Internet of Things: La inteligencia artificial que ahorrará millones a la medicina

El investigador Juan Luis Fernández Martínez explica en el Aula de Cultura de LA VOZ los avances diagnósticos que se están consiguiendo en relación con el cáncer

El sueño de Juan Luis Fernández Martínez, doctor ingeniero de minas y catedrático de matemáticas en la Universidad de Oviedo, es predecir enfermedades, diagnósticos y tratamientos certeros con inteligencia artificial.

«El cómo y el porqué vendrán luego porque nadie puede ir en contra sabiendo el motivo», manifestó el apasionado


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ponente del Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS, que en este punto de su intervención recibió la primera tanda de aplausos.

La segunda fue la que cerró su exposición tras una entusiasmada defensa de las posibilidades de la investigación en el campo médico que permitirá ahorrar mucho dinero al sistema y tiempo a todos los actores implicados, pacientes y sanitarios, gracias a técnicas que ya se están aplicando pero que tienen aún mucho más recorrido.

Y, como no podía ser de otra forma en el campo de la investigación, las comparaciones con Estados Unidos fueron inevitables.

«Dinero es lo que sobra, faltan las grandes ideas y los grandes equipos. En Silicon Valley invierten en esta gente, no en edificios. Ellos saben que no vamos a lograr la inmortalidad, pero lo intentan y de eso se trata», arengó antes de exponer los pequeños grandes avances que la inteligencia artificial está logrando en el campo de la medicina.

En este sentido, lamentó que no se pueda trabajar con las historias médicas (anónimas) de los pacientes que tanto beneficiaría la investigación. «Es erróneo no mirarlas porque son bases de datos genéticas enormes.

En España, los datos pertenecen a los pacientes, no a los hospitales. Hay que abrir las puertas para poder diseñar estrategias óptimas de tratamiento» y reclamó «hablar de innovación y generación de riqueza, no solo de investigación porque a poco que inviertas, la investigación te devuelve eso multiplicado por 10.000», aconsejó.

La demostración de que merece la pena corrió a cuenta de una serie de ejemplos cercanos como la aplicación de técnicas termográficas que han permitido «detectar estadíos iniciales de cáncer simplemente poniendo cámaras de temperatura en los senos». «Se podrían hacer cabinas de screening tipo fotomatón o sujetadores inteligentes que midieran cambios metabólicos y enviaran la información al móvil», advirtió. «Hay que tener miedo a la falta de transparencia, al conocimiento nunca. Sería el principio del fin», aseguró.

Explicó el trabajo de la empresa Ilumina, con biopsias de sangre que trata de detectar células cancerígenas en el torrente sanguíneo; el robot médico diseñado por su equipo en colaboración con varios hospitales de Asturias que, con solo tres variables, permite diagnosticar la enfermedad de Hodgkin (un linfoma) o un test de predicción de metástasis a diez años en el cáncer de mama desarrollado junto al Hospital de Jove que, «¿se imaginan lo que eso es? Podemos empezar a tratar ya algo para que no salga en diez años?».

El aplauso fue el agradecimiento por el convencimiento, pasión e ilusión del investigador.

 

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