Triunfo del ‘fast fashion’ está provocando un desastre medioambiental

ropa desechada

El secreto más oscuro de la industria de la moda

  • La fast fashion o moda rápida triunfa en todo el mundo, con marcas como Shein y Zara liderando las ventas de ropa barata.
  • Sin embargo, muchas de las prendas devueltas no se reutilizan y acaban en vertederos, afectando gravemente al medioambiente.

El sector de la moda tiene un enorme problema con los residuos que genera.

Según publica businessinsider.es Cada año, la industria crea más de 100.000 millones de prendas de vestir, cantidad suficiente para que cada habitante del planeta reciba 14 prendas nuevas al año, y más del doble de la cantidad de producida en el año 2000.


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Para empeorar la situación, debido a nuestra cultura de comprar y devolver prendas, mucha de esa ropa acaba de nuevo en manos de los minoristas. Y a pesar de lo que mucha gente cree, la mayoría de las prendas devueltas no se reponen, reutilizan o reaprovechan, sino que acaban en la basura.

El problema es grave: cada día se desechan decenas de millones de prendas para dar paso a otras nuevas. Y cada año, 101 millones de toneladas de ropa acaban en los vertederos. Esta moda de la fast fashion o «moda rápida» (prendas de vestir de bajo coste) no hace sino aumentar nuestro despilfarro.

Por ejemplo, Zara produce 450 millones de prendas, con 20.000 nuevos estilos cada año, cuyo diseño queda obsoleto en apenas un año, por lo que sustituyen por otras nuevas en la siguiente temporada. Y si 20.000 te parecen muchas, espera a ver lo que produce la «chica nueva de la oficina, es decir, Shein.

La empresa china, fundada en 2008, lanza 6.000 nuevos estilos… ¡al día! Y no toda esa ropa se vende. Muchas compañías de ropa barata tienen montañas de exceso de existencias de las que les cuesta deshacerse.

La temporada navideña agrava el problema. En Navidad, mucha más gente compra ropa que luego devuelve y muchos se deshacen de la ropa vieja para hacer sitio a la nueva. Según un informe de la empresa de estudios de mercado The NPD Group, ahora que la pandemia se ha terminado, la gente planea comprar más abrigos de invierno y ropa de vestir para las fiestas navideñas y los viajes.

Por su parte, los minoristas instan a los consumidores a comprar, comprar y comprar para dar salida a todas las existencias acumuladas por los problemas con la cadena de suministros. Sin embargo, ese exceso de consumo solo provoca más residuos. El 30% de lo que compramos por Internet se devuelve, y según ReturnGo, el 25% de los productos devueltos acaban en la basura.

A pesar de las promesas de las marcas ecológicas de reciclar lo que los clientes devuelven, la ropa vieja rara vez se renueva. Según un informe de la Fundación Ellen MacArthur, se reutiliza menos del 1% de la ropa usada. Del plástico, se recicla el 9%, mientras que del cartón cerca del 70%.

En 2013, H&M se convirtió en el primer gran minorista en poner en marcha un programa mundial de recogida de ropa usada, instalando miles de contenedores en tiendas de 40 países. La empresa animó a los clientes a depositar su ropa usada, ofreciendo vales y cupones de descuento a las personas que se acogieran al programa.

Pero según un informe de Fast Company de 2016, la mayoría de la ropa que H&M recoge acaba siendo donada, mientras que el resto se convierte en productos como trapos de limpieza o toallitas, cuya vida útil antes de acabar en la basura, es muy corta.

Cuando la ropa no puede reciclarse, acaba en vertederos de todo el mundo, como por ejemplo, el desierto de Chile.

 

Aunque estas campañas de reciclaje son excelentes herramientas de marketing, la realidad es que no existe la escala ni la tecnología necesarias para que funcionen. Reciclar la ropa es caro, y los recursos disponibles no son adecuados para manejar el volumen que hace falta para salvar al planeta.

Por el contrario, como fabricar ropa se ha vuelto increíblemente barato, rara vez tiene sentido desde el punto de vista económico que las empresas inviertan en reutilizar o reciclar ropa vieja. Entonces, ¿qué se puede hacer para limitar los residuos?

¿Cómo pueden las empresas de moda barata reducir su impacto?

La industria de la moda pasa una elevada factura al medio ambiente. La producción de ropa consume una décima parte de toda el agua utilizada industrialmente, lo que da lugar al 20% de las aguas residuales del mundo, muchas de las cuales son demasiado tóxicas para ser tratadas y reutilizadas.

Las fases más perjudiciales para el medio ambiente son la extracción de las materias primas y la fabricación del tejido. Y este impacto se agrava una vez terminada la ropa: el transporte también genera una enorme cantidad de gases de efecto invernadero.

Cada producto se entrega en casa del cliente individualmente, para ser devuelto una vez finalizada la (brevísima) temporada de la moda. Algunas prendas viven más tiempo en mercados secundarios, pero muchas van directamente al vertedero, donde se amontonan hasta que pueden descomponerse.

Teniendo en cuenta que la mayoría de las empresas tienen valoran las implicaciones económicas de fabricar un producto mientras lo diseñan, para reducir el daño también deberían pensar en la sostenibilidad de un producto cuando lo diseñan.

Una forma de hacerlo es simplemente utilizar materias primas más sostenibles. Según un estudio sueco, el uso de Tencel, un tejido fabricado con madera de origen sostenible, reduce significativamente la cantidad de agua necesaria para fabricar una prenda. Según un estudio de 2021, el mayor impacto en la fase de extracción, lo genera la seda.

