Industria avícola: Una oportunidad para la sustentabilidad

Sebastián Decap

Por Sebastián Decap, experto en salud animal en Plantae Labs

 Según la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU), el pollo es la carne más consumida “por ser asequible, bajo en grasas y enfrentar pocas restricciones religiosas y culturales”. La demanda es tal, que se estima en el planeta la existencia de 23 mil millones de pollos, tres veces más que toda la población humana. En Chile, de acuerdo a un informe de la gremial Chilecarnes, la ingesta per cápita en pollo pasó de 31,7 kilos a 32.1 de 2020 a 2021, mientras que para el pavo el registro ascendió de 2.6 a 2.9 kilos. Todo eso, durante la pandemia.


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Si hablamos de salud, las enfermedades más comunes en las aves para la producción son de origen bacteriano, mayoritariamente intestinales, por lo que para su tratamiento aún muchos países utilizan familias de antimicrobianos, como fluoroquinolonas, cefalosporinas, macrólidos e incluso anticoccidiales. La administración funciona con pequeñas dosis para que los animales ganen más peso, cambiando la microflora intestinal y mejorando la absorción de nutrientes. Sin embargo, cada vez más voces critican el uso de antibióticos en animales, solicitando reducirlo o bien reemplazarlo por productos naturales.

La Organización Mundial de la Salud ha alertado que el 80% de la ingesta de antibióticos ocurre en animales para la producción, un escenario donde su uso irracional, sub terapéutico o en quienes que no lo necesitan, facilita la proliferación de bacterias multirresistentes, las que al llegar a humanos causan enfermedades intratables con los antibióticos tradicionales, recurriendo así a los de última generación o en el peor de los casos, al desarrollo de una nueva solución, pero en tiempo récord.

Hoy la mayoría de los países desarrollados prohíbe el uso de antibióticos como promotores de crecimiento en los animales. Tras un dictamen de la Unión Europea en 1996, comenzaron a hacerlo Dinamarca y Escandinavia, luego Noruega y Holanda, solo por mencionar.  En Chile, las empresas avícolas más grandes han asumido en parte el cambio, pero queda por avanzar. En marzo pasado, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) prohibió el uso de 17 antimicrobianos para uso veterinario, antibióticos categorizados por la OMS como críticos para la salud humana; no obstante, otro tipo de antimicrobianos, como ionoforos, se siguen utilizando de forma continua.

En el mercado nacional hoy existen soluciones naturales que reemplazan el uso de antibióticos en animales para la producción, en este caso de aves.  Uno de ellos es Phyto-Growth, una alternativa industrial en base a extractos vegetales endémicos, el cual causa un efecto directo contra el patógeno y otro indirecto en el organismo del animal, como la estimulación de su sistema inmune o una acción antioxidante. La tecnología, desarrollada por una biotecnológica chilena, ofrece una técnica de encapsulación propietaria que potencia y permite que los principios activos lleguen específicamente a los sitios de acción; la fórmula ha sido certificada y utilizada con éxito en más de 15 países. Sin duda, llegó el momento de dirigir a nuestra industria avícola hacia la sustentabilidad.

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