La industria cosmética se aplica un tratamiento de sostenibilidad

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  • Pequeños laboratorios y grandes firmas se vuelcan en alumbrar propuestas respetuosas con el planeta, a pesar del lastre que supone que aún no exista una definición unívoca de estos productos

Desde que allá por el siglo I a.C. Cleopatra se convirtiera en la primera «beauty addict» de la cosmética natural, con su kohl de ojos a base de polvo de grafito, malaquita verde y una pizca de plomo que potenciaba el sistema inmunológico, su exfoliante de alabastro, sal y miel o sus baños de leche de burra con aloe vera, hasta llegar a la recién estrenada línea -con vocación sostenible- de Kim Kardashian y su nueve pasos diarios de «obligado» cumplimiento al módico precio de casi 700 dólares, la industria cosmética ha ido evolucionando empujada por la demanda de la sociedad. Hoy, el sector responde a las necesidades del consumidor CSS: consciente, solidario y sostenible.

Una industria que en España cuenta con un catálogo de 250.000 referencias distintas y donde las compañías invierten una media de 307 millones de euros al año -el 3,4% de su facturación anual- en I+D+i. «La innovación es un rasgo inherente al sector de la perfumería y la cosmética y a su evolución. Un tercio de los productos lanzados han sido reformulados y optimizados en los últimos dos años y el 58,1% de las empresas han creado alguna línea de productos ‘Eco’, ‘Bio’ u ‘Orgánico’. Del mismo modo, dos tercios de las empresas ya reducen los residuos de sus productos a través del ecodiseño y la reducción del packaging. Y, por ejemplo, el 97,6% de micropartículas plásticas se han reducido en los productos que se enjuagan», señala Val Díez, directora general de Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética. Reconoce que el sector asiste al alumbramiento de un nuevo consumidor preocupado por la salud de una forma integral, más atento y cuidadoso con su propio bienestar y con el del planeta: «Aunando innovación y sostenibilidad podemos hablar de un consumidor ‘ecotecnológico’. Hoy un 46% eleva su compromiso con la sostenibilidad en línea con una tendencia al alza del consumo de proximidad: más de la mitad (el 56%) opta cada vez más por productos Made in Spain».


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Transparencia y ética

El primer macroestudio a nivel europeo sobre cosmética natural realizado por Stanpa revela que el medio ambiente es la principal razón por la que el 62% de los consumidores de cosmética natural eligen este tipo de productos. Un 46% los prefieren por su simplicidad, ya que consideran que están formulados con menos ingredientes y en tercer lugar señalan la transparencia, ya que tienen en cuenta los valores éticos de las marcas de cosmética sostenible.

El consumidor asiste al nacimiento constante de nuevas líneas dispuestas a hidratar y cuidar no solo su piel, sino la del planeta. No en vano, el 5% de las partículas contaminantes que se encuentran en los océanos provienen de los cosméticos y más de 120.000 millones de envases de un solo uso salen de este sector sometido hoy a todo un lifting sostenible.

La cosmética ‘ecofriendly’ comienza a colarse de lleno en los neceseres: champús sólidos, cremas veganas, naturales, ecológicas, cruelty-free, solares coral friendly, envases ‘zero waste’, rellenables, reciclables… «En la jungla actual de sellos y reivindicaciones en cosmética es fácil perderse, ya que no existe una definición oficial de lo que es cosmética natural ni ecológica, ni un reglamento que se aplique para este campo, lo único que puede orientar al consumidor concienciado es un sello certificado en la etiqueta», señala Nuria Alonso, responsable de la Norma BioVidaSana de certificación para cosmética ecológica, una de las pocas que existen en España. Deja claro que no entran en valoraciones sobre lo que es peor o mejor: «Nos centramos en verificar que los productos que se venden como naturales o ecológicos lo sean para garantía del consumidor. Así han de cumplir con los criterios de nuestra certificación: que contengan la mayoría de ingredientes naturales (preferentemente certificados ecológicos); que minimicen el uso de ingredientes químicos (sólo los que no son un riesgo para la salud o el medio ambiente), que no contengan transgénicos o nanopartículas, que se hayan producido sin contaminar ni dañar el medio ambiente y, por supuesto, que no haya sido testados en animales».

Alonso insiste en que «un sello debe significar algo, y el consumidor debe saberlo o si no, no será más que un adorno más o menos vistoso en el diseño de la etiqueta. Las marcas utilizan como reclamo términos que serán bien recibidos por los consumidores como natural, bio, zero plastic… A veces estas reivindicaciones se sostienen en algo real, otras no son más que interpretaciones optimistas de las marcas para resultar más atractivas». Por ello, insiste en que lo más fiable es «comprar productos con sellos de una certificadora profesional, registrada y acreditada».

Innovación constante

Para Delia García, directora de Sostenibilidad y RSC de L’Oréal España y Portugal, «el futuro de la belleza será sostenible o no será. Tenemos menos de diez años para actuar en sostenibilidad antes de que sea demasiado tarde y es necesaria una transformación desde el centro del negocio. Por ello hemos definido una hoja de ruta con ambiciosos objetivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de agua, que el 100% de nuestros envases procedan de fuentes recicladas o de base biológica o que el 95% de los ingredientes sean de fuentes vegetales renovables, minerales abundantes o de procesos circulares y que el 100% de las fórmulas serán respetuosas con el entorno acuático», señala. Para ello han realizado una transformación de su I+D a través de un enfoque basado en las Green Sciences (ecociencias) para ofrecer a los consumidores productos cada vez más eficaces, seguros y respetuosos con el planeta. Para lograr el cultivo sostenible de ingredientes y extraer lo mejor cuentan con laboratorios con procesos tecnológicos de vanguardia.

