Por: Santiago Rojas Montoya – Cofundador y director general de Cube Ventures
La recesión global representa una oportunidad a nivel económico en la región.
Las crisis económicas generalmente desencadenan una caída en los bienes de producción industrial, tecnológicos y de servicios, con una percepción de menor gasto disponible en la sociedad y una disminución del valor potencial de las compañías, lo que se traduce en incremento del valor de los productos.
Ahora, pensar en una posible recesión de Rusia, China, Estados Unidos y Europa, abre la posibilidad de que América Latina se convierta en la tercera potencia económica global, ya que se genera una disminución en la capacidad de exportación, convirtiéndonos en un resguardo de crecimiento mundial para la inversión extranjera.
Entre las ventajas del continente latinoamericano se encuentran las empresas basadas en commodities (inversiones en activos de bajo riesgo), las cuales generalmente mantienen los mismos precios durante las crisis, lo que puede llevar a que un porcentaje representativo de los sectores económicos de la región tengan mayor liquidez, capacidad de generar empleo, gasto, consumo y producción.
Asimismo, el Venture Capital, que es la inversión en emprendimiento tecnológico de alto impacto para compañías que tienen un potencial de crecimiento acelerado con una vocación de transformar industrias consolidadas y desplazar grandes jugadores para aprovechar nuevos mercados y necesidades, es otra de las oportunidades que tiene América Latina, siendo la manera más organizada y eficiente de apostarle a las grandes compañías del futuro. Será inevitable que durante la próxima década este tipo de organizaciones sean fondeadas por inversiones de este estilo.
Durante las crisis, el Venture Capital se ha visto afectado reduciendo sus precios, lo que facilita el poder invertir en este tipo de compañías que, a pesar de su riesgo, tienen un potencial valor y rentabilidad muy alta para empresas con un horizonte de inversión a largo plazo (entre cinco y ocho años).
Sin embargo, pese a que América Latina tiene un panorama positivo para ser la tercera potencia económica a nivel global, se necesita de una coordinación continental, en la cual los gobiernos y el sector privado piensen en atacar necesidades conjuntas y crear proyectos de coordinación entre países frente a políticas económicas, tributarias y sociales. No tienen que estar de acuerdo en todos los aspectos, pero sí en construir instituciones e infraestructuras de integración continental que nos permitan aprovechar las riquezas naturales con las que contamos.
Pensar de forma regional y ponerse de acuerdo en cómo operar desde lo básico, sin negar lo que nos hace diferentes, sino alineando los instintivos, incrementará el potencial y el alcance de las actividades económicas, logrando así aprovechar el mercado, que aunque tenga regulaciones diferentes en cada país tiene similitudes fuertes.
Hoy América Latina se ha visto como una cacofonía de comunidades, con desventajas en educación y acceso a tecnología e infraestructura. Mi invitación es empezar a ver nuestra región como la oportunidad que representa un continente unido de más de 660 millones de habitantes, produciendo 5.1 billones de PIB anual, que es una máquina de producción de buen talento técnico y pensamiento con un potencial humano y unos recursos físicos impresionantes; en la generación de un verdadero bloque económico que apalanque nuestras mayores fortalezas: agua, comida, oxígeno, selva, talento con capacidad de solucionar problemáticas reales y una apertura al mundo entero.