Ignacio Acha García-Noblejas-Chief Operating Officer ( COO ) & Head of Leasing at Retailco
«El tamaño del ego de una persona se puede medir en la forma que maneja los errores que cometen los demás»
El ego, el doloroso ego, el frustrante ego y el maldito ego del ser humano.
El ego históricamente ha sido origen de conflictos, enfrentamientos y guerras. El ego es responsable de muchísimos desencuentros o desavenencias personales y familiares; y el ego, definitivamente es uno de los males principales del mundo de los negocios, y del día a día de la oficina. El ego y la moqueta del despacho son como esa mal entendida relación de ni contigo, ni sin tí.
El ego debe saber gestionarse y debe tener una medida. El ego es de esas cosas de la vida que cuanto menos mejor, donde aplica la máxima de: menos, es más.
Creo que el ego es un claro síntoma de inmadurez, complejos y miedos que debería desaparecer de todas aquellas personas que tienen a su cargo personas, presupuestos y responsabilidades importantes.
El ego es ese yo, mí, me, conmigo que no te deja ver lo demás. El ego puede sacarte de la realidad y volverte un ser disocial.
Tengo la sensación de vivir rodeado de egolatría y de ególatras al encender la televisión. Tengo la sensación de vivir al amparo del ego que provoca la gobernanza de quienes no saben gobernar, y tengo la sensación de vivir mucho más cerca del ego de lo que me gustaría en mi día a día. Aunque la mayoría de personas piensan que el ego lo poseen personas muy seguras de sí mismas, fuertes y decididas, lamento discrepar… El ego es el refugio del débil intelectual y el frágil de autoestima. El ego es el refugio del mediocre con enormes inseguridades.
No voy a dar una solución a un mal endémico, pero todo nos iría mejor si fuésemos capaces de admitir, aceptar y asumir quienes somos. A dejar de aparentar, y a fin de cuentas, a ser más humildes y menos prepotentes.
Y si no hay solución con esto, me conformaré como lo hacía Bobby Fischer «Me gusta el momento en el que rompo el ego de una persona»