Revolución Limo: mobiliario sostenible de plástico reciclado

La empresa fabrica muebles de plástico de neveras, ordenadores o cubiertos de un solo uso

Cada año se producen en el mundo 400 millones de toneladas de poliestireno, un tipo de plástico del que solo se recicla un 7%. De ellas, un pequeño porcentaje acaba en ocasiones convertido en mobiliario urbano y de exterior. Una idea que Marta Foncillas, fundadora de Revolución Limo, se trajo de un viaje a Costa Rica, un país en el que más del 98% de su energía es renovable, y en el que descubrió las posibilidades de este material al ver que las tumbonas del hotel o las barandillas de los parques estaban hechas con plástico reciclado. “Fabricar muebles con este material era más sostenible y nadie lo hacía para piezas de interior”, explica Foncillas. La idea la puso en marcha durante el confinamiento, pero después de diseñar sobre el papel algunos modelos se tropezó con el primer problema: “El material no existía tal y como lo queríamos”. Solventó el problema tras dar muchas vueltas virtuales por Europa hasta encontrar una compañía holandesa, The Good Plastic Company, que fabricaba grandes paneles de plástico reciclado, en este caso de poliestireno, “perfecto para muebles porque no se bandea, como sí le ocurre al pet”.

Con el asesoramiento de amigos interioristas, arquitectos y especialistas en medio ambiente, Foncillas puso en marcha su primera colección, para la que invirtió 220.000 euros que reunió con fondos propios y colaboración de amigos, pero que tampoco resultó fácil. Esta vez el problema era encontrar quién podría fabricar sus diseños a partir de un panel. “Busqué mucho y descubrí una fábrica de artesanos de la madera en Tarragona que me gustó, pero tuve que convencerles de que lo hicieran”, asegura la fundadora.


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Las primeras piezas, como mesas de comedor, de centro y auxiliares, y estanterías, salieron al mercado en febrero de 2021 y ya han pasado por Casa Decor, por la feria de arte Arco o por el videoclip La culpa de C. Tangana. Las de color negro llegan desde piezas recicladas de teclados de ordenador, secadores de pelo; las blancas, de electrodomésticos; las azules, de cartuchos de impresoras 3D, y las de colores, de cubiertos de plásticos de un solo uso.

Sus principales puntos de venta son su web, un showroom de Madrid y tiendas de muebles de diseño, “pero, sobre todo, la demanda llega desde estudios de interioristas”, comenta. Con tres empleados, las ventas alcanzaron los 150.000 euros en 2021, con una previsión de 400.000 para 2022. Sin rondas de financiación, de momento, no descartan la idea. “Han llamado a nuestra puerta, pero mientras podamos, esperaremos”.

Entre sus proyectos está lanzar una segunda colección con piezas más ligeras que incorporen otros materiales, como metal o quizá madera reciclados, que aligerarán también el precio (en la actualidad rondan desde los 30 euros de una bandeja hasta los 850 de una mesa de comedor). “No queremos hacer muebles para unos pocos, por eso pensamos en líneas diferentes”.

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