El impacto de la “Ley Garzón” sobre el financiamiento de los equipos de La Liga

Casas de Apuestas, Criptomonedas y los Equipos de La Liga

La nueva regulación a nivel nacional ha limitado sensiblemente el campo de acción de las casas de apuestas en sus actividades de patrocinio. ¿Cómo han logrado reinventar los clubes españoles sus relaciones con auspiciantes para suplir el impacto económico de estas medidas?

 

Si bien ha resultado con frecuencia denostada, la relación del deporte rey con las casas de apuestas y las apuestas deportivas en general ha tenido algunos efectos simbióticos y hasta positivos, de los cuales los equipos españoles han sabido beneficiarse. Es indudable que el influjo de atención y dinero que las apuestas deportivas han supuesto para la liga de España, le ha permitido posicionarse como una de las más influyentes y atractivas del mundo. Sin embargo, cambios recientes en la regulación a partir de la entrada en vigor del Real Decreto 958/2020 (que desarrolló la “Ley de Juego” del año 2017) han cambiado drásticamente la vinculación entre las casas de apuestas y las instituciones deportivas, cuyos efectos se vieron claramente reflejados en la presente temporada de la La Liga.


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La etapa previa a la llamada “Ley Garzón”: un matrimonio por conveniencia entre clubes de fútbol y las casas de apuestas.

Durante la última década, la tendencia había sido la de un crecimiento sostenido en el volumen de apuestas deportivas y quinielas online en España, siguiendo una tendencia mundial de desarrollo que se vio potenciado por la inmediatez de las aplicaciones online (que además, aportan Pronósticos de Fútbol), que dotaron de mayor facilidad al público para acceder al juego. El poderío económico de las casas de apuestas, y su afán de ganar visibilidad para destacarse en un mercado cada vez más competitivo, motivó que buscaran en los clubes de fútbol su aliado natural para obtener mayor exposición. Es así que durante la temporada 2018/2019, todos los equipos de la primera división española, con la única excepción de la Real Sociedad (por decisión de sus simpatizantes), contaron como auspiciador a una casa de apuestas. En gran parte, el caso español se vio posibilitado por la Ley de Regulación del Juego de 2011 que dio un marco para que estas empresas pudieran suscribir acuerdos comerciales millonarios. Dichos acuerdos no solo fueron útiles para que los nombres de estas empresas ocuparan un espacio en las camisetas de los clubes, sino, incluso, renombrar sus estadios.

Mientras muchos acusaron a los equipos de vender su rico patrimonio al bajo precio de la necesidad al entablar estas negociaciones, es innegable que los recursos provenientes del patrocinio permitieron a los clubes españoles reforzar sus plantillas, destinar dinero para captación de talento joven y obras de remodelación de infraestructura.

El escenario generado por la nueva regulación: limitaciones al patrocinio por parte de empresas de apuestas y consecuencias graves para los clubes.

Fundamentalmente, la nueva normativa estableció que no sería admisible el patrocinio en camisetas y equipaciones deportivas alusivas al juego o a apuestas. También se prohibió identificar estadios y centros de entrenamiento con el nombre de casas o servicios de apuestas, entre otras restricciones a la publicidad.

Estas nuevas reglas afectaron directamente a las casas de apuestas que, de acuerdo a la información de la UEFA, eran a dicho momento las principales auspiciantes de equipos de fútbol. Por otra parte, generaron una multiplicidad de problemas para los propios clubes, que debieron renegociar o rescindir contratos de auspicio en vigor suscritos con casas de apuestas, lo que ha supuesto un golpe en las arcas de los equipos que se ha estimado, como mínimo, en unos 90 millones de euros. A su vez, afectó una fuente de obtención de recursos sumamente importante en el difícil contexto de la pandemia.

Las sanciones económicas para los clubes en caso de incumplimiento de esta normativa podrían ser millonarias, e incluso puede disponerse la suspensión de sus actividades deportivas por un período de hasta seis meses.

Reinventarse para sobrevivir.

En este desafiante contexto, donde incluso varios equipos debieron lanzaron al campo esta temporada sin patrocinantes en su camiseta, una de las opciones adoptadas por los clubes ha sido la de incursionar relaciones con empresas de criptomonedas y ‘tokens’ no fungibles (conocidos por su abreviación en inglés, “NFTs”).

Es así, por ejemplo, que el Valencia pasó a lucir en su pecho una alusión a un token para fanáticos desarrollado por la plataforma blockchain Chiliz. Al momento, buena parte de los equipos de La Liga mantienen algún vínculo de colaboración o auspicio con empresas de este rubro.

Paradójicamente, el gobierno tiene aún menos control sobre las transacciones en criptomonedas, por su novedad y falta de regulación precisa, que el que tenía sobre el juego y apuestas online. El futuro dirá de qué manera reaccionará el poder político para hacer frente a esta nueva realidad, aunque lo cierto es que ya se empiezan a ver algunos intentos por regular la publicidad de criptomonedas. Es así, por ejemplo, que la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha impuesto la necesidad de comunicación previa a este regulador en el caso de realizarse campañas masivas de publicidad para activos de esta índole.