Así es el Swatch que se ha convertido en el reloj favorito del Rey Felipe VI

Así es el Swatch que se ha convertido en el reloj favorito del Rey Felipe VI. Después de alternar relojes a lo largo de su trayectoria, parece que Felipe VI ha encontrado uno por el que se decanta en casi todas las ocasiones (y que solo cuesta 155 euros).

Aunque el rey Felipe VI parece no haber heredado la grandísima pasión de su padre hacia los relojes (con Juan Carlos I comparte eso sí la costumbre de ponérselos en la muñeca derecha, a pesar de ser diestro), sí que se la ha visto a lo largo de los años con modelos bastante interesantes.


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Para su proclamación en 2012 eligió por ejemplo un precioso Cartier Roadster con correa azul, un reloj deportivo que homenajea al automovilismo vintage y que curiosamente la firma dejó de fabricar ese mismo año (en el mercado del coleccionismo tiene mucho éxito). Antes de ser monarca también acostumbraba a llevar un Santos de Cartier en acero, lo que no extraña dada la estrecha vinculación entre la maison y la familia real española, que data de los tiempos de Alfonso XIII y Victoria Eugenia.

Dada su formación militar y su condición de capitán general del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire, no es una sorpresa tampoco que durante buena parte de la pasada década llevase un Breitling Aerospace EVO con caja de titanio, un reloj de piloto ultrapreciso y de alto rendimiento (el príncipe Harry, que como se sabe realizó incursiones en Afganistán con el ejército británico, también se le ha visto en muchas ocasiones con un Aerospace en otra variante).

Es normal también que un gran aficionado al deporte de la vela como él cuente asimismo con una serie de modelos de lujo relacionados con el mar, como un Audemars Piguet Royal Oak City of Sails (otra rareza codiciada por coleccionistas), un Panerai Luminor Marina, un Corum Admiral’s Cup o un Omega Seamaster (el reloj de James Bond y el de cabecera del príncipe Guillermo de Gales desde que le regalara uno su madre; hay que recordar también que Omega es la Cronometradora Oficial en los Juegos Olímpicos y en 1992 el actual rey compitió en los de Barcelona).

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De todo ello se puede deducir que Felipe VI tiene muy en cuenta tanto la funcionalidad como su propia personalidad a la hora de elegir los relojes que se pone, y desde el año pasado parece que solo se decanta por uno en particular para casi todas las ocasiones: le hemos visto con él de vacaciones en Mallorca con ropa informal, supervisando maniobras militares de uniforme, en actos institucionales con traje y corbata e incluso en la recepción previa a la coronación que Carlos III organizó la semana pasada en el palacio de Buckingham.

Se trata de un Swatch, en concreto de un Swatch Sistem Damier SUTB406 por el que parece sentir mucho apego (aquí entramos en el terreno de la pura especulación, pero no extrañaría que fuera un obsequio de alguien cercano a él). Es también un reloj funcional, práctico, ligero y en tonos oscuros, características por las que aparenta sentir querencia, además de que su bisel rojiblanco se puede interpretar como un guiño (intencionado o no) a su equipo de fútbol del alma, el Atlético de Madrid.

A pesar de que Swatch es especialmente conocida por sus relojes de cuarzo (no en vano salvaron a la industria relojera suiza a principios de los 80, cuando tenía prácticamente la soga en el cuello ante su incapacidad para hacer frente a la competencia asiática), el de Felipe VI pertenece a la gama de los automáticos (es decir, los que funcionan sin necesidad de pila o de dar cuerda), que la marca perfeccionó de manera revolucionaria para celebrar su 30º aniversario.

Siguiendo su máxima de lanzar relojes precisos con atractivos diseños y a precios muy asequibles, Swatch innovó a través de 16 patentes para presentar en 2013 el SISTEM51, un movimiento mecánico automático fabricado únicamente con 51 componentes (como el Swatch original), cuando lo normal es que se requieran centenares. Primó la eficiencia (el escape no tiene regulador y la velocidad se ajusta con láser, por lo que no requiere de ajustes manuales) sin comprometer la precisión y el rendimiento (cuenta con ventanilla de fecha y 90 horas de reserva de marcha, es decir, que aún cuando el movimiento no está activado por los movimientos naturales de la muñeca, sigue funcionando casi cuatro días en reposo).

Todo manteniendo los precios habituales de la marca, ya que el Swatch del rey se vende en la web oficial (actualmente no hay stock de ese modelo en particular, pero se pueden encontrar muchos similares) por 155 euros.

Los relojes de la firma pasan actualmente por otro periodo de bonanza, especialmente después de que el año pasado se presentara la colección MoonSwatch, la colaboración entre Omega y Swatch para lanzar versiones lúdicas, coloridas y asequibles del Speedmaster, el icónico reloj de la primera y uno de los más codiciados del mundo por ser, entre otras cosas, el que acompañó a Neil Armstrong y Buzz Aldrin en el Módulo Lunar el 21 de julio de 1969 (de ahí que también se le conozca como Moonwatch). El éxito de los MoonSwatch fue inmediato y la demanda superó en mucho a la oferta (algo que a día de hoy aún persiste), convirtiendo a estos modelos en uno de los grandes objetos de deseo de los últimos años en la relojería y en la moda.

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