Por: Laureano Turienzo- CEO RETAIL NEWS TRENDS. INFLUENCER LINKEDIN TOP VOICE RETAIL SPAIN
Hay una cifra de la que nadie ha hablado: 219.328.000 €. Esos son los miles de millones que Amazon ha facturado desde 2011 a 2021 en Europa. ¿Y saben cuánto pagó en todos esos años en impuestos en su sede europea, sita en la siempre amigable y lasa Luxemburgo?. Infinitamente nada.
Y en los mercados domésticos , como en España, nos encontramos con actos taumatúrgicos como el que Amazon, tan de Seattle, ingresa casi el doble que Inditex en España y paga cinco veces menos impuestos. Oficialmente ingresó 5.400 millones en el mercado español y abonó 140 millones en impuestos directos, frente a los 620 millones que pagó Inditex.
Sin embargo, eso no parece preocuparles a los europeos. Estamos en esa religión no discutida llamada «customer centric» (desgraciadamente sin disidentes, aplaudida absurdamente por analistas, consultoras y etcéteras), es decir poner al individuo en el centro por encima de todo: la satisfacción individual como centro del universo, por encima incluso de la conveniencia social y comunitaria:
La teoría clientecentrista se basa en el concepto total del individuo, y nos han traído por ejemplo la barra libre en el comercio electrónico de entregas y devoluciones a domicilio, lo cual es fantástico para el individuo, pésimo para su comunidad.
A millones de consumidores se les ha convencido de que su tiempo ( su conveniencia individual), es mucho más valioso que el bien de su comunidad. Y eso en un mundo hacia el que vamos, con mil millones de personas más en 2030, es terriblemente peligroso. El clientecentrismo, a día de hoy, es una apología de la satisfación individual.
Por supuesto que hay que buscar la satisfación individual de nuestros clientes, pero siempre que eso no esté diametralmente opuesto a los intereses de su comunidad.
Los que todos citan como empresas ejemplos del clientecentrismo, no pagan impuestos que beneficien a las comunidades donde viven esos clientes que aparentemente tanto aman. Si están obsesionados con sus clientes, podrían empezar por pagar impuestos allá donde viven sus clientes, lo cual repercutiría en mejores carreteras, hospitales, o pensiones, paras sus amados clientes.
El clientecentrismo, el algoritmo enfocado al individuo, fragmentan los objetivos sociales y comunitarios, en una década donde la humanidad afrontará retos vitales como la sobrepoblación, el fin del dominio mundial de occidente y sus valores, el cambio climático, las grietas de la globalización, nuevas pandemias, la dictadura de los grandes gigantes digitales…
El retail, desde su misión social, y su origen humanista, nunca debería situar al cliente en el centro, sino a la comunidad donde viven esos clientes. Y si ayudando a la comunidad, coincide que también que son satisfechos todos los intereses individualistas del cliente, pues mejor que mejor.
