Roberto Busel: En un año bisagra, tendencias y paisajes desde 2022 hacia el futuro

Roberto Busel, Presidente del Consejo de Administración NMC Chile en NMC sa

Nos estamos enfrentando a un nuevo orden comercial que irá cambiando después de más de 200 años de existencia y complementariamente, la historia nos recuerda que a partir de 1945 la mayoría de los líderes del mundo convinieron al apoyo de un comercio más libre con la idea de que los mercados más abiertos promueven la innovación, la competencia y el crecimiento. Se estableció el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) fundado en 1948, y luego después se transformó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995.

La OMC fue un logro extraordinario. Por primera vez, y casi exclusivamente para las instituciones internacionales, el sistema incluía una solución vinculante de controversias, de modo que las víctimas de la infracción de las reglas pudieran obtener una reparación. Los países grandes ya no podían dar vueltas y asumir que cualquier daño a otros no tenía consecuencias. Tal era la fe depositada en la nueva institución que, cuando China se unió tardíamente a ella en 2001, muchos en Occidente esperaban que condujera a una convergencia económica y política con las democracias ricas.


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Se permitieron excepciones dentro del sistema basado en reglas las que fueron vigiladas cuidadosamente. Se permitió la protección del medio ambiente como justificación de algunas restricciones comerciales, pero no más de lo absolutamente necesario. Los grupos de presión laborales que se quejaban de la competencia desleal fueron denunciados como proteccionistas por quienes veían las diferencias de costos como formas legítimas de ventaja comparativa. No solo las economías se beneficiarían de estar unidas, sino que un crecimiento más rápido significaría normas ambientales y laborales más estrictas. Todo esto se tradujo en tarifas generalmente más bajas. Entre 1990 y 2017, el arancel global promedio ponderado por el comercio aplicado según las normas de la OMC se redujo en 4,2 puntos porcentuales. La caída fue mayor en los países más pobres y los aranceles de China cayeron en 28 puntos, los de India en 51 puntos y los de Brasil en 10 puntos. Vimos un impulso para acuerdos comerciales bilaterales y regionales, que se expandieron de alrededor de cincuenta desde principios de la década de 1990 a más de 300 en 2019. Este sistema apoyó una explosión del comercio mundial como porcentaje de la producción bruta, de alrededor del 30% a principios de la década de 1970 al 60% a principios de la década de 2010. Durante el mismo período, las complejas cadenas de suministro globales crecieron de alrededor del 37% al 50% del comercio total. El libre comercio trajo niveles de vida más altos en todo el mundo.

En la actualidad, tiempo de Covid, finales del 2021; estamos ante un gran proceso de transformación. Una revolución económica que a muchos les gusta llamar “la Cuarta Revolución Industrial”.

Caminando por las ciudades de Europa y de Estados Unidos producto de la conversación con la gente de la calle, empresarios, emprendedores y banqueros en cada continente es posible ver estos cambios de manera irreversible.

En Europa, somos testigos de países con un mejor acceso a internet de alta velocidad, un servicio de telefonía celular más económico, trenes de alta velocidad que llevan a la gente entre las principales ciudades a más de 200 kilómetros por hora y aeropuertos están conectados al sistema de metro local. Muchas personas ya tienen incorporada una mirada estratégica para construir la infraestructura necesaria que les permita cumplir con las normas de carbono cero que les esperan al 2050.

La economía de Estados Unidos sufre un problema que se puede considerar como un trastorno por déficit de inversión donde durante varias décadas han gastado montos enormes en consumo de corto plazo e ignoran las necesidades a largo plazo de una economía moderna.  La infraestructura en general es obsoleta y no existe conciencia de alcanzar un futuro sustentable. Los bancos siguen maravillados con las fuertes ganancias en Wall Street.

Gracias a la bisagra, contamos con muchos elementos y tendencias para el 2022 que nos permiten esbozar algunos paisajes para los meses venideros:

–      Covid-19: Para las personas vacunadas en el mundo desarrollado, el virus ya no será una amenaza para la vida. Pero aún representará un peligro mortal en el mundo en desarrollo.

–      Inflación: Las interrupciones de la cadena de suministro y un aumento en la demanda de energía han hecho subir los precios. Los banqueros centrales de muchos países dicen que es temporal, pero no todo el mundo les cree.

–      El futuro del trabajo: Existe un amplio consenso de que el futuro será híbrido y que muchas personas pasarán más días trabajando desde sus casas.

–      Los gigantes tecnológicos: Solo China está actuando en esta materia atacando a sus empresas de tecnología con mucha represión. Estados Unidos y Europa atados de mano de cómo actúan contra ellos.

–      Criptografía: Existirá una lucha a tres bandos por el futuro de las finanzas, entre las cripto monedas y las cadenas de bloques, las empresas de tecnología más tradicionales y los bancos centrales.

