Neuromarketing: la plasticidad del cerebro en la niñez

 

«El tiempo es un gran maestro que arregla muchas cosas»

Pierre Corneille


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Durante la infancia existe una enorme plasticidad del sistema nervioso. Nacemos con mayor cantidad de neuronas, pero con menor cantidad de sinapsis. A medida que crecemos incorporamos mucha información, con un aumento de miles de millones de sinapsis, que transmiten neurotransmisores. Pero van muriendo las neuronas que no fueron activadas.

Existe un momento clímax para cada función, llamado período crítico. Por ejemplo existen tiempos para sentarse, caminar o manejar utensilios como actos motores simples, entre muchos.

Devienen además situaciones temporales más complejas para el humano que ha desarrollado sustancialmente el cerebro; como es el lenguaje. La lengua se aprende durante los primeros años de vida.

Momento clave, pues el segundo semestre cuando se pueden distinguir muchos más fonemas (ochocientos), de los que utilizará en el adulto que serán cuarenta. Otra parte del lenguaje, la «semántica», que se aproxima a la cognición como pensamiento, explota a cientos de ideas a partir de los 24 meses de vida.

La función semática es un proceso cronológico vital concreto; de expresión epigenética de esta función, a medida que se generan los conceptos. Por ejemplo de animales u objetos para poder luego asignarle ideas.

El sistema visual es otro proceso central a estudiar cuando hablamos de plasticidad en la niñez. La visión es una de las grandes funciones desarrolladas en el humano. Pasando evolutivamente de ser seres macrosmáticos, como los mamíferos inferiores a humanos macrópticos.

Esta función se relaciona con el crecimiento y complejización de la corteza visual del Homo Sapiens.

El bebé comienza a percibir la luz a partir que nace. Durante el periodo que va desde alumbramiento hasta los 8 meses de vida, el cerebro del niño está ávido de captar información visual. Un impedimento de la llegada de la información, como sucede con el bebé con cataratas congénitas, altera la etapa de maduración de la corteza visual . Aunque luego recupere la información visual, ya no podrá ver. Pues se le pasó su hora de ese aprendizaje. De ahí la importancia de conocer esta problemática y operar tempranamente de cataratas al niño, antes que termine de madurar su corteza visual.

Algo similar sucede con el aprendizaje motor o praxias, desde el más simple a movimientos complejos, que se memorizan con una memoria llamada procedural, que es inconsciente.

Aprender a ejecutar un instrumento o a jugar un deporte, por ejemplo, será mucho más efectivo si se realiza de joven. La misma organización gramatical del lenguaje lleva implícito sistemas de procesamiento motor inconsciente, como la conjugación verbal, que se realiza antes de recibir escolarización.

Existen un tipo de neuronas del cerebelo, estructura relacionada con el aprendizaje motor, que solo se activan durante la niñez y que generan los potenciales eléctricos más grandes del sistema nervioso, durante ese momento.

Es decir se presenta un periodo llamado «crítico» para la incorporación de diferentes funciones de nuestro sistema nervioso.Tiene tiempos precisos para incorporar esa especie de «soft» en nuestro» hard» básico. Una vez transcurrido ese período, se suspenderá la función o se incorporará de peor manera.

Dependiendo cual sea la actividad habrá situaciones cronológicas que condicionan el aprendizaje.

El neurólogo Takao K. Hensch de la Universidad de Harvard observó que existen células que trabajan coordinando a las neuronas inmaduras. Estas se prenden o toman sincronía reguladas por el neurotransmisor inhibitorio GABA (Gamma amino butírico).

Otras sin embargo no coordinadas se apagan y dejan de funcionar, hasta morir.

El niño nace con más neuronas que el adulto. Entonces algunas células deben desaparecer. Dependerá del estímulo externo y el momento del mismo para que esto suceda.

Está células trabajan entonces con este neurotransmisor (GABA) que coordina la sincronización de las mismas. Absorben la nueva función y generarán más sinapsis entre ellas. Aunque las que quedan fuera del circuito no servirán más, por lo menos para esa función.

El cerebro del bebé se encuentra ávido de información. Sus neuronas se encuentran anárquicas, como en una clase donde todos los niños hablan y no aprenden. Entonces el profesor que ordena la clase son las neuronas gabaérgicas en cesto, una especie de director de orquesta. Así, las otras neuronas alumnas se coordinan y las que no, serán suspendidas y expulsadas del sistema.

El sistema gabaérgico es inhibitorio y podría ser pensado como tal, en este caso, sin embargo, es un organizador que ayuda a recordar.

Hensch describe que existirían mecanismos que evitarán la producción de nuevas sinapsis; controlando un nicho temporal de incorporación de la información. El más descrito es el de la red perineuronal (constituido por una sustancia cartilaginosa llamada proteoglucanos). También se describen moléculas inhibitorias de la plasticidad como las Histonas y la Lynx1 que inhiben genes y receptores respectivamente. Estas sustancias suspenden los procesos de incorporación de nuevos mensajes. Son las que limitan el tiempo.

Por otro lado no todo el cerebro, ni todas sus funciones presentan este mecanismo con la misma intensidad.

Existe una hipótesis sobre este proceso temporal que resulta interesante y plausible.

Las células en su inmadurez padecen cierto descontrol y avidez por información y requieren de mucho gasto energético consecuentemente. Lo cual puede redundar en la acumulación de sustancias toxicas y radicales libres por el trabajo permanente, esto aumenta la muerte neuronal. Ciertas áreas se conservan protegidas, una vez conformado su sistema en el tiempo se tranquilizan (por ejemplo visión, audición, lenguaje, praxias).

Es interesante remarcar que esta protección inhibitoria no existe en las áreas cognitivas más complejas, como las que permiten abstraer, sintetizar y aprender nuevas consignas intelectuales como sucede con el lóbulo prefrontal.

Este sector se mantiene con capacidad de aprendizaje toda la vida. Aunque no con la misma plasticidad que un joven, sin embargo sostienen el aprendizaje y rectifica funciones. Estas son áreas cerebrales más sensibles a patologías neurodegenerativas como el Alzheimer, dado su mayor actividad.

Los sistemas temporales de plasticidad neuronal, controlan y limitan el tiempo el máximo de maduración de una función.

Si se manejara una suspensión de la inhibición de la plasticidad, que puede realizarse con fármacos o con cuestiones más simples como la meditación o el yoga; podrían restablecerse el período crítico en el cual se recupere la absorción de la información para alguna función determinada (por ejemplo para la ceguera por cataratas).

Se activan así áreas a las que se les habían pasado el tiempo de maduración, como sucede en la ceguera infantil o en algunas enfermedades neurológicas, como el autismo. Estos proyectos pueden ser de gran utilidad para la solución de patologías graves, relacionadas con una desincronización entre información recibida y el momento en el cual se recibe.

*Neurocientífico y doctor en Filosofía.

Prof. titular UBA. Pte. Fundación Humanas

 

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