Las empresas deben ser capaces de generar el cambio urgente y necesario

Tomás Houdely

Tomás Houdely – CEO de Aintech

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) terminó en Egipto con la decisión inédita de financiar las pérdidas y daños a los países vulnerables afectados por desastres climáticos a través de compensaciones.


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La propuesta no es nueva y viene siendo proclamada desde hace unos 30 años, especialmente entre activistas, ONGs y estados del hemisferio sur. Más allá de las cifras donde el Instituto Grantham de Inglaterra estima pérdidas para el año 2030 entre US$290.000 millones y US$580.000 millones anuales, quiero destacar lo señalado de Manuel Pulgar-Vidal, director mundial de Clima y Energía de WWF y presidente de la COP20: “si los países no se mueven más rápido para reducir las emisiones y limitar el calentamiento por debajo de 1,5 °C, el fondo de pérdidas y daños corre el riesgo de convertirse en un ‘fondo para el fin del mundo”.

Si bien existe un gran valor de que 200 gobiernos del mundo se reunieron para discutir y proponer soluciones en torno a los problemas medioambientales, no tenemos claro aún si se logrará uno de los principales propósitos: empujar y exigir responsabilidad a los líderes mundiales a implementar las medidas necesarias. Lo que hace falta son acciones concretas desde el mundo público pero más importante desde la iniciativa privada.

Continuar retrasando las acciones implica un mayor impacto negativo en las personas y el medioambiente, además de un aumento en los costos y la complejidad de las soluciones. Sin embargo, no todo está perdido porque muchos estamos implementando soluciones innovadoras, sostenibles en el tiempo y económicamente viables.

Ya tenemos ONG que entienden el problema y la urgencia por apurar las respuestas. También estados que, poco a poco, van haciendo más robusta la respuesta. Ahora es requisito contar con empresas que ayuden a revertir esta situación.

En un escenario económico complejo y un 2023 que se avizora difícil, esto es más valioso aún, pues significa que el mandato de las empresas debe superar el ciclo recesivo y apuntar a dar viabilidad a políticas más sostenibles. Es aquí donde se requieren liderazgos fuertes capaces de asumir compromisos reales y medibles.

El cambio de fondo debe venir desde los líderes mundiales, el sector privado y las industrias productivas, y no podemos cambiarlas todas de un día para otro, pues es económica y socialmente imposible. Las soluciones que puedan hacer un gran impacto hoy significan un cambio con soluciones tecnológicas transversales, de manera proactiva y económicamente factibles.

 

 

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