De estación abandonada a hotel de lujo Canfranc Estación

  • Se trata de la antigua estación de Canfranc, símbolo ferroviario del país
  • Se ha convertido en un establecimiento de cinco estrellas operado por Barceló

Según publica eleconomista.es La gran crisis, una pandemia, la guerra en Ucrania, una crisis de suministros… El camino para convertir la antigua estación internacional de Canfranc en un hotel de cinco estrellas no ha sido fácil, pero, tras casi 30 años, es ya una realidad. Así, el pasado 23 de enero abrió sus puertas como el hotel Canfranc Estación, que será operado bajo la marca Royal Hideaway Luxury Hotels & Resorts.

Este icónico edificio es un símbolo de la historia ferroviaria de España y Francia, gracias a la línea internacional que conectaba ambos países durante el siglo XX y ahora Barceló Hotel Group aspira a convertirlo en un referente del Pirineo Aragonés, tanto a nivel nacional como internacional, siendo un importante punto de atracción de turismo de lujo para la región.


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El nuevo hotel cuenta con 104 habitaciones, cuatro de las cuales son suites de lujo. El histórico vestíbulo de la estación alberga la recepción del hotel, que contará en la planta baja con una zona wellness con piscina climatizada, cuatro salas de tratamientos y un completo gimnasio. Además de la biblioteca, donde disfrutar de una exclusiva carta de coctelería, y tres restaurantes; dos de ellos, el restaurante gastronómico y el restaurante a la carta, estarán ubicados en el exterior del edificio, en dos vagones que se han rehabilitado siguiendo el estilo clásico de los trenes de principios del siglo XX.

La historia que acompaña a este edificio no es baladí. La estación internacional de Canfranc fue inaugurada por Alfonso XIII en 1928 y estuvo en funcionamiento hasta 1970. Tras varias décadas cerrada, en 1994 las administraciones se comprometieron a llevar a cabo una rehabilitación del inmueble, pero no fue hasta 2002 cuando fue declarado Bien de Interés Cultural. En 2005 se inició el proceso para preservar el edificio, pero este proceso se topó de lleno con la gran crisis económica.

En 2013 el Gobierno de Aragón pagó 310.602 euros a Adif para hacerse con el edificio de la estación y en 2017 se aprobó el nuevo proyecto para rehabilitar la estación con un presupuesto de 27 millones de euros que incluía además la construcción del nuevo edificio para viajeros, con una superficie útil de más de 950 m2, y la creación de la nueva playa de vías, de 1,6 kilómetros de longitud, así como las obras de urbanización del entorno.

El objetivo de este gran desarrollo pasa por reabrir la línea ferroviaria que conecta con Francia para que la estación de Canfranc recupere su brillo como uno de los complejos ferroviarios más importante de los construidos en Europa en el primer tercio del siglo XX.

Por el momento, el proyecto de recuperación de la icónica estación ha recibido el premio Re Think Hotel como uno de los mejores proyectos de sostenibilidad y rehabilitación hotelera realizados en España al conservar el valioso patrimonio cultural de un edificio emblemático con más de 90 años de historia.

Retos de las obras

El proyecto para rehabilitar este edificio, que fue diseñado en su origen por el arquitecto español Fernando Ramírez de Dampierre, ha sido ejecutado por una UTE entre Acciona y Avintia Construcción, que han hecho frente a un desarrollo cuanto menos complejo, no solo por la dificultad de convertir un edificio antiguo en otro adaptado a los requerimientos de un hotel de cinco estrellas, también por la complejidad del entorno y del clima.

Pese a todos los inconvenientes han logrado entregar el hotel un año antes del plazo fijado en el contrato. Así lo explica José Manuel Sánchez Segura, jefe de Obra del proyecto por Avintia Construcción, que asegura ha sido un reto trabajar con «el condicionante climático, que supone una serie de limitaciones a la hora de realizar ciertos trabajos como los vertidos de hormigón o la aplicación de morteros«. Para poder trabajar con las bajas temperaturas que se registran en esta población oscense «hemos tenido que alquilar unos equipos de calefacción muy potentes» y lidiar también con los alrededor de 1.800 litros de agua que caen cada año. Además de esto se suma el parón que hubo por el Covid y la crisis de suministros.

El otro gran reto ha sido «trabajar para mantener todos los elementos arquitectónicos y ornamentales originales, así como la marquesina metálica que envuelve el inmenso edificio de 250 metros de largo y 12 de ancho», apunta Sánchez, que destaca que «se hicieron unos estudios cromáticos que consistieron en mandaron unas muestras de los elementos a unos laboratorios específicos para analizar los pigmentos que se usaron a principios de siglo y determinar así los colores originales, tanto en fachada como en carpinterías y en la marquesina metálicas».

Por otro lado, «prácticamente toda la envolvente del edificio está recubierta de un aislamiento de 240 milímetros de espesor que permitirá, junto al cambio de carpintería que ha realizado una empresa aragonesa, que el consumo energético sea muy inferior a cualquier edificio de los que hay en Canfranc», explica Sánchez, que destaca que se ha restaurado la carpintería original para instalarla a «modo de arte en cada una de las habitaciones del hotel junto a una foto de la antigua estación».

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