Neuromarketing: ¿Por qué el miedo es atractivo?

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Estamos en pleno ‘spooky season’, así le llaman los internautas al mes de octubre por su cercanía a la noche de Halloween. Durante este mes, los amantes de lo misterioso buscan asustarse con películas de terror, casas embrujadas, pasajes del terror, o ‘escape rooms’ de miedo. Y la verdad es que todo este tema da qué pensar. Sabiendo que el miedo es una respuesta natural de supervivencia ante una amenaza o peligro, ¿por qué hay gente que está enganchada a esta sensación?

Es verdad que no todo el mundo disfruta con esta sensación y no solo es por una elección personal. La química de nuestro cerebro también tiene que ver en que a algunas personas les guste el miedo y a otras no. Según la investigación de David Zald, el cerebro de cada persona tiene una respuesta química diferente a una sensación. Y también pasa con el miedo.


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Una de las principales hormonas que se liberan durante actividades de miedo es la dopamina. Algunos individuos pueden obtener más de esta respuesta de dopamina que otros y por eso hay personas que disfrutan más ante situaciones emocionantes, de miedo y de riesgo.

Eso sí, como explica Allegra Ringo en el medio digital The Atlantic, para disfrutar realmente de una situación de terror, el ser humano tiene que saber que está en un entorno seguro. Esto es, este tipo de actividades consisten en desencadenar la increíble respuesta de lucha o huida para experimentar el torrente de adrenalina, endorfinas y dopamina, pero en un espacio completamente seguro. El ejemplo perfecto son las casas embrujadas. Este tipo de lugares provocan un susto al activar uno de nuestros sentidos con diferentes sonidos como ráfagas de aire, un golpe fuerte e incluso algunos olores. Pero nuestro cerebro, tiene tiempo de sobra para procesar el hecho de que no son amenazas reales.

Además, según Allegra Ringo, superar situaciones de miedo aumenta la sensación de confianza. Esto puede ser una gran inyección de autoestima por eso se siente uno tan bien tras bajar de una montaña rusa a la que le ha dado mucho miedo subirse.

Lo cierto es que al ser humano siempre le ha gustado asustarse a sí mismos y a los demás. Y lo hacemos a través de todo tipo de vías como cuentos, saltos desde acantilados, apareciendo a la vuelta de la esquina para asustar a los demás. Este tipo de momentos, según el artículo de Allegra Ringo en The Atlantic, nos une como grupo y además vivir experiencias de miedo hacen que después sea más fácil controlar el comportamiento. Es más, pasar miedo, en un espacio seguro y controlado, proporciona intriga, emoción y una sacudida de entusiasmo a nuestras vidas y por eso engancha tanto.

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