Sostenibilidad: Cosmética sostenible: qué es y para quién está recomendada

 

Alimentación, motor, moda, turismo… Lo sostenible ha llegado a todos los sectores, incluida la belleza. La cosmética sostenible empezó como un sector nicho auspiciado por plataformas como Goop. Sí, esa empresa fundada por Gwyneth Paltrow que vende papel higiénico hecho de bambú a 39 euros el pack o velas con olor a su vagina a 75 dólares (ríete, pero The New York Times la valora en 225 millones de euros). En 2018, el mercado europeo de cosmética natural movió 3.600 millones de euros, según Ecovia Intelligence. La consultora Grand View Research asegura que la cosmética natural y eco tendrá un valor mundial de más de 25.100 millones de dólares en 2025.

“2018 fue el año en que la cosmética sostenible saltó al mercado mainstream”, revela Martin Sawyer, consejero delegado de Soil Association Certification. En la actualidad, este sector crece a un ritmo anual de entre el 8 y el 10%. Sin duda, es una tendencia al alza.


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¿Qué es la cosmética sostenible?

Aquí hay varios conceptos que merece la pena dejar claros. La verdad es que, del mismo modo que ocurre con la alimentación, en este sector se le puede poner ‘natural’ a prácticamente todo. La norma ISO 16128-1 regula lo que puede llamarse natural en cosmética, pero es bastante amplia. En los albores del movimiento eco sí era una garantía de productos hechos sin añadiduras artificiales. Sin embargo, la moda verde trajo consigo una proliferación de este sello en los envases, sin importar si lo que había dentro respondía realmente a ello o no.

Se sabe que asociamos ‘natural’ a ‘beneficioso’ casi automáticamente. El último estudio AECOC SHOPPERVIEW, realizado por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores, asegura que el 68% de los encuestados prefiere productos eco o bio y que representan un 31% de su cesta de la compra. La misma asociación establece cuatro perfiles de consumidor, de entre los cuales refleja que el más numeroso es el healthy, seguido por el eco auténtico.

Sin embargo, natural no tiene por qué significar siempre más beneficioso. “Lo natural no siempre significa que esté exento de riesgos”, puntúa Guillermo Ramírez, dermatólogo y médico estético de Doctoralia con consulta en Tenerife. “Las alergias, por ejemplo, las desarrollamos hacia productos naturales: el polen, las nueces… Sin embargo, hay productos artificiales que se utilizan en cremas que son absolutamente inocuos, como la vaselina”.

“La cosmética natural es la que tú te haces en tu casa con un yogur y un pepino”, dice el doctor Leo Cerrud, especialista en medicina estética. “En efecto, puede tener ácido láctico o algún alfahidroxiácido que, aplicado en grandes cantidades, tenga algún efecto pasajero. Pero no es lo mismo natural que eco”.

La cosmética eco u orgánica va un poco más allá del concepto natural. No sólo utiliza ingredientes de origen natural mínimamente procesados, sino que además son cultivados, cosechados, manufacturados y conservados sin pesticidas ni otras sustancias sobre las que recaiga la sombra de la sospecha. Además, no basta con que una marca cumpla con los requisitos. También debe pagar por el sello que lo acredita. Y no todas las que cumplen con los parámetros deciden pagar por ese sello.

El proceso de elaboración tiene mucho que ver. Como ocurre con cualquier producto, crearlo comporta un determinado coste de energía. Los métodos de elaboración en frío, por ejemplo, permiten ahorrar luz, puesto que no es necesario calentar los componentes en su elaboración. Las concentraciones también tienen mucho que ver: cuanto más diluido esté el producto, más materias primas necesitará y más espacio ocupará, con el consiguiente aumento del gasto en logística y almacenaje. Pero una concentración muy alta de según qué sustancias (como los aceites esenciales) puede resultar perjudicial para los humanos. ¿A que son más factores de los que pensabas a priori? El mundo verde es más complejo de lo que parece, amigo, y ser 100% eco no es nada fácil en realidad.

¿Y qué hay del respeto hacia los animales? En los años 80 y 90, sobre la industria cosmética cayó el sambenito de los experimentos con nuestros compañeros de planeta. Reaccionaron con celeridad, y en unos pocos años consiguieron erradicar esas prácticas. Tengamos en cuenta que la industria cosmética es una de las que mas invierte en investigación y desarrollo del mundo. Además, en 2013 expiró la prórroga que la Unión Europea dio al sector para buscar alternativas. Desde entonces está prohibido hacer pruebas con animales. Por eso, hoy casi ninguna marca anuncia tal cosa como un hecho diferencial o de valor añadido.

Sostenible es un término más amplio que podría englobar a cada uno de los conceptos que te acabamos de describir. La ONU ya habló de desarrollo sostenible en su Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo del año 1987.

¿Es mejor la cosmética sostenible?

Define mejor. Hoy, cada vez más consumidores son conscientes de la importancia que tienen sus elecciones en la conservación del medio ambiente. En eso desempeña un papel muy importante el envase, por ejemplo. En este sentido, el 75% de los millennials europeos prefieren que los envases de sus productos de belleza, perfumes o medicamentos sean de vidrio, según la una encuesta encargada por la Federación Europea de Envases de Vidrio en febrero de 2019 y realizada a más de 2.000 ciudadanos europeos. Además, el mismo estudio concluyó que el 69% de los encuestados califica el vidrio como el material más reciclable y concienciado con la protección de los océanos.

Desde un punto de vista del cosmético en sí, y aunque las marcas no pueden incluir ingredientes nocivos o potencialmente peligrosos en sus formulaciones (la UE tiene una larga lista de componentes prohibidos), sí hay algunos mejores que otros.

La parafina líquida, un derivado del petróleo, es uno de los ingredientes más empleados en las lociones corporales de bajo coste, a pesar de que puede obstruir los poros (de hecho, aporta una capa de barniz a la piel que es la que proporciona el efecto de hidratación). Los sulfatos (liposolubles o SLES e hidrosolubles o SLS), también llamados tensioactivos, tienen propiedades limpiadoras (pues atrapan la grasa), humectantes y emulsionantes, pero los SLS (sodium lauryl sulfate) pueden provocar picor o irritación (en el cuero cabelludo, por ejemplo) debido a su potente acción detergente. Pero ninguno es cancerígeno. Los famosos parabenos, tan denostados en los últimos años, generan una gran polémica, aunque no se ha demostrado que sean cancerígenos.

Marcas como Mádara, Le Pure, Lush, Freshly Cosmetics, Weleda, Evolve Beauty, Matarrania o Dr. Hauschka han apostado por este camino, con productos que merece la pena que conozcas.

¿Es mejor un cosmético que no dañe tanto el medio ambiente? La respuesta a eso la tienes sólo tú.

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