Cuando incomoda la moda

Laura Baiz

Por: LAURA BAIZ

Según la ONU, el costo de estar siempre a la moda, es mucho más caro que el precio monetario que pagamos por ello. Una de las posibles causas de tal desequilibrio, es la falta de una real tasación de los bienes ambientales. Dice la ONU que la confección de unos jeans requiere de unos 7500 litros de agua, cantidad equivalente a lo que bebe una persona promedio en 7 años. Así y aunque se dice que la moda no incomoda, esta industria de alta demanda y su marketing con olor a “nuevo” que da al cerebro efímera sensación de felicidad, es la segunda industria más contaminante del planeta, generando cerca de 92 toneladas de residuos textiles al año, sumando al problema de basuras y disposición de residuos que tenemos.


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El Fast Fashion es, por tanto, un potenciador del problema. Conlleva un masificado y raudo proceso de confección y venta y una explotación también masificada de recursos naturales. Por sus bajos precios, debido al diseño del sistema, permite a la población acceder a las últimas tendencias de una moda siempre cambiante, creando una cultura compulsiva de compra/desecho/compra.

Según la fundación Ellen MacArthur, el actual “modelo económico de extraer, producir, desperdiciar, está llegando al límite de su capacidad física” y se presenta como alternativa, la propuesta de una Economía Circular que implica “disociar la actividad económica del consumo de recursos finitos y eliminar los residuos del sistema desde el diseño, que, “respaldada por una transición a fuentes renovables de energía, crea capital económico, natural y social y se basa en 3 principios: eliminar residuos y contaminación desde el diseño, mantener productos y materiales en uso, regenerar sistemas naturales”.

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