República Dominicana busca que su ron tenga Denominación de Origen

Vaso de ron

A simple vista y gusto Barceló Organic parece un ron como los demás, de color ámbar y con ese sabor complejo de alcohol añejado en barricas de roble, propio de esas bebidas espirituosas dominicanas.

Sus características de sostenibilidad ambiental, que lo diferencian del resto producido en la media isla, quedan al descubierto en su nombre y en la literatura del empaque, elaborado con fibras vegetales de caña de azúcar y tinta orgánica.


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Se trata del primer ron extraído de cañas de azúcar cultivadas en el campo orgánico certificado, de la empresa Ron Barceló SRL, una tendencia “verde” hacia la que está evolucionando la industria del ron dominicano, la cual genera alrededor de 120 millones de dólares (mdd) al año por concepto de exportación de la bebida, según datos de la Dirección General de Aduanas, y reporta al fisco más de 175 mdd al año, registra la Dirección General de Impuestos Internos.

Las mayoría de las fábricas tienen muy en cuenta avanzar hacia la producción amigable con el medioambiente, por lo cual algunas cambiaron de combustible heavy fuel oil a gas natural o la energía derivada de la biomasa para ejecutar sus procesos de destilación.

Por ejemplo, en Casa Brugal, fundada en 1888 y que acapara alrededor del 70% del mercado, más de la mitad del combustible que se utiliza en su proceso de destilación es un “biogás” sostenible que se obtiene a partir de un proceso de digestión anaeróbica de los fluidos que se derivan de sus operaciones.

República Dominicana es el cuarto exportador de ron a nivel mundial, después de Alemania, España y Cuba; siendo España el principal mercado, según un estudio de la Oficina de Tratados Comerciales Agrícolas, del Ministerio de Agricultura.

Tendencias de la industria

“La tendencia del mercado de bebidas alcohólicas es hacia un consumo más reducido, pero de mayor calidad y valor. Esto representa una gran oportunidad para el ron dominicano de posicionarse en el segmento súper premium a nivel internacional”, opina Augusto Ramírez, presidente ejecutivo de Brugal y Compañía.

Alrededor de 30 empresas roneras y dos destilerías de alcohol tienen licencia para operar en el país, cuya historia como productor de ron empezó a escribirse en 1852 con el establecimiento de la licorera Bermúdez.

“Los consumidores están valorando más la transparencia de las empresas, nos dicen ‘no me cuentes lo que haces sino cómo lo haces’, y también vemos que tienen una tendencia a productos que sean diferenciados con un valor añadido por lo que ellos estarían dispuestos a pagar un poco más”, indica Vinicio Subero, director global de Negocios y Cadena de Suministros de Ron Barceló.

De acuerdo al estudio “Sostenibilidad para empresas comerciales de consumo8”, elaborado por la firma Deloitte, el 84% de la generación milénica ha declarado que es su deber cambiar el mundo a través de lo que hacen y para quién trabajan. En este sentido, al momento de decidir una compra, esperan que los productos que consumen sean explícitamente “verdes”.

Ron Barceló SRL se convirtió en la primera compañía en todo el mundo en ostentar una certificación de Carbono Neutral y contar con la licencia Bilan Carbone®, una herramienta metodológica francesa para la cuantificación de sus emisiones de carbono.

Aunque de los 70,000 kilómetros de terreno que tienen sembrados de caña de azúcar, apenas dos kilómetros están certificados como orgánicos, Ron Barceló ha dado el primer paso para que otras compañías consideren ese tipo de producción. Actualmente produce unas 40,000 cajas al año de Barceló Organic, las que exporta a más de 80 países.

Subero indica que el plan de la fábrica es lograr que toda su producción sea orgánica dentro de los próximos 15 o 20 años, por lo que desde ahora trabajan en hacer la transición del uso de fertilizantes químicos a alimentar y proteger la planta con elementos naturales.

Las fábricas de Barceló y Brugal representan más del 90% de la producción de ron nacional, las que en conjunto embotellan alrededor de 5,000,000 de cajas de ron, la mayor parte es destinada a la exportación principalmente hacia España, Chile, Estados Unidos, Perú, Rusia y los países escandinavos.

Nombre propio

La Norma Dominicana 477 especifica cómo debe elaborarse la bebida espirituosa para considerarse ron de la República Dominicana. Entre esos mandamientos está que la fermentación alcohólica y la destilación debe derivarse exclusivamente de melazas, jarabes o jugo de azúcar de caña y que todo el proceso se realice en el país. Además, indica que el líquido debe tener al menos un año de añejamiento en barricas de roble, así como un grado de alcohol de un 37.3%.

El respeto a esas reglas por parte de los fabricantes de ron ha sido determinante para que la bebida dominicana haya moldeado sus características particulares y alcanzado una calidad excepcional, reconocida en premiaciones internacionales. Por ejemplo, este año el ron Brugal 1888, doblemente añejado, se alzó con medalla doble oro en la Competencia Internacional de Bebidas Espirituosas de Nueva York (NYISC), que es una evaluación que se realiza cada primavera.

Como una forma de preservar esa buena reputación, unas cinco empresas agrupadas en la Asociación Dominicana de Productores de Ron (Adopron) solicitó hace alrededor de cinco años ante la Oficina Nacional de la Propiedad Industrial (Onapi) que se le atribuya por ley el título de Denominación de Origen al ron dominicano que cumpla con esas características.

