Un nuevo estudio encuentra que los trabajadores de reparto basados en aplicaciones de la ciudad de Nueva York regularmente enfrentan falta de pago o pago insuficiente, condiciones de trabajo insalubres o inseguras y el riesgo de violencia.
El estudio del grupo de defensa Worker’s Justice Project en asociación con la Universidad de Cornell se basó en una encuesta de 500 trabajadores basados en aplicaciones, muchos de los cuales trabajan para Grubhub, Doordash y UberEats. Se produce cuando los minoristas también cuentan con los mercados de entrega de terceros para una entrega rápida en línea.
Entre los hallazgos:
- El cuarenta y dos por ciento experimentó falta de pago o pago insuficiente.
- El cuarenta y nueve por ciento ha sufrido un accidente o colisión mientras realizaba un parto.
- El setenta y cinco por ciento de ellos pagaron la atención médica con sus fondos personales.
- Cincuenta y cuatro por ciento ha experimentado el robo de bicicletas y el 30 por ciento fue agredido físicamente durante el robo.
El informe se suma al flujo constante de mala prensa que rodea al trato de los trabajadores de conciertos.
El lunes, en una carta abierta , Gig Workers Collective, una rama de un grupo de Facebook para compradores descontentos de Instacart, pidió a los clientes de Instacart que eliminen la aplicación de entrega de comestibles, cobrando a la empresa que pronto cotizará en bolsa compradores ”o repartidores.
El 2 de septiembre, decenas de conductores de DoorDash afiliados a grupos de defensa formaron una caravana de automóviles frente a la casa en San Francisco del director ejecutivo de la plataforma de conciertos para exigir más transparencia sobre las propinas y salarios más altos.
El debate de larga data sobre la situación laboral de los trabajadores por encargo se ha estado produciendo a nivel mundial. Las empresas de economía de trabajos por encargo afirman que la reclasificación de los trabajadores como empleados aumentaría los gastos, costaría puestos de trabajo y reduciría la flexibilidad que valoran sus trabajadores. Los activistas laborales responden que las empresas de conciertos están trasladando el riesgo empresarial a los trabajadores precarios sin otras oportunidades de empleo.
Los minoristas y los restaurantes tienen sus propias quejas con las empresas de conciertos, especialmente por las tarifas. Rara vez participan en la legislación o en los pedidos de regulación, aunque un proyecto de ley pendiente en la ciudad de Nueva York exige que los restaurantes permitan que los trabajadores de entrega usen sus baños.
Un artículo reciente del San Francisco Examiner encuentra que los dueños de restaurantes simpatizan con la difícil situación de los trabajadores de conciertos, ya que muchos han desarrollado relaciones con sus conductores de reparto. Sin embargo, los desafíos con las estructuras de tarifas relacionadas con los conciertos y los listados en línea son mayores. El propietario de Philmore Creamery, Phil Malik, dijo a la publicación: «Estamos tan enterrados en el negocio que nuestra cabeza está en la arena en muchos de estos temas».
