Informalidad en Perú: raíces y trampas que explican el estancamiento económico

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Carlos Gonzalez- profesor de la carrera de Economía y Negocios Internacionales de la Universidad ESAN

Coexisten dos países en uno, el Perú formal y el informal


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En el Perú, la informalidad es un problema estructural grave que dificulta la pronta y acelerada recuperación económica que necesita el país. La formalización de la economía debe ser uno de los principales objetivos de las políticas públicas y para ello necesitamos entender la complejidad del problema, tanto en sus raíces como en sus consecuencias.

Según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), la actividad productiva con mayor índice de informalidad laboral es la agricultura. En dicho sector, el 97% de los empleos son informales. En segundo lugar, la Pesca (86%), seguida muy de cerca por el de Transportes y Almacenamiento (86%) y Alojamiento y Servicios de Alimentación (85%).

Carlos Gonzalez, profesor de la carrera de Economía y Negocios Internacionales de la Universidad ESAN, dijo que el Perú es un país heterogéneo y poco integrado; por lo tanto, en actividades como la agricultura o la pesca predomina más la tradición que la legalidad que emana de la lejana capital. Esta raíz cultural, para llamarla de alguna manera, se proyecta en las zonas urbanas a través del migrante que busca salir adelante formando empresas unipersonales o familiares de manera informal.

Asimismo, explicó que también hay una raíz económica en la informalidad, que es la que nos debe preocupar más y sobre la que se podría actuar con mayor efectividad. Se trata de la informalidad en la que cae la pequeña empresa debido a que sus bajos niveles de productividad no le permiten sobrellevar el costo de la formalidad; situación que se agrava por la percepción de que el sector público no ofrece servicios de calidad en proporción a las altas contribuciones que exige.

Agregó, que tenemos que considerar igualmente una raíz legal bastante preocupante, a la que podemos llamar “la normalización del incumplimiento de las normas”, fenómeno que cobra más fuerza con las crecientes evidencias de corrupción.

Además, indicó que lamentablemente, se suma la raíz delincuencial, que encuentra en la informalidad la mejor manera ocultarse, por lo tanto construye y sustenta a una economía informal.

“Es incalculable la cantidad de recursos económicos que moviliza la evasión tributaria, la corrupción estatal y el narcotráfico”, enfatizó el especialista.

La última encuesta de Activa Perú, reveló que el 90% de la población siente que el Perú se encuentra estancado, entre varios aspectos, uno ellos el económico.

En ese sentido, Gonzalez afirmó que la informalidad en el Perú se puede graficar como la coexistencia de dos países en uno, con un relacionamiento que encierra varias trampas, las que, a su vez, explican el estancamiento percibido por la población.

“La primera trampa es la competencia desleal entre la empresa del Perú informal y la empresa del Perú formal. Una de las consecuencias de ésta, es por ejemplo, lo poco rentable que es invertir en creación de nuevos conocimientos o innovación dado que hay altas probabilidades de que sean copiadas o pirateadas”, puntualizó.

La segunda fuente de estancamiento la definió como la trampa fiscal. “Si 1 de cada 4 peruanos tributa, entonces el gobierno tiene la difícil tarea de brindar servicios a 4 con la contribución de 1; por eso, los servicios públicos no serán suficientes ni eficientes nunca. Igualmente, cualquier esfuerzo por recaudar más, significa una carga tributaria mayor para los contribuyentes formales; con lo que no se hace otra cosa más que empujar a la empresa hacia la informalidad: especialmente aquella informalidad que se oculta detrás de la formalidad”, manifestó.

La tercera trampa que analizó Gonzalez es la de la pobreza. La formalidad tributaria y laboral están diseñadas en función de la empresa grande con altos niveles de productividad; por eso, la informalidad reside en la pequeña y microempresa. Por otro lado, las políticas de apoyo a las PYMEs consisten en aligerarles las cargas tributarias y laborales. Lo absurdo de este modelo es que las PYMEs que crecen pierden estos beneficios y sus cargas aumentan significativamente, de tal manera que “deciden” no crecer.

“De este modo, las pequeñas empresas, al ser informales, quedan atrapadas en la trampa de la pobreza ya que, como tales, no acceden a los servicios y ayudas gubernamentales, se exponen a altas tasas de interés, no pueden aprovechar el mercado internacional ni tienen la capacidad invertir en mejoras tecnológicas”, destacó.

Finalmente, el docente de la Universidad ESAN, concluyó que, si en vez de tener 1 peruano que tributa y 3 que no, tuviéramos 3 peruanos que lo hacen y 1 que no, es fácil imaginar que las mencionadas trampas desaparecerían y la economía cobraría una dinámica de crecimiento deseada.

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