Opinión: El Covid y el patrimonio de las familias empresarias

Teletrabajo o presencialidad

Nadie hubiera podido imaginar lo que se venía encima este 2020 y la realidad ha superado a la ficción con creces. El impacto en nuestra salud o las difíciles circunstancias a las que se han enfrentado las familias nos pueden parecer ya lejanas, pese a que ocurrieron hace apenas unas semanas. Y no podemos tampoco abstraernos del relevante impacto que tiene esta realidad en lo económico y en el patrimonio de las familias empresarias, representadas por las oficinas familiares o single family offices (FO).

En este contexto, desde el pasado mes de marzo se han intensificado las conversaciones con oficinas familiares de España y también del resto de Europa y Estados Unidos. Esta comunicación es esencial para escuchar, entender y promover enfoques con criterio que permitan enfrentar esta tormenta, que en forma de incertidumbre se ha cernido sobre nosotros. En estos tiempos se hace indispensable estar muy unidos y buscar, a través de buenas prácticas y la experiencia acumulada, alternativas a las familias, porque es difícil subsistir a esta situación en solitario.


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Conscientes del reto, los responsables de los FO están ya trabajando para redefinir sus planes estratégicos, ajustar sus estructuras, adaptar las políticas de inversión ajustadas al riesgo y revisar acuerdos familiares. Y para llevar a cabo esta tarea de forma adecuada es necesario tener en cuenta algunos factores esenciales.

En la actual coyuntura, nos encontramos, en primer lugar, con la imprescindible revisión de las métricas de rentabilidad riesgo de la estrategia inversora. Un FO debe seguir meticulosamente su planificación inversora, de acuerdo con sus parámetros ajustados de rentabilidad-riesgo, para lograr su objetivo de rentabilidad.

Los activos en los que invierten las Oficinas Familiares están sometidos a una enorme incertidumbre y como consecuencia tienen unos niveles de volatilidad por encima de cualquier entorno estable. Además, en contextos de incertidumbre, la liquidez es fundamental para ayudar a estabilizar el patrimonio y para aprovechar las oportunidades que surgirán en los próximos meses. En estos momentos, cash is king.

La segunda arista que hay que tener en cuenta viene de la mano de la tecnología, la nueva revolución en los negocios y en los patrimonios. Esta pandemia nos ha mostrado que gracias a los recursos tecnológicos hemos podido realizar todo tipo de actividades, negocios y procesos que antes no hubiéramos imaginado, y seguirá siendo así.

Las oficinas familiares han comenzado a digitalizar sus procesos y operativa, definiendo así un nuevo modelo de negocio. Y es que la digitalización no solo consiste en asegurar el acceso a la información relevante (inteligencia de negocios) desde cualquier lugar, sino que también implica protocolos robustos para salvaguardar la integridad de los datos que se transmiten en el ciberespacio. De esta forma se evitan fraudes cibernéticos, robo de identidad o phishing. Adicionalmente, el venture capital tecnológico se está consolidando como una preferencia estructural en la estrategia y las distribuciones de los activos de los FO. Y es que además de la oportunidad de inversión que genera, este asset class ofrece inteligencia de mercado directa en los negocios y en la oficina familiar.

En tercer lugar, en este nuevo entorno, la protección del talento es crucial. Las oficinas familiares operan frecuentemente con un equipo profesional especializado, reducido y adecuadamente retribuido. Probablemente los retornos de las oficinas familiares en 2020 estén en el rango bajo de los objetivos de rentabilidad, pero es precisamente en años como este cuando los equipos tienen la oportunidad de demostrar sus capacidades, haciendo un ejercicio de preservación de capital y de generación de valor hoy y de cara al futuro. Los equipos de FO deben sentirse respaldados y la visión a largo plazo debe ser compartida entre el equipo y los propietarios.

Y por último, cabe destacar la importancia de revisar los acuerdos familiares. Los planes de familia, que incluyen protocolos, acuerdos de accionistas, reglamentos de consejos de administración o testamentos, entre otros muchos aspectos, deben trabajarse desde la oficina familiar con una visión a largo plazo y en línea con el plan estratégico de la familia. En momentos de enorme turbulencia como los actuales puede ser interesante hacer un ejercicio sosegado de revisión y ajuste para que podamos, como familia empresaria, seguir navegando y hacer frente, con fortaleza, a las situaciones que se presentarán en el futuro.

No cabe duda de las dificultades que generan las crisis, aunque también son etapas de renovación y oportunidad que ofrecen la posibilidad de salir reforzados en nuestra estrategia inversora y en el modelo que la familia empresaria, como familia, había diseñado para el futuro. Las familias empresarias y sus oficinas familiares tienen una enorme capacidad de empuje, de talento y de criterio y pueden, por tanto, aprovechar esta gran crisis.

Por tanto, tampoco cabe duda de que trabajando unidos, con talento, esfuerzo, sacrificio, dedicación y con la vista puesta en el futuro y la mano firme en el timón podremos seguir hacia adelante.

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