Neuromarketing: ¿Son realmente iguales la mente y el cerebro?

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La polémica se desató cuando un hilo de conversación en Twitter volvió a recrear la añeja discusión de si la ciencia acepta igualar mente y cerebro.

La tendencia de hacer equiparables ambos conceptos saca chispas en las conversaciones.


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Jesús Ramírez-Bermúdez, neuropsiquiatra del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, fue quien a través de sus tuits provocó decenas de comentarios de ambos lados del espectro: unos tuiteros más decantados hacia el cerebro; otros, hacia la mente.

La discusión aún vigente entre mente y cerebro

“En síntesis, mente es un concepto funcional para referirse a las funciones cerebrales que hacen posible la organización de la conducta y la emergencia de la consciencia”, precisa este científico en entrevista para Tec Review.

El cerebro es el órgano y la mente no tendría un referente físico, sino sería un resultado de esta actividad del cerebro.

“Pero al final no se puede decir que en algún punto del cerebro está la mente, sino que es un proceso generalizado de la actividad del cerebro”, comenta en entrevista, María de Lourdes Alegría Peña, psiquiatra formada en el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, de la Ciudad de México.

A esta especialista Tec Review le pregunta su opinión sobre la metáfora de que el cerebro es como un radio y la mente, como las ondas hertzianas (de AM y FM) sintonizadas por dicho aparato. Su respuesta es la siguiente:

“Esa descripción se refiere a que la mente es esa parte que no se puede ver, igual que las ondas de radio. Es una parte no perceptible, pero sus manifestaciones están en nuestro pensamiento”.

Sin embargo, Alegría Peña dice que el punto de vista de la psiquiatría más bien se inclina a negar que el cerebro se dedique a interpretar lo que la mente le dicta.

“Lo pensaría al revés, la mente como producto de la actividad cerebral, pero van de la mano, la mente no puede existir sin el cerebro y el cerebro utiliza la mente para realizar muchas actividades”.

Quedan cabos sueltos

Pero la ciencia actual tampoco ha explicado cómo las neuronas, al momento de juntarse, hacen que la mente emerja, así como hasta la fecha no se ha podido lograr en laboratorio que a partir de sustancias químicas no vivas surja una expresión de vida.

“Ahí hay un gap que no se ha logrado definir muy claramente”, puntualiza Alegría.

Porque aún no se entiende cómo un conjunto de neuronas empiezan a platicar entre sí, para crear la mente, que ya no se reduce a simplemente a interconexión de células cerebrales.

La mente no es solamente impulsos eléctricos eléctricos, es una tercera realidad, más allá de neuronas y sus conexiones, es la piedra filosofal de la psiquiatría que quisiera verse concreta, tangible, en un sustrato material: el cerebro.

“Es un tipo de actividad, pero que todavía no se ha podido explicar paso por paso. Siempre queda una parte ahí por dilucidar”, agrega Alegría.

La dialéctica entre cerebro y mente es sucesora de la milenaria disyuntiva entre cuerpo y alma. En el transcurso de la historia el primer concepto ha sido más defendido por la filosofía materialista y el segundo, por la filosofía idealista.

La importancia de tender puentes

La psiquiatría no se ha decantado por ninguno de los dos bandos, pues permanece simplemente en un punto medio donde intenta conciliar ambos puntos de vista, a manera de puente, así como la química trata de hacer lo mismo entre la física y la biología.

“La psiquiatría no define muy bien el concepto de mente. De manera genérica, los psiquiatras utilizamos el término para referirnos al conjunto de capacidades que engloban procesos de percepción, pensamiento, memoria, conciencia y motivación”, aclara Mariana Azcárraga Quiza, psiquiatra de la Unidad de Psicología Clínica de la Universidad Panamericana (UP).

Y esto es resultado de que el vocablo de mente no ha sido estable a lo largo de los años. La interpretación moderna del mismo es relativamente nueva, de los últimos dos siglos, influenciada por el método de las ciencias experimentales.

“Anteriormente, el concepto de mente estaba muy ligado al de alma, se pensaba que mente y alma eran lo mismo. Entonces se consideraba que el cuerpo estaba separado de la mente, así lo decían autores como Platón”, detalla esta psiquiatra de la UP.

Fue a partir del siglo XIX que se empezó a defender con gran intensidad la hipótesis de que no hay mente como tal, sino solamente cerebro. Ambas designaciones apuntarían a una misma realidad material.

“Actualmente, a raíz de las neurociencias se dice que tal vez la mente emerge de las funciones cerebrales. Pero si un psiquiatra solamente ve alteraciones cerebrales probablemente se quede corto, porque también hay otras interacciones, de la parte social, por ejemplo; todas las otras interacciones juegan un papel fundamental para los trastornos y su tratamiento”, platica Azcárraga Quiza.

Y es que la psiquiatría moderna también se ocupa de la conducta y las emociones; la neurología, en cambio, estudia solamente las alteraciones del cerebro por ciertas regiones.

Por todo lo anterior, no se ha podido hacer una igualdad entre cerebro y mente. Inclusive, de acuerdo con Azcárraga, muchos psiquiatras ni siquiera le entran a la discusión, prefieren evadirla.

Del intercambio de ideas surge la luz

Los tres psiquiatras consultados por Tec Review no le dan la vuelta al debate, sino que están abiertos a contrastar distintas perspectivas para poder llegar al punto de vista más equilibrado posible. Finalmente, éste es el método de la ciencia.

Ramírez-Bermúdez, quien revivió la polémica en la tuitósfera, zanja el estado actual de la esta situación con la siguiente afirmación:

“Mente no es sinónimo de cerebro, porque mente se refiere a la función y cerebro al órgano. Pero son dos términos estrechamente relacionados”.

Según Azcárraga, esta discrepancia da pie a que la psiquiatría y las neurociencias conversen más con la filosofía y otras disciplinas.

“Pero todavía no se ha concluido nada y falta más diálogo”, agrega.

Esta especialista finalmente apunta que, a veces, con fines terapéuticos, conviene decirles a los pacientes psiquiátricos que su problema es como cualquier otra enfermedad del cuerpo, del hígado, los pulmones o los huesos, por ejemplo.

Aunque esta interpretación omite la complejidad de la mente, es útil para no generarles la impresión de que si tienen un padecimiento mental, entonces están locos, como despreciativamente se dice en amplios sectores de la sociedad.

“Entonces les digo que tienen una enfermedad como todas, pero no en el sentido reduccionista, sino para que se atiendan adecuadamente. Lo hago para reducir los estigmas sociales”.

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