Iot es lo que está cambiando las reglas de juego del mercado, del intercambio de productos y servicios entre consumidores y productores e incluso de la dinámica intergeneracional.
El alcance de controlar dispositivos puede hacerse desde sitios tan remotos, como montañas y satélites en el espacio sideral, donde por medio de un teclado una empresa puede eliminar restricciones y dar a los usuarios acceso temporal a potenciar más el dispositivo («up grading» automático), eficientizando el uso o ayudando al usuario a lograr mayor efectividad de uso.
Las computadoras, con el agregado de la conectividad, se convierten en más cosas que no son, tal como vehículos automatizados, robots, Smart TV, hasta sistemas de riego agrícola y encender las luces de un hogar. A eso se le llama el «Internet de las cosas» o en inglés «Internet of things» (Iot).
Es un proceso de transformación que está acelerando su incursión dentro de la Revolución 4.0, con perspectiva que para la década de 2030 habrá un billón de computadoras desarrollando beneficios a la población mundial, integradas en productos y servicios derivados de «wearables», tal como las gafas virtuales, recopilando mayor data e información de parte de los consumidores; en salud, mediante sensores conectados a los pacientes, para el seguimiento de su recuperación fuera del hospital o mediante camas inteligentes; el «Internet de las cosas» puede ser muy útil en la gestión de tránsito vehicular de las grandes ciudades; también para la gestión de flotas comerciales, mediante recibir alarmas en tiempo real de incidencias de mantenimiento sin que haya sido detectado por el conductor; en la agricultura, potenciando las granjas o fincas inteligentes para producir buenas cosechas; en hotelería mediante mejoras en la calidad del servicio, como el uso de llaves electrónicas enviadas directamente a los dispositivos móviles de cada huésped; incluso el Iot puede desarrollar sistemas de «vigilancia digital de vecindarios» conectados con la policía.
Las empresas obtendrán eficiencia, ya que la información sobre el mundo físico que solía ser efímera e incierta se vuelve concreta y analizable. A largo plazo, los efectos del Iot estarán en cómo funcionan los modelos de negocio que llegarán a dominar las «plataformas» y los basados en gestión de datos. Las empresas se convertirán en empresas tecnológicas con el uso de internet omnipresente.
Eso inclina el equilibrio de poder del cliente al vendedor, por medio de comercializar licencias para operar productos. Los modelos comerciales virtuales sacudirán el mundo físico, por ejemplo, los teléfonos cuentan con repuestos durante cinco años después de su lanzamiento y habrá lavadoras o máquinas industriales que pueden tener una vida útil de una década o más. Las empresas necesitarán soportar dispositivos computarizados complejos mucho después de que sus programadores originales hayan avanzado.
En cuanto a la gestión de datos, recopilados, mediante servicios «gratuitos», bajo consentimiento de los clientes, permitirá que las empresas basadas en datos mejoren cada vez, ya que tendrán más datos y procesarán más información, imprimiendo mayor dinámica al mercado. La industria de seguros está experimentando el uso de dispositivos conectados entre sí, utilizados en datos de automóviles para ajustar las primas de los clientes. En el Iot se debe definir lo que se va a rastrear y quién posee los datos resultantes de manera de maximizar los beneficios y minimizar los daños del uso final. Ese es el reto.
