Bernard Arnault vive su particular «Succession»

  • El dueño del gigante LVMH prepara su relevo y lo hace reuniendo a sus cinco hijos una vez al mes durante 90 minutos en una especie de «casting» en el que les examina de diversos temas de actualidad

Según publica lavozdegalicia.es El hombre más rico del mundo no quiere que el coloso del lujo que lleva años gestando con mimo y trabajo se vaya al traste en cuanto él decida dar el paso hacia su retiro dorado. Y tan dorado, porque la fortuna de Bernard Arnault se estima ya en más de 221.000 millones de euros. El número es todo un récord en sí mismo. Permite a este francés nacido en 1949 colocarse en el muy reducido grupo de millonarios que han logrado amasar una cartera de más de 200.000 millones. Se trata de Elon Musk y Jeff Bezos que, en ambos casos, lograron superar esta barrera solo de manera fugaz. El suflé de ambos se desinfló con la rapidez habitual que marcan los vaivenes bursátiles. Los últimos baches que las empresas tecnológicas se han topado por el camino estos últimos meses han reducido considerablemente las huchas de Bezos y Musk. Combinando las fortunas de ambos, apenas superan en 50.000 millones de euros a la de Arnault.

Pero lo más llamativo de la fortuna de Bernard Arnault es la celeridad con la que se ha aupado a lo más alto del cielo de los millonarios. Hace solo seis años, el galo no se encontraba tan siquiera en el ránking de los diez más ricos del mundo. Sí que ostentaba la categoría de milmillonario, pero su fortuna «tan solo» ascendía a los 35.000 millones de euros. Los números empezaron a subir como la espuma a partir del 2018. Su coloso del lujo, LVMH, había logrado unos ingresos de casi 47.000 millones de euros y los beneficios también empezaron por aquel entonces a llamar la atención de los analistas. No en vano, de cada cinco euros que entran en las arcas de la empresa, uno es de beneficio neto. Estas cuatro letras engloban al mayor grupo de empresas relacionadas con el lujo de todo el mundo. Porque LVMH es la matriz de firmas que tocan todos los palos de la industria. En la moda, poseen a Dior, Louis Vuitton o Loewe. En el mundo de la cosmética, tienen en su catálogo a firmas como Sephora, Guerlain o Benefit. En joyería, destacan entre otras TAG Heuer, Bulgari, Chaumet o Tiffany & Co. Pero los hilos de LVMH van mucho más allá y también dominan el sector de las bebidas espirituosas, con marcas como Moët Chandon o Dom Perignon. Y con todos estos números, la fortuna de Arnault se catapultó.


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Ahora, el hombre más rico del mundo quiere dejar todo atado y bien atado antes de retirarse o de que la salud le juegue una mala pasada. Algunas experiencias cercanas le han hecho apurar los trámites para dejar todo lo más atado posible. Tal y como desvelaba hace unos días The Wall Street Journal, Arnault aprendió la lección en el 2003. Por aquel entonces, su amigo íntimo Jean-Luc Lagardère (dueño de un imperio con marcas tan fructuosas como la editorial Hachette o el fabricante de misiles Matra) se encontraba ingresado en el hospital después de haberse sometido e una operación de cadera. Pocos días después, Lagardère fallecía repentinamente a causa de una infección a los 75 años dejando su sucesión sin preparar. Los años siguientes a su muerte fueron la un desmantelamiento total del proyecto al que había dedicado toda su vida. El hijo de Lagardère vendió o renunció a todo lo que su padre le había dejado como herencia.

Dejar atado el legado

Tras este episodio, Arnault se puso a trabajar. Lo hizo en dos direcciones. La primera pasaba por toda la parte farragosa y de papeles para dejar todo el pastel repartido y sin posibilidad de que alguno de los herederos quedara mal parado. La segunda, pasaba por preparar a sus cinco hijos. Y ha decidido hacerlo de una forma que ha llamado la atención del sector empresarial, sobre todo por sus similitudes con la historia que transcurre en la exitosa serie Succession. Así, y según recoge The Wall Street Journal, el magnate reúne una vez al mes a sus vástagos en un comedor privado de la sede de LVMH para hacerles pasar por una especie de cásting. El almuerzo se alarga durante 90 minutos, un tiempo durante el que el francés lee a sus sucesores diferentes temas de debate que ha preparado en su iPad para conocer cómo se desenvuelven en este aspecto. A continuación, pide a cada uno de ellos su opinión sobre cómo ven distintos aspectos de las empresas que conforman el conglomerado, prestando especial atención a determinados directivos de la empresa o posibles compras y reorganizaciones de las marcas.

Años en el negocio

Los hijos de Arnault conocen el negocio. Llevan años trabajando en él. Cada uno se sitúa al frente de algún puesto de responsabilidad. Los dos mayores parecen postularse como herederos del sillón de su padre. Delphine Arnault, de 48 años, fue nombrada en enero consejera delegada de Christian Dior, la segunda marca del grupo. Mientras que Antoine, de 45 años, se convertía pocas semanas antes en el director general de la sociedad cotizada que posee la participación familiar en LVMH. Ambos son hijos del primer matrimonio de Bernard Arnault.

Del segundo, el magnate tiene tres retoños. Que, a pesar de su juventud, tampoco se han quedado atrás. Alexandre (de 30 años) es actualmente vicepresidente ejecutivo de Tiffany & Co, pero antes se había situado al frente del fabricante alemán de maletas Rimowa, una empresa que de hecho se incorporó a la matriz familiar gracias al treintañero. Fue esta operación la que le granjeó la confianza total de su padre. Tras proponerle la adquisición, el progenitor respondió a Alexandre que veía difícil lograr el visto bueno de la venta por parte de la familia propietaria de la marca. Pero Alexandre se enrocó y finalmente logró incluir a Rimowa en la familia LVMH.

El siguiente en la línea es Frédéric. A sus 28 años dirige la marca de relojes Tag Heuer y lo ha hecho lleno de ideas frescas. La firma, que cuenta con más de 160 años de historia, ha firmado alianzas con firmas tan sorprendentes como Porsche o Nintendo en un intento por atraer público algo más rejuvenecido a sus tiendas.

El más joven de la dinastía del lujo, Jean, ha entrado de manera discreta en el universo LVMH. Pero se ha ganado el respeto de muchos de los pesos pesados de la compañía. Con 24 años ya desempeña el puesto de director de Márketing y Desarrollo de la división de relojes de Louis Vuitton. Aquí, al igual que sus hermanos, tendrá que bregarse antes de dar el salto a lugares de mayor rango.

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