Por: Jaime Leal
«Cállese Martín, usted no sabe lo que dice», «Eso no tiene ningún sentido Angélica» «Si no sabe, mejor no opine» «Aquí las ideas las tengo yo» Son solo algunas de las frases que escuchamos de líderes de todos los niveles, mismas que terminan por eliminar la esperanza y las ganas de contribuir, esto genera la desesperanza aprendida.
La desesperanza aprendida, también llamada indefensión aprendida, es una condición que produce comportamientos pasivos porque así lo ha aprendido. En la mente del colaborador con desesperanza aprendida cruzan pensamientos como:
¿De que sirve opinar, si nunca me toman en cuenta?
¿Para qué esforzarme, si nadie reconoce mi esfuerzo?
Tengo una idea, pero mis ideas nunca son valoradas, así que mejor no la comparto.
Aquí a nadie le importo
Aquí soy un número solamente
El colaborador piensa que no puede hacer nada, simplemente ha aprendido a darse por vencido, tiene desesperanza aprendida y eso es muy peligroso para todos.
La empresa se pierde de oportunidades
El equipo pierde diversidad de opinión y cae en errores que podrían haberse evitado
El colaborador puede padecer de depresión en consecuencia de este patrón de pensamiento
Cuidemos de nuestra salud mental y promovamos un ambiente de esperanza aprendida, de optimismo aprendido, en el que se refuerzan los comportamientos que si valen la pena.
Mi opinión es importante
Mis ideas aportan al equipo
Mis líderes me escuchan
Soy un profesional de valor en la empresa
