Hemos hablado tantas veces de transformación digital que ya parece un concepto vacío de contenido. Sin embargo, lejos de serlo supone un reto tan grande que pocas empresas pueden decir que realmente lo hayan completado. Pero ¿qué puede aportar un proceso de transformación digital en una compañía? ¿cómo abordarlo?
Las empresas son conscientes de que algo deben cambiar en sus estructuras para atender a los consumidores, adaptarse a las nuevas peticiones y, en definitiva, seguir compitiendo y haciendo negocio como antaño. Un cambio que pasa por una renovación que, en la mayoría de los casos, requiere mucho más que la implementación de una solución tecnológica.
Algunas organizaciones ven este cambio como una oportunidad de mejora estratégica, otras, en cambio, apuntan más bien a un moldeamiento impuesto que les supone una presión añadida a su día a día. Dos aproximaciones diferentes ante un desafío que atañe a todas por igual, sin importar sector, tamaño o estructura.
Beneficios de la transformación digital
Se espera que para este año la transformación digital aporte un volumen de negocio de 1.180 millones de dólares. Esto es debido al incremento de los presupuestos tecnológicos en pro de la digitalización.
Los datos avalan que estas inversiones son positivas. Un estudio de Forbes apunta a que el uso de una estrategia eminentemente digital puede incrementar los ingresos hasta un 34%. Todo ello es posible si se introducen herramientas, por ejemplo, de automatización de procesos, otras de mejora de la gestión o seguimiento y otras más relacionadas con el análisis interno y externo del negocio.
Pero hay más. La transformación digital ayuda a mejorar la productividad o la experiencia de usuario, e impulsa la innovación ofreciendo nuevas oportunidad que atacar. Unos objetivos claves para cualquier organización.
Tomar el camino adecuado
Cierto es que todo en el entorno a la transformación digital suena muy idilíco hasta que nos ponemos en acción. Es ahí cuando surgen las dudas y los problemas de implementación ya que este cambio no se puede dar de un día para otro.
Uno de los principales problemas es la integración. Las empresas observan su negocio de forma compartimentada complicando mucho la tarea de digitalización conjunta. De hecho, el 43% de las empresas encuestadas en un estudio de MuleSoft sostiene que utiliza más de mil aplicaciones pero solo un 29% están integradas entre sí, por lo que mucha información queda distribuida en silos sin poder hacer una gestión eficiente de ella.
Y es que un proceso de este tipo debe estar bien guiado para que pueda funcionar como queremos. De hecho, el 90% de los proyectos de transformación digital fracasan porque no llevan por detrás una estrategia integral ni una planificación real. Un obstáculo aún mayor que la ausencia de integración.
Además, los líderes de estos cambios deben estar bien escogidos. Muchas veces se ponen a responsables ante proyectos que no entienden o no saben cómo abordar o se escogen a los partners menos preparados para ese nicho en concreto.
