Cristián López Urbina: La presión de la portabilidad financiera

Hombre con camisa de cuadros rojos y blancos

La recién promulgada ley de portabilidad financiera permitirá a las personas poder optar a mejores condiciones en el mercado financiero. Esto, que aplica a bancos, compañías de seguros, administradoras de mutuos hipotecarios, cajas de compensaciones, cooperativas de ahorro y crédito, al igual que instituciones que colocan fondos por medio de operaciones de créditos masivos, implicará un gran salto a nivel de competitividad y permitirá alcanzar un nivel justo entre la oferta y la demanda que se necesita en tiempos de pandemia, porque cualquier acción que signifique un ahorro hoy se recibe bien. Incluso, este puede ser el mejor momento para este tipo de cambios en el sistema financiero chileno.

Sin embargo, el mercado está contraído y se moverá mucho más lento en generar ofertas de portabilidad. Se trata, por supuesto, de una gran oportunidad para aquellos actores que estaban buscando crecer en cuota de mercado, aumentando de esa forma la cantidad de clientes. Es claro que el mercado saldrá en búsqueda de nuevas ofertas y en ese contexto el público será el más beneficiado al igual que cuando se implementó la portabilidad numérica.


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La portabilidad financiera va a provocar inusuales movimientos entre las distintas instituciones y un número no menor de campañas publicitarias se verán agresivamente a partir del 8 de septiembre próximo. Y será en ese momento, además, cuando se va a requerir que los organismos financieros sean claros en identificar a personas y empresas que requieren portar sus productos y/o servicios a nuevos proveedores que entreguen mejores condiciones. Será también el momento de saber capturar en poco tiempo a ese público que tendrá interés en portar sus productos o servicios. Según estimaciones preliminares 1 dólar será el costo de contactar a la persona equivocada.

La implementación de esta ley significará un desafío desde el punto de vista tecnológico y operativo de los proveedores. Impondrá también una presión social extra por generar el movimiento de la competencia en el mercado, poniendo con ello en jaque a proveedores que intentarán aumentar su competencia. La transparencia de estas operaciones será la clave para transmitir que todos estamos a favor del espíritu de la ley.

Un desafío no menor, adicionalmente, será disminuir los fraudes que puedan ocurrir y en ambas partes. Falsos clientes con falsas solicitudes o con información no verídica, al igual que falsos proveedores con falsas ofertas qué solo buscan acceder a información privada aparecerán con frecuencia.

En este nuevo escenario, la educación financiera jugará un rol clave. El público tiene que comprender que cualquier cambio conlleva costos, sean de prepago y comisiones. El público debe informarse correctamente y el mercado debe recoger el espíritu de la ley y transmitir a los usuarios si la decisión de cambio es la equivocada. Una mala decisión, de seguro, puede implicar, por ejemplo, un aumento de la deuda y una pérdida de dinero a largo plazo. Este es el momento donde el mercado financiero debe ubicar en el centro al cliente, tal y como lo hacen la mayoría de las compañías de servicios que compiten por dar la mejor experiencia de cliente y un manejo obsesionado sobre su satisfacción.

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