¿Ayuda realmente la tecnología al desarrollo empresarial?

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Fuente: Dirigentes Digital

Por: Àurea Rodríguez, experta en el sector tecnológico y autora de ‘Antes muerta que analógica’


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Parece que hay un consenso generalizado sobre la tecnología como herramienta necesaria para el desarrollo empresarial. Pero cabe puntualizar que lo más importante de este sobrevenido axioma no es el qué sino el para qué. Hace años que Bill Gates anunció la famosa frase “si no estás en Internet no existes”. En el año 2023 podemos reformularla y afirmar “si no utilizas la tecnología de manera sabia te extinguirás”.

Smart” en inglés significa inteligente y es el acrónimo de una metodología para fijar objetivos que sean: Specific (específicos), Measurable (medibles), Achievable (alcanzables), Realistic (realistas) y Time-bound (de duración limitada). Esta es la razón por la que los dispositivos de los cuales extraemos datos para mejorar su eficiencia y funcionamiento son considerados inteligentes, como por ejemplo los smartphones. En este sentido, las políticas tecnológicas de las empresas hoy en día deben ser más sabias que inteligentes, pues tanto los profesionales, como las pymes y las grandes corporaciones están obligadas a utilizar la tecnología con conocimiento en todos los ámbitos. No por tener muchos sensores o datos serán mejores si carecen de los más importante: la estrategia. En resumen, la tecnología debe estar al servicio de la empresa y no al contrario.

La época de grandes cambios que vivimos está generando nuevas demandas y la tecnología nos puede ayudar a predecir, suplir la distancia y dar servicio en remoto, crear nuevos canales, etc. siempre y cuando tengamos claro qué problema queremos resolver y hacerlo teniendo presente la sostenibilidad de la propia empresa, la del planeta y la de la humanidad. Esto sólo puede conseguirse con sabiduría. Decía el físico Jorge Wagensberg que la inteligencia es la capacidad para anteponer el problema a su solución. Cuando hablamos de tecnología hay que aplicar la misma lógica: anteponer el problema a la tecnología.

Las nuevas tecnologías -bio, físicas o digitales- nos permiten crear productos más sostenibles, más eficientes o incluso híbridos. La conectividad 5G, la fibra y el IOT nos proporcionan datos a tiempo real y conectados, el blockchain nos ayuda a trazarlos, la realidad aumentada y virtual nos permite hacer pruebas, formación y mantenimientos en remoto, el márquetin digital nos asiste para estar presentes de manera global y tener estrategias multicanal, etc. Toda esta transformación digital también implica una supeditación tecnológica que conlleva peligros como la ciberseguridad, la dependencia de las tecnologías, la conectividad 24/7 o los sesgos algorítmicos. También nos permite matarnos con mayor precisión, a distancia y con nuevos productos como los drones.

Por tanto, cabe concluir que, efectivamente, la cuestión -tanto para las empresas como para los ciudadanos y los países- ya no es ser o no ser digital, pues esta premisa queda fuera de toda discusión. Lo que tiene verdadera relevancia actualmente es la capacidad de adaptación a los cambios de la era digital, que pasa invariablemente por utilizar la tecnología de manera sabia (con conocimiento) y siempre poniendo a las personas en el centro. Precisamente este es uno de los mensajes centrales del libro “Antes muerta que analógica” y del humanismo tecnológico, una intersección entre la ética y la innovación tecnológica.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos de #SINERGENTES que siempre suman aptitudes, conocimiento, equipo y valores.

 

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