Opinión: Comercio justo puede ser clave para el retail

En 1988, se lanzó en Holanda la primera certificación de calidad de comercio justo: Max Havelaar. Con ella, las organizaciones de caficultores de América Latina a pequeña escala y los consumidores responsables de Europa buscaban masificar las ventas de café y otros productos, que hasta aquel entonces solo se comercializaban en las llamadas “tiendas del mundo”, en ferias y círculos solidarios.

La primera certificación permitió el ingreso de los productos alimenticios de comercio justo al mundo del retail europeo, y luego norteamericano. Hoy la certificación Fairtrade, heredera de esa experiencia pionera, es la más difusa dentro del movimiento, pero no es la única.


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En Chile, además de muy reducidas experiencias (como los vinos o huevos certificados Fair For Life, los vinos Fairtrade o las artesanías WFTO), casi no existen productos de comercio justo en las góndolas de los supermercados. Vemos aquí un gran desafío para el retail chileno, que hace varios años estructura o pone en marcha diferentes estrategias de sostenibilidad a partir de sus programas de responsabilidad social.

A través de canales de comercialización de alcance regional, además, se podría fomentar el comercio justo sur-sur, entre países del continente. En la búsqueda de productores responsables y sostenibles, incluir las certificaciones de comercio justo significaría subir los estándares de compras en los ámbitos social, económico, ambiental y de los derechos humanos. No hace falta reinventar la rueda, basta aprovechar las experiencias construidas por los actores del comercio justo durante décadas.

Empezar con algunos pilotos en productos clave como el café, los plátanos, la miel o el cacao nos darían la oportunidad de conocer las respuestas de los consumidores a un relato y una realidad bien posicionados a nivel mundial.

Sin embargo, el comercio justo para el retail no puede significar solo comprar de proveedores certificados, sino de manera progresiva comprar según todos los principios del movimiento: el pago de un precio justo establecido a partir del diálogo con los productores y un premio social para las inversiones comunitarias de las organizaciones productoras; el pago en tiempos justos o por adelantado, de un 50 o 60% del valor total; y las relaciones transparentes y de largo plazo, entre la organización productora y la empresa compradora.

Estos principios pueden desafiar las políticas de compra de muchos retails. Sin embargo, así como hubo cambios concretos en las compras de muchos supermercados europeos o de otros países, lo mismo puede acontecer en Chile. Con voluntad y deseo de diferenciarse todo es posible.

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