Subero explica que la denominación de origen evitará que empresas que incumplan ciertas normas de elaboración de la bebida, se beneficien del prestigio de llevar el nombre de “ron dominicano”.

“Si se comercializa sin ese aval, entonces ya el ron dominicano, ese activo que tiene el país, empezará a deteriorarse porque la calidad será cuestionable como consecuencia de productos que no cumplen con tantas exigencias”, dice el ejecutivo.

La propuesta de Adopron, un gremio integrado por Casa Brugal, Ron Barceló SRL, Vinícola del Norte, Isidro Bordas y Yazoo Investment, todavía está en estudio, pues encontró objeción de parte de pequeños productores agrupados en la Asociación de Roneros Dominicanos (ARDO).

El presidente de ARDO, Pedro Ramón López Oliver, argumenta que en República Dominicana no hay suficiente caña de azúcar para suplir la demanda de alcohol que tiene el país, por lo cual, dijo, productores de ron se ven compelidos a importar alcohol destilado desde Centroamérica, principalmente de Guatemala y Costa Rica. Además, dice, en esos países los precios son más bajos que en la media isla.

“Si se establece eso, quedarían fuera muchos productores dominicanos”, opina López Oliver, que produce alrededor de 100,000 cajas al año, de las que exporta el 80%.

“Si se exige que el alcohol sea destilado en el país aunque la materia prima, que es la melaza, sea importada, eso no cumple con las reglas internacionales para ser denominación de origen”, agrega el empresario de una trayectoria de más de 25 años produciendo su ron de la marca Oliver en el modelo zona franca.

Opina que de aprobarse esa propuesta se estaría fortaleciendo el “oligopolio”, que considera existe en el país, donde dos marcas se reparten la mayor parte del mercado.

En 2018 la Onapi rechazó los argumentos de quienes se oponen a la denominación de origen, a la vez que reivindicó el derecho de los dominicanos a proteger su principal destilado. Sin embargo, tampoco acogió la solicitud de Adopron.

La entidad ordenó a que se realicen algunos cambios al planteamiento presentado, como por ejemplo, recomendó que los que siembran caña sean incluidos en el disfrute del título solicitado, para garantizar el uso exclusivo de las plantas cultivadas en el país. Con esa determinación, queda excluida la posibilidad de que un ronero que use alcohol importado pueda añadir a su marca la leyenda “Ron Dominicano Denominación de Origen Protegida”.
Actualmente, aún se trabaja en la redacción de un nuevo texto para que sea evaluado por la Onapi.

Desafíos

La industria del ron tiene tres principales retos que superar: la evasión fiscal por parte de empresas formales, la falsificación de bebidas y, por último, el contrabando de materia prima y productos terminado, a juicio de la directora ejecutiva de Adopron, Aguie Lendor.

“Todavía nos hace falta un régimen de consecuencias contra el comercio de alcohol ilícito. Creemos que es importante profundizar en las investigaciones y tener casos que puedan ser judicializados”, dice Lendor.

La falsificación de bebidas, que se comercializan alegando que es ron, incluso ofrecidas usurpando botellas de marcas reconocidas, cobró la vida de unas 147 personas en los primeros cuatro meses de este año,nsegún registros del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, pues se trata de un producto que es fabricado con metanol, un tipo de alcohol letal si se utiliza en cantidades desproporcionadas.

Por esa razón se desató una campaña de educación al consumidor para que identifique las bebidas falsificadas y prefiera escoger marcas de calidad probada. Ninguna empresa ha reportado pérdidas como consecuencia de esa situación que atenta contra el buen nombre del ron dominicano.

En cuanto a la responsabilidad fiscal del sector, registros de la DGII evidencian que a partir del 2012, año en que la tasa de impuestos a este rubro inició una escalada de aumentos, empezó a descender a casi dos millones de litros por año hasta la fecha la cantidad de ron reportado, por ende, ha bajado también la recaudación tributaria.

Lendor señala que empresas que evaden los impuestos tienen la posibilidad de vender a un precio más bajo, desequilibrando la competencia frente a los jugadores que sí honran los pagos.

Los impuestos del sector consisten en un selectivo específico, qué es atribuido dependiendo del grado alcohólico y el tamaño de la botella, un Ad valorem que corresponde al 10% del valor de la lista de precios, más un 18% de Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS).

El economista Nassim Alemany, analista del sector, explica que hasta la fecha las ventas declaradas de ron han caído en un 20%, lo cual atribuye al aumento en la tasa efectiva de tributación, que pasó de un 53% en 2012 a un 66% en 2020.

“Todavía no se ha podido recuperar el volumen perdido, causado por la evasión fiscal que produjo, en gran parte, el aumento de los impuestos en la industria, lo cual generó un incentivo perverso hacia la evasión para poder vender el producto a precios injustificables en el mercado”, dice el economista.

Alemany estima que anualmente el gobierno deja de recibir más de 18 millones de dólares por impuestos no pagados a causa de la evasión fiscal.

La industria ronera dominicana tiene a su favor una trayectoria centenaria de la que ha acumulado una basta experiencia que le permite conocer a profundidad la esencia de ese renglón de bebidas espirituosas y saber responder ante los retos que se le presentan. A la par de la guardia para proteger su bien ganada reputación, los roneros pretenden ahora fortalecer los mercados en los que tienen presencia y sumar otros a sus conquistas, sobre todo oportunidades en África y Asia.