En general, los tejidos naturales como la lana y el algodón son más sostenibles que los sintéticos. Una camisa de algodón tarda 6 meses en descomponerse y un calcetín de lana puede hacerlo en 5 años. En comparación, los tejidos sintéticos como la licra y el poliéster pueden tardar siglos.

Impacto medioambiental de los distintos tejidos

El impacto que se muestra procede de la extracción de materias primas para cada fibra.

Algunas marcas están abriendo camino a la sostenibilidad, como la prometedora Garcia Bello, creada en Argentina por Juliana Garcia Bello. La diseñadora recicla la ropa devuelta, es decir, coge prendas pasadas de moda y las mezcla con algodón en bruto para generar nuevos artículos, lo que permite prolongar la vida útil de la prenda o el tejido.

Esta práctica favorece también la ropa hecha a mano, lo que garantiza una mayor durabilidad, un mejor ajuste y un menor impacto de carbono. 

Otra forma de reducir los daños es centrarse en los residuos que provocan las devoluciones. Desde la pandemia, las compras online y devoluciones se han disparado. En 2022, se espera que los consumidores devuelvan mercancías por valor de 261.646 millones de euros, o alrededor del 26,5% de la cantidad que se ha gastado, un aumento del 19,8% respecto a 2019.

En este sentido, las tiendas presenciales pueden marcar la diferencia. David Bell, Santiago Gallino y Toni Moreno estudiaron los datos de Warby Parker sobre el efecto de las ubicaciones físicas donde los clientes pueden ver y probarse los productos. Descubrieron que estos locales mejoraban la eficiencia operativa general de la empresa al disminuir las devoluciones.

Además de limitar las devoluciones, las empresas también pueden limitar los residuos reciclando. Aunque reciclar la ropa puede resultar caro, algunas marcas han encontrado la forma de hacerlo. Por ejemplo, Patagonia afirma reciclar el 100% del producto que los clientes devuelven a través de su programa Worn Wear.

No obstante, en 2019, la compañía reconoció que ciertos productos no pueden reciclarse por no disponer de la tecnología necesaria para hacerlo. La marca conserva a veces estos artículos hasta encontrar una solución, pero otros acaban en un vertedero o incineradora. En 2015, solo en Estados Unidos, Patagonia generó 262 millones de toneladas de residuos sólidos.

Solo 91 millones de toneladas, o el 35%, de eso fue reciclado y compostado. Según la empresa, el resto terminó en vertederos o se convirtió en energía en un proceso llamado recuperación de energía de combustión. Aunque el reciclaje ayudó a limitar los residuos, la posibilidad de reciclar la ropa usada está aún muy lejos de ser una opción viable para las empresas.

Una fábrica de reciclaje textil en Taiwán.

 

El reciclaje de ropa aún está lejos de ser viable para la mayoría de las empresas.

Otro tema es cómo de bien puedan funcionar estos métodos a gran escala, pero empezar con poco serviría para probar la viabilidad de estos métodos y su atractivo para los consumidores. Y hay buenas noticias para las marcas que intentan dar un paso adelante: una encuesta realizada en junio por McKinsey reveló que cada vez más jóvenes buscan activamente marcas sostenibles, lo que indica que habrá más mercado para la ropa ecológica.

Es hora de ser honestos

Para solucionar el impacto medioambiental, las empresas deben ser transparentes con sus prácticas de sostenibilidad. Gracias a esa transparencia, existirá un mayor control que permitirá mejorar los sistemas de reciclaje, además de salir a la luz los residuos que genera cada compañía.

De hecho, la mayoría de los consumidores que se preocupan por la sostenibilidad saben que las prácticas de las marcas tienen mucho que mejorar. Sin embargo, intentar engañar a aquellos que buscan marcas más éticas, no es la solución.

Por desgracia, no muchas empresas consiguen ser transparentes sobre su impacto medioambiental. H&M ha sido considerada como sostenible, solo para ser criticada más tarde por falsear la información.

El motivo es que utilizaba tablas de puntuación para describir el grado de respeto por el medio ambiente de cada prenda, pero una investigación de Quartz descubrió que estas afirmaciones eran a menudo exageradas o completamente falsas.

A medida que se acumulan los residuos textiles, las empresas necesitan encontrar soluciones.

 

Everlane es otra marca que proyecta una imagen ecológica sin hacer lo suficiente para limitar su impacto. Un informe de 2020 de Remake, una organización de defensa centrada en el daño medioambiental de la industria de la moda, descubrió que era una de las marcas con peor puntuación en transparencia.

A medida que más países, como Ghana, empiecen a prohibir la importación de ropa que se tira a los vertederos, las compañías tendrán que encontrar soluciones para los residuos. Sin embargo, para que una solución sea viable, tendrá que ser sostenible y rentable, lo que implica que debe abaratarse el coste del reciclado.

Pero como no siempre podemos dejar las cosas en manos de las empresas, hay algo que podemos hacer como consumidores para reducir el desperdicio de ropa. Los mayores efectos positivos se obtienen alargando la vida de una prenda, reduciendo el transporte y apostando por materiales sostenibles.

Así que, estas fiestas, intenta comprar productos locales, fibras naturales y artículos que sigan de moda después de la Semana de la Moda de 2022.

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