Neuromarketing: el cerebro y la procastinación

 

Estudio publicado en “Psychological Science” encontró que quienes aplazan las tareas suelen tener la amígdala más grande. Se analizaron 264 participantes.

Las personas que posponen las cosas pueden ser más cautelosas, en lugar de perezosasPixabay

Cuando se trata de escribir un trabajo o empezar una tarea que parece tortuosa se podría decir que las personas se pueden dividir en dos grupos: aquellas que lo hacen de inmediato y aquella que, primero, prefieren hacerse un café, después una siesta, antes de tienen que comer y…mejor, lo terminan dejando para mañana porque ya se hizo tarde. Si es uno de estos últimos, claro, podría decirse que a usted le gusta procrastinar. (Lea: 15 a 20% de la población pospone sus tareas)


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¿Pero por qué funcionamos de manera tan distinta? Según un reciente estudio, publicado en la revista científica Psychological Science, parte de la respuesta estaría en nuestro cerebro.

En el estudio, liderado por científicos de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania), se analizaron los cerebros de 264 hombres y mujeres, a través de imágenes de resonancia magnética, y se les pidió a los mismos voluntarios que llenaran una encuesta para calificar, desde su punto de vista, qué tan impulsivos se consideraban.

A partir de estos datos cada participante recibió una puntuación para la “orientación de la acción relacionada con la decisión (AOD, por sus siglas en inglés)”, que les permitió a los investigadores dividir al grupo entre los procrastinadores y los que no lo son.

Al cruzar estos resultados con la imágenes magnéticas el equipo se dio cuenta que las personas que tenían un puntaje bajo, los procrastinadores, tenían en promedio una amígdala más grande, una región del cerebro asociada con el control de emociones como el miedo y donde se inicia la respuesta de lucha o huida. (Lea también: La amígdala cerebral, origen del miedo ¿y la generosidad?)

«Las personas con mayor volumen de amígdala tienden a ser incapaces de regular ciertas emociones, pensamientos y comportamientos, por lo que dudan en iniciar una intención, así como a retrasar el inicio de las tareas sin ninguna razón», concluye el estudio. En otras palabras, según lo explica el portal del World Economic Forum, “las personas que posponen las cosas pueden ser más cautelosas, en lugar de perezosas”.

«Básicamente, vimos que en las personas que postergan las acciones los centros de miedo se iluminan mucho más», dijo uno de los psicólogos involuvrados e el esrudio al portal. «Hay mucho miedo relacionado con el trabajo, por lo que necesitan retrasar su inicio».

La anterior descripción tiene que ver mucho con el perfeccionismo. Con la idea, idealizada – valga la redundancia- que dentro de unas horas, unos días o unos meses, el trabajo va a salir mucho mejor. Con el hecho de que la labor  la tarea tiene que quedar “tan perfecta” que tememos empezarla justo ahora.

Por esto, los psicólogos del estudio hablan que es mejor pensar en excelencia que en perfección. “Los perfeccionistas se miden por su último trabajo. Si no fue perfecto, su autoestima disminuye”. Mientras, “la excelencia es donde tu valía se convierte en quién eres, y no hay tanto énfasis en probarte a ti mismo cada vez”. (Lea: Ponen en duda 40.000 estudios sobre el cerebro)

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