La fintech Clara, respaldada por inversores prominentes como monashees y Citi Ventures, ha tomado la decisión de trasladar su sede de México a Brasil, después de recibir una licencia del banco central para operar como entidad de pago. Este paso estratégico tiene como objetivo principal impulsar su crecimiento y expansión en el mercado sudamericano, consolidando a Brasil como su mercado principal en el próximo año.
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Gerry Giacoman, presidente ejecutivo de Clara, reveló en una entrevista que esta licencia, publicada recientemente en la gaceta oficial de Brasil, permitirá a la fintech introducir nuevos productos en la economía más grande de América Latina. Actualmente, Clara ya realiza transacciones mensuales por un valor de alrededor de 100 millones de reales (aproximadamente 20.8 millones de dólares) en Brasil. Giacoman estableció la ambiciosa meta de duplicar esta cifra para el año 2024.
La licencia como entidad de pago otorgará a Clara la capacidad de ampliar su presencia en Brasil, brindando servicios como transferencias electrónicas exprés (TED) y depósitos a través del sistema de pago instantáneo PIX, muy popular en el país.
A pesar del cambio de sede, Clara continuará operando normalmente en sus otros mercados clave, México y Colombia. Giacoman afirmó que la empresa mantiene su enfoque en estos tres países latinoamericanos, pero pone un énfasis especial en el mercado brasileño, que está demostrando un crecimiento más acelerado.
Clara, que se convirtió en un unicornio en 2021 al alcanzar una valuación de más de 1,000 millones de dólares, cuenta entre sus alrededor de 2,000 clientes en Brasil con marcas destacadas como Starbucks, BRMalls (operador de centros comerciales) y Smartfit (cadena de gimnasios).
Este año, la fintech aseguró financiamiento de deuda por 90 millones de dólares de Accial Capital y recaudó 60 millones más en una ronda de financiamiento liderada por GGV Capital a principios del año. Estas inversiones han fortalecido su posición y le proporcionan recursos para impulsar su crecimiento en el mercado brasileño y más allá.
Esta nota apareció primero en El Economista
