Opinión: Disrupción, talento híbrido y transformación de personas

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Para sobrevivir en un entorno como el que acontece se requiere de una alta dosis de mentalidad disruptiva en la dirección y en la gestión de las organizaciones y, como postula este medio, de talento y de profesionales que, además de innovadores, sean disruptores, desde la base hasta el ápice estratégico.

Recientemente, en un think tank con un grupo de directivos, me preguntaban por el verdadero significado del vocablo ‘disrupción’ y de sus diferentes derivadas. La acepción del término disruptivo, de origen inglés disruptive, es utilizada para definir aquella situación en las que se produce una ruptura brusca y transcendental. Actualmente, dicho término es utilizado, en un sentido simbólico, en ámbitos como el económico o tecnológico en referencia a algo que precipita un importante cambio, contundente y determinante.


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Clayton Christensen, profesor en Harvard Business School, realizó una aproximación de dicho término al mundo digital, acuñando innovación disruptiva como aquella en la que se utilizan tecnologías sofisticadas para trasformar un servicio o un producto que es complicado y caro, en un producto simple y económico. En mi opinión, esta praxis, hoy en día, no solo es aplicable a cualquier ámbito de la vida, sino que es necesario hacerlo.

Si quieres resultados distintos, sé disruptivo

En la pared de mi despacho suelo tener la foto de uno de mis más admirados personajes, Albert Einstein, y una de las mentes más brillantes y disruptivas de la historia de la humanidad. A su retrato le acompaña una de sus citas más célebres: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

La razón de tener presente al valiente autor de la ‘Teoría de la Relatividad’ radica en la importancia de que, en todo momento, más allá del equipo directivo, cualquier persona de la organización (proveedores, clientes u otro stakeholder que participen en las diferentes reuniones) al verlo interioricen la importancia de pensar diferente, sin miedo y además continuamente; especialmente en un entorno tan global, dinámico, turbulento, cambiante e incluso agresivo, desde el punto de vista competitivo, como el que acontece, al que hoy denominan mundo VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo).

Sin embargo, la disrupción no debe ser un fin en sí mismo, sino una herramienta metodológica orientada a resultados, con foco en generar un valor tangible, bien para la organización a modo de eficiencia o bien para el cliente y para el usuario en forma de una mejor experiencia de uso o de consumo. Un valor por el que alguien esté dispuesto a pagar por él y que, por tanto, sea monetizable por la organización y mejore la cuenta de resultados.

Actualmente, vivimos una burbuja y una efervescencia en el uso de determinados conceptos como el de disrupción e innovación, que muchos, tocando de oído, sin conocimiento y sin otro objeto más allá que el del puro marketing, la moda o el postureo utilizan gratuitamente sin una auténtica, correcta y pragmática razón de ser.

Recomiendo el libro ‘El dilema del innovador: Cuando las nuevas tecnologías causan la caída de grandes empresas’, donde el autor explica por qué el avance tecnológico puede llevar a las empresas tradicionales a sucumbir.

La disrupción coherente

En mis reuniones con los diferentes equipos de las organizaciones con los que interactúo enfatizo en la importancia de lo que yo denomino disrupción coherente, es decir, sin improvisación, con coherencia, alineada con la visión, la misión y la cultura de la empresa, especialmente aquella implementada en procesos de transformación digital.

Todo cambio, de forma directa o colateral, afecta de manera transversal a toda la organización, impactando, en mayor o menor medida, en la relación con los clientes y con los proveedores, en los productos y servicios que ofrecemos, en la imagen de la organización, y, especialmente, en el activo más valioso e importante de la organización, el capital humano, en las personas, limitando o incrementado su productividad.

La disrupción no es un tema baladí y requiere de buenas prácticas. Para su éxito, cualquier iniciativa disruptiva debe ser comunicada, entendida, deseada e impulsada por todo el equipo, de abajo arriba y de arriba abajo. Y con metodología.

La disrupción va de hibridación de talento y de transformación de personas, porque con la simple adquisición de las últimas tecnologías no es suficiente. Es clave la interiorización por parte de todas las personas de la organización que es de vital importancia un cambio de mentalidad hacia el pensamiento disruptivo.

La mejor manera de inocular cambios y tecnologías disruptivas en una organización con éxito radica en la hibridación del talento digital externo con el talento interno responsable del core business de la organización.

Es clave explorar todas aquellas tecnologías disruptivas que existen en todo el universo digital y desconocidas por la organización, detectar y testar aquellas susceptibles de aportar valor nuestra organización. Tecnologías como la inteligencia artificial, el big bata, el blockchain, la nube, la robótica, el internet de las cosas, la impresión a 3D o, en un cercano futuro, la computación cuántica, entre otras.

¿Cómo hibridar talento?

