Los nuevos hábitos de consumo y la competencia lastran sus cuentas
La pandemia ha traído consigo importantes retos para los comercios de cosmética, cuyas ventas han sufrido sucesivos varapalos derivados de los confinamientos, el teletrabajo, la reducción de las relaciones sociales, el uso de mascarillas o la penetración de canales de venta alternativos como el e-commerce.
Estos condicionantes, junto con la competencia creciente de otros canales de distribución como las farmacias o las peluquerías, han propiciado una difícil situación para las tiendas del ramo, hasta el punto de que el 18% de ellas se encuentra actualmente una situación de debilidad financiera que les colocaría en un riesgo elevado de incumplir sus pagos, según datos de Iberinform extraídos de Insight View. En un 1% de los casos, además, ese riesgo es máximo.
Aunque categorías como la higiene personal han mantenido cierta estabilidad y han aparecido otras nuevas, como los higienizantes hidroalcóholicos, la falta de proximidad social ha afectado a los niveles de consumo de maquillajes y perfumería.
Tras el duro ajuste que supuso la crisis de 2008 y su impacto sobre el consumo, desde 2016 la facturación media de este tipo de retail no había dejado de crecer en el marco de una transformación de la antigua droguería impulsada por la proliferación de cadenas, la aparición de marcas blancas y la eclosión de franquicias.
Se trata de un nicho de actividad económica que atraviesa cambios profundos, como apunta el hecho de que el 53% de las empresas del sector, de acuerdo con los datos de Insight View, no existía hace una década.
La distribución por tamaños empresariales muestra una gran atomización que explica en parte su debilidad financiera: el 83% del sector está compuesto por microempresas y apenas el 1% alcanza el tamaño de gran empresa.
Madrid es la provincia con más comercios de cosmética, un 27% del total, seguida de Barcelona (13%), Málaga (8%), Alicante (6%) y Murcia (4%).