–      Viajes y turismo: La actividad se está recuperando a medida que las economías se reabren. Muchos países que siguieron una estrategia de de Cero Covid se enfrentarán a la tarea de cómo gestionar la transición a un mundo en el que el virus será endémico. La mitad de los viajes de negocios se esfumaron para siempre.

–      Nuevas tecnologías: Bombas de calor (refrigeradores que funcionan en reversa que fuerzan la entrada de calor desde el exterior hacia el interior de los ambientes), aviones propulsados ​​por hidrógeno, captura directa desde el aire del CO2 y convertirlo en forma mineral, crecimiento de la agricultura vertical cultivando plantas en bandejas apiladas en un entorno cerrado y controlado, drones de reparto de mercadería, casas impresas en 3D con materiales salen desde una boquilla en forma de espuma que luego se endurece, rastreadores de salud portátiles con nuevos sensores capaces de medir los niveles de glucosa y alcohol en la sangre, la presión arterial y la temperatura corporal y carnes y pescados artificiales cultivadas en biorreactores.

Desde la vereda geopolítica, podríamos avanzar en la cooperación entre los países en lucha contra el cambio climático, o generar mayores rivalidades en tecnología y nuevos organismos de gobernanza regional y nuevos conflictos abiertos. Los dirigentes chinos han convencido a sus ciudadanos de que el sistema político-económico en el que viven es el mejor del que han disfrutado en toda su muy larga historia. Ello tendrá un impacto al alza en su peso geopolítico e incluso ideológico. China tolerará cada vez menos injerencias extranjeras en sus intereses geopolíticos inmediatos y en materia de libertades y derechos humanos internos.

El proceso de vacunación global se acelerará, aunque aún tardará en cubrir una mayoría del mundo. No se avanza hacia una recuperación, sino que a una auténtica transformación entre sociedades.

El capitalismo cambiará del neoliberalismo con una prioridad a los accionistas y al beneficio de las empresas, por uno que tome en cuenta más a las comunidades. Habrá una consideración renovada de los bienes públicos o comunes desde el medioambiente, con progresos a este respecto a la salud, pasando también por las necesidades esenciales de la digitalización y la conectividad.

China y Estados Unidos seguirán siendo competidores, pero gestionando sus diferencias de modo a no generar inestabilidades que acaben escapando a su control, e incluso podrían ser  capaces de reformar la OMC, la OMS y otras instituciones.

Somos testigos de tres modelos muy distintos de políticas de recuperación, y en el 2022 tendremos la oportunidad de verificar cuál tendrá más éxito. Por un lado, el de Estados Unidos en el que predominan las ayudas a personas y sus familias, antes que a las empresas, y en segundo paso, recursos dirigidos a la infraestructura. El modelo de Europa, con un sistema de ayudas al mantenimiento suspendido del empleo, ciertas ayudas directas a las empresas y un plan europeo, con fondos comunes que irán a proyectos empresariales para transformar la economía y reducir algunas distancias digitalización respecto a China donde la inyección en la economía se expande más en el tiempo y está pensada en una gran transformación de la economía. Finalmente, está el modelo de China, potenciado la llamada doble circulación, que entrega un impulso al consumo interno y a la exportación a medida que sus productos escalan en valor añadido, gracias a su cuantiosa inversión en tecnología.

Las restricciones que hemos vivido por efectos del Covid han obligado a la automatización en muchas industrias y servicios. Muchas empresas no volverán a su proceso de producción anterior, incluso después de que los centros de trabajo sean seguros para volver a ellos. El progreso en inteligencia artificial y formas conexas de tecnologías de automatización amenaza con revertir los avances que los países en desarrollo y los mercados emergentes han experimentado al integrarse en la economía mundial en el último medio siglo, agravando la pobreza y la desigualdad.

La globalización ya está cambiando. Muchos países y empresas se han percatado de que las cadenas de suministros, sobre todo de algunos estratégicos como los sanitarios o los chips, eran demasiado largas y dependientes de Asia, y en particular de China. Es inminente que el deseo apunta a acortar estos procesos. Son cambios que no se hacen de un día para otro, y en los que 2022 podría marcar un punto de inflexión en las realidades. Veremos a Europa en una carrera hacia ser una potencia notable en semiconductores, en datos y en Inteligencia Artificial.

Es probable que ninguno de todos los paisajes descritos se plasmarán en su totalidad, pero sí vamos a encontrar alguna combinación de ellos.

La esperanza de todos los habitantes del planeta es contar con un mundo más ordenado. No se trata de un regreso al pasado. La recuperación no es el término adecuado para entender el futuro inmediato, sino más bien pensemos en una reconstrucción, donde definitivamente tendremos la oportunidad de pensar que debemos aprovechar el futuro para una transformación.

Por mi parte, no se trata de hacer pronósticos, sino de apuntar a lo que hay que estar mirando: El 2022 estará dominado por la necesidad de adaptarse a las nuevas realidades posteriores a la pandemia.

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