Sea una organización tanto pública como privada, la metodología para hibridar talento consiste en crear pequeños equipos de alto rendimiento formados, por un lado, por personas internas de la organización expertas en el core bussiness sin dichos conocimientos tecnológicos y, por otro lado, profesionales externos especializados en dichas tecnologías desconocedores en profundidad del negocio de la organización. Es decir, tecnólogos externos que no saben nada del negocio con profesionales internos que no saben nada, o levemente, sobre dichas tecnologías disruptivas.

En entornos que motiven y que generen la creatividad, comenzamos por sesiones think tank, con procesos de brainstorming o tormenta de ideas, en el que todos expliquen qué hacen y cómo lo hacen (‘Cuéntame tú lo que haces cada día en tu puesto de trabajo y yo te cuento lo que es capaza de hacer esta tecnología’). El objetivo es, juntos, descubrir que puede hacer esta tecnología disruptiva para mejorar nuestro día a día, detectar su aplicación real y pragmática en alguna parte de la cadena de valor de la organización. Ocurre también una formación bidireccional.

Posteriormente, a través de metodologías ágiles y de design thinking, proponer y desarrollar proyectos piloto orientados a generar valor a la organización, que una vez testados, en caso de éxito, sean escalados.

En el sector de la salud, en la educación, en cualquier industria, en la agricultura, en todos los ámbitos es posible. Se trata de buscar soluciones a problemas o mejoras a las existentes gracias una ‘innovación disruptiva’ obtenida de la fusión de los dos talentos; uno digital externo y otro docto en core business interno.

Todos los sectores pueden y deben hibridar

Como he manifestado al inicio del artículo, no solo es posible ser diruptivos, pensar diferente e hibridar en cualquier ámbito de la vida, sino que es de obligado cumplimiento para sobrevivir en cualquier sector. En el de la salud, en la agricultura, en la industria, en el turismo o en el financiero, entre otros, y tanto en el ámbito público como en el privado.

Sobre logros, gracias a la hibridación de talento digital con talento del sector salud, comentaba con Javier García, presidente de la Unión Internacional de Química, director del Instituto de Nanotecnología de la Universidad de Alicante y emprendedor en el MIT, los avances ante enfermedades como el cáncer resultado de la hibridación de tecnologías como la robótica y la nanotecnología con la medicina. Un ejemplo los nanorobots en el tratamiento de tumores. O la inteligencia artificial aplicada al diagnóstico y detección de carcinomas.

Alfredo Bataller, CEO de SHA Wellness Clinic, me hablaba del potencial de la aplicación de las tecnologías como el big data o la inteligencia artificial en el campo del comportamiento humano, el bienestar y hábitos de consumo con foco en la medicina preventiva, destacaba la monitorización del paciente y su seguimiento a distancia gracias al internet de las cosas o la innovación en la medicina genómica.

En administraciones públicas, para un reciente informe sobre cómo la innovación y la tecnología disruptiva pueden ayudar a mejorar la Administración de Justicia, analicé, entre otros, junto con Olga Blanco, executive partner IBM Portugal, Greece & Israel; y Miguel Camacho, doctor en Matemáticas, inspector de la Policía Nacional y coordinador de Innovación Tecnológica y Ciberseguridad en el Consejo de Estado, cómo la inteligencia artificial, el machine learnig, el data mining o el procesamiento del lenguaje natural (NLP) y la robótica de procesos pueden reducir atascos en los procesos judiciales, generar más transparencia, ahorrar costes y mejorar la eficacia. Siendo clave la colaboración y la hibridación del talento jurídico interno y externo digital.

Recuerdo durante mi época como director de Suma Gestión Tributaria la hibridación del talento digital de expertos de IBM con el talento tributario de especialista del organismo tributario, que desembocó en un proyecto piloto para la lectura de documentos públicos de manera automática gracias a la inteligencia artificial de Watson de IBM para generar eficiencia y liberar de tareas tediosas y de poco valor añadido al equipo humano.

O cómo gracias a la colaboración entre expertos en blockchain del grupo BAES de la Universidad de Alicante y personal de SUMA se trabajó en un proyecto con foco en la trazabilidad de las sanciones de tráfico y la ‘tokenización’ de vehículos.

En resumen, la verdadera disrupción va más allá de la pura introducción de tecnologías disruptivas en la organización. El verdadero reto es conseguir la transformación de personas y el cambio cultural de la entidad, una catarsis en la forma de pensar, de actuar y de ejecutar del modelo tradicional, para hacerlo con una mentalidad de disrupción coherente, sin miedo y en equipo.

Y para ello, es clave abrir las ventanas, que, entre aire fresco, nuevas ideas, que se queden, que hibriden con el know how interno y que, colaborando juntos, orientados a resultados, hacer que las cosas pasen de forma diferente.

 

 

 

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