Por: Juan Abarca Cidon – Presidente en HM Hospitales
Más allá de poder estar en las antípodas desde el punto de vista ideológico, me considero una persona tolerante que trata de entender los motivos que llevan a otros el decantarse por unas opciones u otras en todos los ámbitos de la vida.
El no porque si, para mi, no es una opción y aunque pueda no estar de acuerdo trato de empatizar, aunque sólo sea por curiosidad, con las posturas u opiniones que no concuerdan con la mía porque eso me hace enriquecerme y tener más argumentos para definir mis opiniones.
Un día hablando con un diputado que estaba a favor de que las niñas de 16 años no tuvieran que pedir permiso, ni informar a sus padres sobre la posibilidad de abortar, me comento que la realidad es que eso estaba puesto así porque si bien el 99% de las niñas que se quedan embarazadas y desean interrumpir el embarazo se lo comentan a sus padres diga lo que diga la Ley, un 1% no lo hacen porque, por cuestiones culturales o de otra índole, podían tener importantes represalias, físicas o psíquicas, si se enteraban los padres. Bueno… pues al menos es un argumento con cierto sentido.
Pero por mucho que le doy vueltas no encuentro ni un sólo motivo que me permita empatizar con aquellos que quieren que los adolescentes puedan, en plena pubertad, tomar decisiones definitivas en relación con su opción de género. Bueno definitiva no, porque incluso los promotores de la Ley abogan porque en 6 meses – una vez ya iniciada el proceso de hormonación y lo que sea preciso-, se pueda volver a cambiar de opinión.
Uno puede legislar a favor de las mayorías o a favor de minorías pero cuando uno legisla en contra de grandes mayorías, para favorecer a unos pocos con el riesgo de perjudicar a otros muchos creo que cuanto menos debe prevalecer la prudencia de todos.
El otro día un expresidente del gobierno dijo que todavía no habia escuchado un argumento sólido para ir en contra de la ley trans como la quiere la izquierda más radical. Y no es suficiente con todos los informes de la Comunidad científica? Hemos pasado de unos pocos casos al año de disforia de género a cientos de ellos sin motivación real.
Creo que en la actualidad la transexualidad esta aceptada mayoritariamente en nuestra sociedad, pero abrir el grifo de esta forma sólo va a producir confusión y un daño irreparable en muchos de nuestros jóvenes. Si para rescatar a algún chic@ que por sus circunstancias personales o su entorno familiar no pueda definir su opción de género permitimos que cientos de ellos puedan “probar a cambiar” aunque tengan consecuencias irreparables no creo, que en esta ocasión, se pueda justificar. De hecho, creo que más que darle importancia al tema del género se le banaliza.
Me gustaría saber saber si aquellos que promueven la ley estarían dispuestos a empezar a hormonar a sus hijos a los 14 años por si acaso o si esperarían a que alcanzaran la madurez adecuada.
Yo, sigo esperando argumentos que me hagan tratar, al menos, de entender porqué.
