Nuevo impuesto a las remesas que ingresan a Colombia, historia repetida

María Camila Gómez

Por: María Camila Gómez, Country Manager de Global66 Colombia

 Hay un nuevo debate sobre la mesa ante la posibilidad de que en la Reforma Tributaria, propuesta por el gobierno del Presidente Gustavo Petro, esté incluido un impuesto al dinero que envían los trabajadores que residen en el exterior a Colombia.


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El proceso de análisis económico mediante el cual se eligen las nuevas fuentes de recolección de impuestos no debería ser un mecanismo de acción/reacción. Si bien otros sectores de la economía están siendo gravados, cada caso debe ser analizado bajo múltiples escenarios y buscando el bien mayor en donde prime el crecimiento económico.

Cuando el dinero de las remesas ingresa al país, este se integra al sistema financiero y empieza a circular por los canales regulados. Esto significa que a este dinero le aplican los respectivos gravámenes financieros, por ejemplo el impuesto del 4×1000, como cualquier otra transacción que ingresa al sistema financiero de los colombianos.

En sentido estricto, el dinero de las remesas al estar en movimiento dentro del sistema financiero nacional, suma en todos los ángulos que analiza y evalúa el régimen tributario colombiano de tal forma que si la persona que recibe la remesa cumple con los requisitos dispuestos para declarar y pagar el impuesto sobre la renta y demás impuestos complementarios, la persona lo debe hacer. Quedando así este dinero registrado e incluido en la declaración de patrimonio y flujo de caja de cada colombiano, aplicados en su respectiva declaración de renta.

En el pasado ya existieron regímenes que gravaban con impuestos las remesas, tomándolas como ganancia ocasional. También existió el modelo en el que se pagaba retención en la fuente cuando éstas entraban a las cuentas de los colombianos, políticas que fueron derogadas en virtud del artículo 78 de la Ley 1111 de 2006 y se causaba «en la transferencia de rentas o ganancias ocasionales».

Lo anterior nos dejó una lección ya aprendida: si bien tenemos una economía volátil y una incertidumbre grande, no se debería desincentivar el envío de dinero del exterior a Colombia porque sí aporta directamente al progreso económico nacional. Al contrario, se deberían construir políticas que generen incentivos para que nuestra economía crezca.

Gravar una remesa con un nuevo impuesto cuando ingresa al país y poner trabas al ingreso de dinero extranjero, que pueden suponer pagar doble tributación, haría más difícil laeconomía de los colombianos receptores de dinero internacional. Con esto lo único que se lograría es afectar el crecimiento económico, impactar la balanza cambiaria de Colombia y bajar el volumen de dinero recibido del exterior por canales oficiales, dinero que hoy representa el 2,5 % del PIB.

Por una parte la calidad de vida de muchos colombianos podría verse afectada, debido a que las remesas son un insumo relevante de ingresos para el sustento de muchos hogares colombianos, siendo un alto porcentaje de este usado para gastos básicos, vivienda, estudio y salud. Por otra parte, es muy probable que un porcentaje importante de los flujos de dinero que ingresa, o sale, del país comiencen a canalizarse por rieles no regulados e informales, siendo esto un parámetro que también afectaría la economía nacional y la relevancia de las remesas en el PIB colombiano.

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