El reto de la sostenibilidad corporativa

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Aquellas empresas que sigan siendo renuentes a incorporar la sostenibilidad en sus modelos de negocio estarán perdiendo tiempo valioso y rezagándose frente a aquellas que decididamente lo hagan.

 

Cada vez vemos un mayor número de empresas que buscan ser reconocidas por sus prácticas de responsabilidad social o sostenibilidad. Los motivos para ello pueden ser muy variados, como aquellas que se ven casi obligadas a ello por la presión de alguno de sus grupos de interés (inversionistas, consumidores, comunidades locales, colaboradores, etc.).


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También están las que sólo buscan no quedarse atrás con relación a lo que sus competidores ya están haciendo, o aquellas que proactivamente desarrollan estrategias y definen compromisos y metas en la materia, así como las que buscan alinearse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Todos estos esfuerzos son valiosos, y como puerta de entrada pueden desembocar en mayores acciones, resultados y/o impactos; sin embargo, sin un verdadero convencimiento de la alta dirección y, más aún, de los dueños e inversionistas de la empresa, su alcance estará limitado y no se llegará a una verdadera transformación de su modelo de negocio que lo haga compatible con la triple línea de resultados (económicos, sociales y ambientales).

Y es que hoy en día, más allá de acciones, programas, productos o servicios socialmente responsables, lo que necesitamos son nuevos modelos de negocio que, sin dejar de lado la rentabilidad, la productividad o la competitividad, apuesten por contribuir positivamente al desarrollo social, así como al cuidado y conservación del medio ambiente.

En estas dos esferas es en donde podemos encontrar cada vez mayores riesgos (y bien abordados, también oportunidades), para aquellas empresas que acepten los retos que implica la sostenibilidad corporativa.

Para empezar, se debe reconocer y aceptar que, por el simple hecho de operar, una empresa está generando impactos (positivos y negativos) a su entorno, ya sea por los productos o servicios que ofrece, los insumos que consume en sus operaciones, los residuos que genera, el destino de sus inversiones, o la relación que mantiene con proveedores, socios o distribuidores, entre otros.

Todos los impactos que de esto deriven deberán ser identificados y gestionados adecuadamente con la intensión de generar un valor tanto para la empresa como para sus grupos de interés, impulsando así la sostenibilidad del negocio y su permanencia a futuro.

Algo que abona en este sentido son los avances que se han dado en cuanto a la regulación y la exigencia en algunos mercados para que las empresas rindan cuentas y transparenten esta información, lo que ha desencadenado el desarrollo de diversas metodologías, guías y estándares para la medición y reporteo de la sostenibilidad.

Incluso ahora, del enfoque que se le está dando a cómo los temas relacionados con la sostenibilidad (por ejemplo, cambio climático, derechos humanos, anticorrupción, entre muchos otros) afectan el desempeño financiero del negocio a corto y largo plazo, información que resulta mucho más valiosa para analistas, evaluadores e inversionistas en general.

Otro elemento que me parece importante destacar es la relevancia que el tema ha ido adquiriendo en el sector financiero, principalmente en los bancos, aseguradoras, fondos de inversión, bolsas de valores, etc., quienes han ido adoptando principios de “inversión sostenible”, para incorporar criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) en sus productos y servicios, procesos y decisiones, con los cuales pueden generar un efecto multiplicador e impulsar al resto de la economía hacia este enfoque.

Por otro lado, podemos también encontrar sectores de la sociedad mucho más conscientes de los temas sociales y ambientales que les afectan y que los mueven en consecuencia a comprometerse con dichas causas, generando presión o resistencia desde las organizaciones de la sociedad civil, grupos de consumidores o representantes de comunidades locales, frente a aquellas empresas con prácticas contrarias o impactos negativos a sus intereses.

Frente a todos estos elementos, aquellas empresas que sigan siendo renuentes a incorporar la sostenibilidad en sus modelos de negocio, estarán perdiendo tiempo valioso y rezagándose frente a aquellas que decididamente lo hagan, ya que eventualmente los mercados y los requisitos de sus grupos de interés se están moviendo en esta dirección. Esto sin duda afecta la viabilidad y permanencia del negocio y por lo tanto debería de ser una de las prioridades de la alta dirección de cualquier empresa.

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