Compra, consume, disfruta y ya lo pagarás

Los cambios regulatorios pueden ser positivos para el sector del pago aplazado, si consiguen mantener el equilibrio con el negocio

Nos toca vivir tiempos de disfrutar el presente, de no pensar en lo que vendrá mañana. Sobre todo, muchos jóvenes abrazan esa forma de vida y los productos financieros se adaptan también a esas nuevas necesidades. Sin duda, el BNPL (Buy Now Pay Later, compre ahora y pague después) es el producto financiero de moda, especialmente en Europa y Reino Unido.


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Son muchas ya las empresas que prestan este tipo de servicios; cuentan además con naturaleza muy diferente (bancos, establecimientos financieros de crédito, entidades de pago e incluso entidades no reguladas), y todas ellas intentan conseguir la mejor experiencia de usuario para el consumidor. Tratan de dar el producto más fácil y rápido de contratar, aunque ello a veces suponga retos legales.

Este producto es uno de esos casos donde puede percibirse más claramente en ciertas organizaciones el conflicto entre la seguridad jurídica y el negocio. Dependiendo del tipo de entidad que lo ofrezca y del apetito de riesgo regulatorio que tenga, podemos encontrar distintos niveles de aplicación de la normativa clave para este tipo de productos, como puede ser la regulación de prevención de blanqueo de capitales, transparencia y préstamo responsable.

El éxito rotundo de este tipo de productos, desarrollados inicialmente por fintechs y neobancos (no en vano, convirtieron Klarna en el mayor unicornio europeo), ha atraído a cada vez más competidores, que tratan de encontrar las palancas que ayuden a rentabilizar a los clientes y a aumentar su vinculación. Así, tanto bancos tradicionales, como cada vez más (y más relevantes) comercios quieren sumarse a la fiesta.

El riesgo que más preocupa a los reguladores, con diferencia, tiene que ver con el préstamo responsable, en sus distintas vertientes. Por un lado, muchos proveedores no analizan suficientemente la solvencia de sus clientes antes de conceder el crédito, lo que puede generar una alta morosidad, que impacte en la solvencia de las entidades. Además, viendo la otra cara de la moneda, esta práctica es susceptible de generar un sobreendeudamiento para los consumidores, que les genere dificultades financieras.

Por otro lado, este tipo de créditos no siempre se reporta a las centrales de riesgo nacionales o bureaux, impidiendo al resto de competidores tener una visibilidad completa del riesgo de crédito de sus clientes, o incluso dichos ficheros no se consultan durante el proceso de concesión, permitiendo a consumidores de riesgo acudir fácilmente a otros proveedores sin que los controles de solvencia existentes resulten eficaces.

El tercer gran riesgo que preocupa a los reguladores es la información que reciben los consumidores, especialmente sobre las consecuencias del incumplimiento, las características del producto o sus derechos y obligaciones. La información no siempre es completa ni precisa, lo que puede generar confusión en los clientes.

A la vista de lo anterior, las autoridades europea y británica se han puesto manos a la obra y, tras escuchar a la industria, están en proceso de regular de forma más completa y clara los productos de BNPL.

El alcance de la futura regulación se vaticina ambicioso y, aunque se prevén excepciones a la norma, no parece que ningún proveedor de BNPL vaya a poder esquivarla, de forma que los tiempos del salvaje oeste están próximos a llegar a su fin.

Pero no todo son malas noticias para el sector. Por un lado, la existencia de una normativa clara y uniforme siempre tiene un efecto positivo, al dar seguridad jurídica a los participantes y, además, establecer unas reglas del juego claras y aplicables a todos por igual. Por otro lado, conscientes del menor riesgo de estos productos, los reguladores, en especial la Financial Conduct Authority del Reino Unido, están proponiendo un enfoque proporcional que suavice ciertas obligaciones, de forma que la regulación se centre esencialmente en la concesión y la transparencia, sin exigir requisitos excesivos que puedan estrangular el mercado y liquidar un producto que es muy bien valorado por los consumidores.

Está claro que son tiempos de cambio para el sector del BNPL, que deberá revisar sus modelos y procesos de contratación para anticiparse a los impactos de la nueva regulación si quiere garantizar la sostenibilidad del modelo. Pero estos cambios deben valorarse positivamente si los reguladores consiguen mantener el equilibrio entre regulación y negocio, aplicando requisitos proporcionales a los riesgos del producto. Si eso es así, y teniendo en cuenta la enorme capacidad de adaptación y reinvención de nuestras fintech, seguramente la normativa venga acompañada de oportunidades interesantes y el BNPL tenga una larga y saludable vida.

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