Semana de la Moda de París: << Castigo de Demna >>

Balenciaga se terminaba convirtiendo en un plato especialmente destacado dentro del menú de esta última edición de la Semana de la Moda de París

De acuerdo al portal de noticias fashionunited.es

Balenciaga se terminaba convirtiendo en un plato especialmente destacado dentro del menú de esta última edición de la Semana de la Moda de París.

Tras el sonado escándalo de estas pasadas Navidades que hizo correr ríos y ríos de tinta, provocando la retirada de campañas publicitarias, el rechazo público hacia la marca por parte de figuras como Kim Kardashian o hasta el que los principales responsables de la casa de modas tuvieran que salir, hasta 2 veces, para pedir disculpas y asumir responsabilidades por lo ocurrido, Balenciaga se terminaba convirtiendo en un plato especialmente destacado dentro del menú de esta última edición de la Semana de la Moda de París.


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Pasarela bajo cuyo paraguas la célebre casa francesa, de ascendencia española, terminó por presentar su nueva colección para hombre y mujer, para la próxima temporada de Invierno de 2023.

Teniendo bien en consideración ese “agitado” reciente episodio sufrido por la casa al que hacíamos referencia, en un momento en el que se encontraba además firmemente dirigida a volver a ocupar el lugar que históricamente, bajo la batuta de su fundador el maestro Cristóbal Balenciaga, siempre había ostentado la firma dentro del ecosistema de la moda, la casa francesa presentaba una última propuesta con la que parecía venir, por última vez, a tratar de enmendar sus faltas.

Una reclamación de indulgencia ofrecida al público, que llegaba de la mano de una colección de la que se terminaban por desprender cualquier atisbo de esa fina y provocativa elegancia que, a fin de cuentas, fue la responsable de terminar provocando los episodios de la pasada campaña de Navidad, pero que igualmente se ha sostenido como parte del lenguaje creativo de la nueva Balenciaga bajo la dirección creativa de Demna.

Diseñador al que podemos seguir catalogando como uno de los mayores, cuando no el mayor, genio de la costura que actualmente ocupa la posición al frente del área creativa de una casa de modas, y que, ya sea por indicaciones venidas desde la dirección de Kering —el grupo propietario de Balenciaga— o provocadas a sí mismo de una manera propia y genuina, ha terminado por mostrar una colección que bien podemos calificar como simplemente “libre”.

Libre de lo excesos que acompañaban a las representaciones inmediatamente anteriores presentadas por la casa de modas, y libre de los cada vez más barrocos complementos con los que la casa parecía tratar de cebar a cada nueva colección sus niveles de venta.

Una libertad, que ha permitido, al abrazo de esta colección, el poder volver a poner el foco en lo que realmente importa: los diseños y el juego de cortes, patrones y siluetas con los que, temporada tras temporada, el diseñador georgiano viene a reconfigurar la escena de la moda; en un juego que aquí, y partiendo de los antecedentes mencionados, parecen adquirir el valor de una penitencia. Una expiación de sus culpas que el georgiano nos ha terminado por presentar en una actuación orquestada en 5 actos.

Entre cuerpos retorcidos y deformados y lazos de raso
Manteniéndonos en este símil, ejercicio que entendemos como el mejor hilo conductor que puede servir para terminar de apreciar, en mayor perspectiva, el carácter de esta colección, Balenciaga daba a conocer una propuesta cromáticamente dominada, una temporada más, por el característico “negro Balenciaga” que el maestro de Guetaria ya convirtiese en el summum de la elegancia, en compañía de sus diseños.

Una tonalidad que evoluciona para terminar dando paso a acentos en gris piedra, blancos y beige, para terminar abriéndose en esa explosión de color en forma de coloridos estampados florales y animal print. Eso, mientras que en cuanto a juego de patrones, las “culpas” de Demna por lo acontecido, y expiadas en esta colección de penitencia, parecían terminar de cobrar forma a través de toda esa suerte de cuerpos hinchados, retorcidos y deformados que se sucedieron sobre la pasarela.

Bajo una limpia, cuidada y envolvente atmósfera, teñida de un blanco roto que parecía embriagar con una sensación de trascendencia con la que la firma parecía decidida a querer trasladar a los asistentes hasta esa suerte de purgatorio en el que actualmente habita la casa francesa, Balenciaga presentaba esta colección de redención.

Una propuesta que arrancaba con una sucesión de prendas de sastrería reconstruídas, de entre las llama la atención el uso y la revisitación que ha llevado a cabo el diseñador georgiano del tradicional armario masculino, mediante la introducción de pantalones invertidos sobre pantalones, para dar paso a un levitante juego de líneas sinuosas. Una serie de siluetas que responderían a los del primero de esos 5 actos de esta penitencia, y desde las que desde Balenciaga terminaban por dar paso a esa serie de piezas deformadas, mediante formas hinchadas cosidas en los forros de las prendas.

Una serie de diseños entre los que encontramos desde una sudadera con cremallera a una chaqueta motera o un plumas, cuya “deformidad”, explican desde Balenciaga, trata de mostrarse como una referencia a las exigencias que demandan la práctica de los deportes extremos.

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