¿Cómo gestionar proyectos de innovación? (eficientemente)

Alfonso Cruz

Por Alfonso Cruz, Profesor del Departamento de Ingeniería y de Sistemas de la UC

¿Cómo gestionar proyectos de innovación? Las empresas innovadoras tienen un doble desafío. Por una parte, deben operar de forma eficiente los procesos rutinarios que forman parte de su funcionamiento habitual. Y, por otra, deben gestionar los procesos de innovación que tienen una dinámica considerablemente diferente.


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Las empresas innovadoras son ambidiestras. Por una parte, deben operar de forma eficiente los procesos rutinarios que forman parte de su funcionamiento habitual, tales como producción, logística, marketing, ventas, servicios, etc. Para esto, generalmente disponen de una estructura jerárquica donde los empleados tienen una definición clara de sus tareas y metas. El objetivo es la eficiencia operacional a través de una óptima “explotación” de los recursos y capacidades existentes en la compañía.

Por otra parte, deben gestionar los procesos de innovación que tienen una dinámica diferente. Su unidad de gestión no son rutina, sino que proyectos, los cuales tienen dos características particulares:

  1. Alta incertidumbre

Alta incertidumbre tecnológica y de mercado, ya que lidian con nuevas soluciones, nuevos conocimientos y nuevas propuestas de valor a través de la “exploración” de nuevas oportunidades.

  1. Alta tasa de fracasos

Tienen una alta tasa de fracasos, lo que no es aceptable en proyectos tradicionales. Esta dinámica requiere de una organización y estilo de gestión flexible que conviva y sea compatible con los objetivos de eficiencia operacional.

Es importante distinguir los proyectos de innovación, tales como el desarrollo de nuevos productos, servicios, procesos o modelos de negocios, respecto de proyectos que no son de innovación (los llamaremos “tradicionales”), como, por ejemplo, la ampliación de la capacidad productiva de una empresa, la construcción de una nueva obra de infraestructura o la instalación de un nuevo sistema computacional.

Los proyectos de innovación tienen características particulares que los diferencian de los tradicionales, lo cual hace su gestión más compleja. No tienen una solución ex ante conocida y única, su desarrollo es iterativo y requiere de múltiples prototipos que se van adecuando en el tiempo. El liderazgo requerido para su gestión es de tipo emprendedor, y el éxito o fracaso del proyecto depende de continuas validaciones de sus aspectos técnicos, así como del modelo de negocios. Todo esto implica que los proyectos de innovación presentan una incertidumbre significativamente superior a los proyectos tradicionales, ya que lidian con nuevas soluciones, nuevos conocimientos y nuevas propuestas de valor.

Como consecuencia de lo anterior, tienen una alta tasa de fracasos. Como los proyectos de innovación tienen un alto nivel de riesgo, una buena gestión de estas iniciativas se caracteriza por evaluarlos frecuentemente, de modo que los que no son prometedores “fallen rápido y barato”. A medida que el proyecto avanza en su desarrollo, su riesgo se va reduciendo; sin embargo, las inversiones requeridas aumentan. Por esto, que un proyecto falle en una etapa avanzada es significativamente más costoso que si lo hiciera en una etapa temprana. Los proyectos tradicionales tienen la ventaja de que se inician mucho más adelante en el proceso, cuando la probabilidad de fracasar es significativamente más baja.

Método Lean Startup

El método Lean Startup, propuesto inicialmente por Eric Ries, consiste en la aplicación del método científico en el desarrollo de emprendimientos innovadores, principalmente de carácter tecnológico, con el objetivo de reducir rápidamente el riesgo a lo largo de todo el proceso de innovación, acortar sus tiempos de ciclo y reducir la tasa de fracasos. Para esto, utiliza una combinación de cuatro elementos centrales: idear y establecer hipótesis de la oportunidad de innovación; diseñar prototipos iterativos o producto mínimo viable (PMV) para recibir tempranamente retroalimentación de los potenciales usuarios; diseñar y ejecutar experimentos para validar las hipótesis y acelerar el aprendizaje; y aprender sobre las principales funcionalidades y características del PMV validadas por los potenciales usuarios.

Un producto mínimo viable (PMV) es la versión inicial básica del nuevo producto o proceso que permite al equipo recolectar, con el mínimo de recursos y esfuerzo posible, la máxima cantidad de conocimiento validado para así completar su desarrollo y el modelo de negocios. Este método es muy utilizado por emprendedores tecnológicos innovadores y en la creación de startups, pero su aplicación se ha extendido a empresas y organizaciones establecidas para el desarrollo de proyectos de innovación intraempresa.

El método Lean Startup comienza con una idea de innovación que tiene una alta incertidumbre. Luego, a través de sucesivos experimentos aplicando el método científico, se van validando las diversas hipótesis de diseño, tanto del prototipo como del modelo de negocios, lo que permite llegar a un PMV con niveles de incertidumbre más acotados. Esto se itera numerosas veces hasta convertir el PMV en el producto final, el cual está validado por los potenciales clientes.

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