque se cortó la última etapa de los servicios reproductivos. La especialista destacó que “hubo abortos, poca retención de esos servicios y eso impactará en la tasa de preñez de este año, es decir en las pariciones de 2022 y en la zafra de terneros de 2023. Vamos a tener un impacto de corto y largo plazo”.

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