Rodrigo Sánchez Ríos, fundador y presidente de La Haus, cuenta con la experiencia de haber trabajado como analista de Investment Banking de Lehman Brothers. El emprendedor se dio cuenta del impacto de los bienes raíces, debido a la crisis de 2008 provocada por la burbuja inmobiliaria. Por lo que, ahora con su propio emprendimiento quiere que Latinoamérica encuentren su casa de forma 100% digital y con inteligencia artificial.
Rodrigo Sánchez Ríos, fundador y presidente de la plataforma digital para compra y venta de bienes raíces, La Haus, cuenta que tuvo el privilegio de poder compartir lo mejor de ambos mundos de la frontera de México, la calidez de Tijuana y el orden de San Diego.
El fundador nacido en Tijuana, y amante de los tacos de tripa, cuenta que aprovechar las oportunidades que se le presentaron lo llevaron a la creación de la startup La Haus, la cual tuvo una ronda en Serie B de 35 millones de dólares.
Y es que el objetivo de La Haus sea líder en la tecnología inmobiliaria, un nicho que encontró pues este sector era uno que se resistía a dar el paso a la inteligencia artificial.
Rodrigo Sánchez entendió la importancia de los bienes raíces con la crisis de 2008
El emprendedor admite que su incursión dentro de este sector fue desde muy pequeño, cuando veía los grandes rascacielos de San Diego o en fotos de Nueva York y se preguntaba por qué en Tijuana no era de la misma forma.
«Me gustaba mucho ese espíritu de entender cómo se desarrollan las ciudades», dijo.
Su experiencia como analista de Investment Banking de Lehman Brothers, que en 2008 fue una de las firmas que no sobrevivió debido a la burbuja inmobiliaria que causó la crisis de 2008, también lo llevaron a entender el impacto de los bienes raíces en las finanzas.
«La crisis se hizo por tanto excesos inmobiliarios, por lo que empece a ver que el mundo inmobiliario es dónde pasamos nuestra vida y casi destruye al mundo.»
Los bienes raíces: un sector que quedó atrás
En opinión del emprendedor, el sector se tardó tanto en entrar a la tecnología debido a que no hay un regulador principal y a que todos los jugadores —constructoras, inversionistas, corredores e inmobiliarias— ganan, por lo que no hay necesidad de invertir en la tecnología.
«En Latinoamérica, el patrimonio de cada familia depende mucho de lo inmobiliario y no hay instituciones que se hayan construido para regular o generar grandes ganadores, es decir, si vas a cualquier ciudad la actividad inmobiliaria está muy fraccionada«, dijo Rodrigo.
«No existen las economías de escala para que un jugador le apueste grande a la tecnología» y agregó que estos supuestos pequeños jugadores no han visto la necesidad del uso de la tecnología.
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