Pero esta innovación e investigación también la viene realizando el sector de la cosmética natural alejada de grandes centros. Farmacéutica y cosmetóloga especializada en plantas medicinales, Ana Isabel de Andrés creó en 2004 Amapola Biocosmetics en una zona rural de Segovia, San Cristóbal. «Transformé un antiguo pajar de mi abuelo en un laboratorio de cosmética y en 2016 se trasladó a un edificio de eficiencia energética desde donde fabricamos más de ochenta referencias de productos. Lo que empezó como una aventura de autoempleo hoy da trabajo a doce personas», señala y reconoce que cuando empezó casi nadie sabía qué era la cosmética natural «ni era tendencia ni nada». Desde sus inicios trabaja con aceites vegetales de primera calidad, extractos de plantas que ellos mismos maceran, recolectan o compran. Y precisa que «la piel es el órgano de absorción más grande que tenemos en el organismo. Lo que te pones en ella llega al interior y puede causar beneficio o perjuicio».

Y de ello bien sabe la firma Cocunat, pioneros en el mundo en acuñar el término «toxic free», nació fruto de una circunstancia personal. La madre de Sara Werner, CEO y cofundadora, sufría Sensibilidad Química Múltiple, en la que se pierde la tolerancia a las sustancias químicas. «Nació como un marketplace de otras marcas a las que aplicábamos estrictos controles para garantizar que estaban libres de tóxicos. Pero en 2018 dimos el salto a marca propia porque cada vez resultaba más difícil garantizar productos libres de tóxicos en un sector sujeto a continuas reformulaciones. Contamos con un avanzado proceso de I+D que garantiza que todos los cosméticos son 100% Toxic Free, veganos y PETA cruelty-free», señala Georgina Rifé, CMO de Cocunat, quien asegura que «la pandemia ha ayudado al campo de la cosmética natural, se ha tomado mayor conciencia sobre la salud incluido en lo que ponemos sobre la piel». Y desde luego no es solo una percepción: en 2019 facturaron 4 millones de euros. En 2020, 32 millones.

En el local que Paia Botanicals tiene en el madrileño barrio de Las Letras especialistas en salud, cosmética y bienestar imparten charlas y descubren las propiedades del cannabidol (CBD), que proviene de la planta del cannabis y que es legal y no psicoactivo. El farmacéutico Pablo Balhsen comenzó a investigar sus propiedades antiinflamatorias después de que su padre -también farmacéutico y al que le habían augurado vivir postrado en una silla de ruedas por una lesión medular- fuera hasta un pequeño pueblo de Hawai, Paia, donde conoció las propiedades del aceite de CBD. Hoy su padre sigue andando y solo utiliza el bastón cuando está cansado. «Hemos creado una línea de cosmética con fórmulas que reducen las inflamaciones, aportan elasticidad y limitan la división celular vinculada a la vejez» , y reconoce que el uso del cannabidiol en cosmética natural es cada vez más popular entre los consumidores.

Cosmética de cenizas

Mientras el mundo de la cosmética pone la vista en la protección ambiental, el caso de Ashes to Life podría decirse que fue a la inversa: un desastre ambiental fue el que dio origen a una línea de cosméticos. Cuando Alejandro de Antonio contempló cómo un voraz incendio acababa con un bosque, decidió buscar una solución que ayudase a devolver la vida a esos bosques reducidos a ceniza. Junto a un grupo de amantes de la naturaleza y tras un largo periodo de documentación y estudio junto a especialistas, descubrieron que babilónicos, egipcios, griegos y romanos hacían referencia al uso de la ceniza de origen vegetal para la creación de una «pasta jabonosa» que utilizaban para limpiar su cuerpo y cuidar su piel.

«No creamos economía de una catástrofe natural», aclara Alejandro. Para poder acceder a un bosque tras un incendio hay que cumplir con muchos requisitos y estamos trabajando en un protocolo de actuación y, hasta que no esté validado, utilizamos para los jabones cenizas que provienen de cáscara de coco favoreciendo la economía circular. Para las jaboneras se usa la ceniza procedente de poda y limpieza controlada de bosques sostenibles que evita incendios». Un porcentaje de las ventas se dedica a proyectos de recuperación de esos bosques y, en el futuro, cuando puedan acceder tienen pensado crear ediciones especiales que beneficien a la zona incendiada.

¿Qué es la cosmética natural? La cosmética natural engloba todos aquellos productos que utilizan materias primas de origen natural, que han pasado un proceso de transformación sencillo, con la mínima intervención de aditivos o químicos y que han utilizado solo aquellos procesos que no son perjudiciales para el medio ambiente y la salud de las personas.

¿En que consiste la ecológica? Utiliza ingredientes que, además de ser naturales, se han producido siguiendo los criterios para la agricultura ecológica certificada como la no utilización de fertilizantes, pesticidas ni herbicidas o químicos.

¿Y el sistema ecobeauty score? Más de treinta empresas del sector forman el Consorcio EcobeautyScore que pretende desarrollar un sistema común para evaluar la huella ambiental de los productos cosméticos y ofrecer información clara y transparente. Está previsto un prototipo de huella y puntuación para finales de 2022.

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