Neuromarketing: El «negocio» de las emociones en el mundo digital

Las empresas del audiovisual hicieron realidad su sueño: todos en casa, aburridos y consumiendo. Se hizo realidad eso que llaman ‘capitalismo de emociones’, que es donde se hace dinero y se crea poder con los datos.

Los datos son la sangre digital que explotan como negocio financiero y político las plataformas o empresas tecnológicas. El negocio de Facebook, WhatsApp, Google, Netflix, Instagram, TikTok, Amazon es nuestra sangre digital: nuestros datos.


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Y esos datos tienen sentido porque dan cuenta de nuestras emociones y es con esas emociones como se hace negocio.

Esta pandemia mostró una guerra dato a dato entre las plataformas audiovisuales y los servicios de ‘streaming’ (Netflix vs. Amazon vs. Disney vs HBO vs….). En pandemia estábamos todos secuestrados en casa y no había nada más que hacer que buscar el entretenimiento.

Netflix ganó porque su modo de navegar es el más amable y divertido, poco importaba que sus películas fueran perversas y que al poco tiempo las series que tenía nos aburrieron de aburridas porque siempre tienen el mismo ‘plot’: alguien se vuelve loco, mata, seduce, huye y todo es policíaco: el gran género gringo. Terminamos viendo series europeas al estilo ‘Borgen’ o ‘Algo en que creer’ o nuestros melodramas a lo ‘Pasión de gavilanes’ que podíamos ver por Caracol.

Amazon avanzó con dos o tres series destacadas, pero se ve muy precaria en experiencia de navegación al lado de Netflix. HBO, que fue la pionera, que fue la que ponía el estándar, ha venido diluyéndose por seguir tercamente como cable y tener una navegabilidad enervante: insoportable.

Disney tenía la oportunidad de oro para entrar y demostrar que es el que más tiene oferta de películas, obras infantiles, documentales fórmula y hasta deporte, pero no aprovechó. Solo en noviembre aparecerá y será la muerte del cable, ya que Disney es todo el cable.

En la pandemia perdió el cable. Tenemos eso para ver fútbol y, vaya ironía, para ver Caracol, RCN y nuestro canales… y todo porque nos obligan a comprar el cable para tener internet.

Pero, en verdad, ¿alguien quiere esperar en cable un programa y en una hora específica y con publicidad cuando podemos ver cuando queramos y como nos dé la gana? El cable estaba muerto y la pandemia fue su entierro.

En cambio, el virus resucitó la televisión popular nacional como Caracol y RCN, que con poco dominaron el ‘rating’; demostró que la televisión pública es poderosa porque tiene contenidos poderosos y es la única que nos construye soberanía audiovisual desde nuestras identidades diversas, y porque algo de educativa tiene.

Y triunfaron YouTube, Instagram, Tiktok… Zoom es la nueva estética para narrarnos. Perdieron los canales de deportes: solo saben emitir y pelear en directo.

Nos volvimos datos, y los datos son las emociones algorítmicas, y con algoritmo y emociones nos producen como se les dé la gana: y todo con la ilusión de que uno decide lo que ve y lo que nos entretiene. No somos, nos hacen.

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