¿Por qué Chile no se ha desarrollado aún?

Manuel Letzkus Palavecino y David Álvarez Maldonado

Por Manuel Letzkus Palavecino y David Álvarez Maldonado 

Académicos de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM


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La inferioridad económica de Chile, en comparación con diferentes países más pequeños, con menos población y con menos recursos naturales, es un cuestionamiento constante entre la élite política del país. Esta situación de subdesarrollo no es explicable únicamente debido a pertenecer a un continente en permanente crisis, como lo es América Latina, porque el territorio chileno se encuentra ampliamente conectado al mundo mediante su franja de costa y la vecindad no genera impactos decisivos en su economía en un contexto globalizado. Tampoco es explicable esta menor capacidad económica por la falaz indicación hacia una supuesta raza chilena, porque la población chilena es multiétnica y de diversos orígenes, además de que -científicamente hablando- las razas no existen. La causa más próxima a la inferioridad de la economía chilena debemos encontrarla en las mismas decisiones de la élite política.

En búsqueda del desarrollo económico se explotaron -primero- las ventajas propias del territorio, es decir, recursos naturales cercanos a puertos marítimos. En este marco, y orientados por la intención de aprovechar las oportunidades que el escenario internacional presentaba, Chile se especializó en exportar materias primas, generando una economía fundamentalmente basada en el comercio exterior.

Esta oportunidad permitió dividendos económicos a un país acostumbrado a la pobreza, por lo que la exportación de materias primas fue una estrategia muy valorada, a la cual la élite política se aferró como mecanismo de subsistencia. Esta decisión que fortaleció el comercio chileno no ha producido el esperado desarrollo de la misma matriz económica, debido a que el país funciona como un fenómeno comercial integrado a las industriales globales, en que su única ventaja aprovechada es contar con recursos naturales suficientes y próximos a una vía marítima de transporte.

Durante el siglo XX se intentó superar esta situación de subdesarrollo, mediante la promoción de una industria local que pudiera competir con la industria global. Sin embargo, la decisión no fue desarrollar el capital humano, la ciencia y la tecnología; la estrategia política consistió en promover el nacionalismo y el proteccionismo, cerrando las fronteras al comercio internacional, sustituyendo importaciones por productos industriales elaborados localmente. El resultado de esta política nacionalista fue catastrófico, debido a que los productos elaborados localmente eran más costos y de inferior calidad, empobreciendo a la economía chilena, en comparación con la estrategia de aprovechar sus ventajas comparativas en un contexto de comercio global.

Ante esta situación histórica, el país decidió abandonar sus pretensiones de industrialización y restringirse a la probada receta de exportar materias primas e importar productos industriales de otros territorios. El problema de esta estrategia no es su baja efectividad, debido a que cumple con aumentar la disponibilidad de bienes para satisfacer necesidades de las personas de la economía chilena. El problema es que esta estrategia tiene éxito en la medida que funcione el comercio global, teniendo su motor fuera del territorio chileno. De esta forma, el corazón de la economía chilena está en manos de diferentes países a nivel internacional, que pueden tomar decisiones que perjudiquen el comercio global, como los conflictos bélicos, afectando directamente la economía chilena, generando que sea imposible controlar las variables económicas que sustenten el desarrollo.

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